miércoles, 7 de abril de 2010

PETRÓLEO PARA EU

08/abril/2010

*Pobre México, tan lejos de Dios…
*El energético, en la órbita imperial

“La imaginación tiene sobre nosotros mucho más imperio que la realidad”. Jean de la Fontaine (1621-1695).

Desde que el veterano maestro de economía en la UNAM, José Luis Ceceña, allá por los años 70 publicó (entre otros textos fundamentales) la primera edición de su libro México en la órbita imperial, prevenía a los mexicanos sobre los peligros de la cercanía con el vecino del norte. Era el involucramiento de los Estados Unidos en la vida económica, política y social de los mexicanos, por varias vías entre las que destaca el activismo de las empresas trasnacionales —en esa etapa de penetración todavía en el marco de la llamada guerra fría—, sin desdeñar a las petroleras, desde luego tan dolidas por aquellos tiempos de la nacionalización cardenista del energético en 1938.
No, claro está, como un fenómeno nuevo, puesto que desde los años de la disputa que le costó a México más de la mitad del territorio EU ha arremetido contra nuestro país (recuérdese el dicho porfirista: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”), sino como una de tantas estrategias de penetración y control económico donde los preceptos básicamente imperiales reinan amenazantes como espada de Damocles sobre todo el sur del continente Americano mediante, en este caso, el uso de las empresas trasnacionales.
Es decir, la pertenencia a la órbita del imperio como parte de una estrategia territorial impulsada primero por preceptos como “América para los americanos” de la doctrina Monroe, elaborada por John Quincy Adams en 1823, y luego por otros mecanismos de control más recientes en el terreno, principalmente, económico como los últimos tratados firmados con EU y Canadá: el propio TLCAN para la integración del Norte americano y su profundización vía el ASPAN (la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte), o el más operativo e intervencionista llamado Plan Mérida.
Mecanismos, cito algunos, de una injerencia orquestada por los EU, como parte de una visión geopolítica y geoeconómica (en pañales todavía en México ¡a estas alturas!), de inteligencia y planeación elaborada por los órganos del Estado, nada menos que para la reproducción del más grande aparato industrial-comercial-militar del mundo, dentro del cual los energéticos procedentes de los combustibles fósiles son de supremacía imperial. Principalmente a partir de la crisis energética de 1973, que puso a tambalear a la industria de EU y cimbró el propio núcleo imperialista, a tal grado que habría trastocado las fases sucesivas de desarrollo derivadas en el periodo globalizador de la economía mundial actual.
Para profundizar en la reflexión y contar con mayores elementos, a los proporcionados por Ceceña, para comprender los planes actuales de EU sobre el petróleo de México, el también maestro de economía en la UNAM, John Saxe-Fernández, en su libro La compra-venta de México, afirma: Desde la perspectiva geoestratégica, un eventual esquema de “integración” de América del Norte —pensado centralmente alrededor de “amalgamar” sus recursos de combustibles fósiles— y la compra-venta de México empezó a delinearse de manera sistemática y programática desde la “crisis energética de 1973”. La estrategia de Washington por medio de las cartas de intención del FMI y las cartas de “política” del BM se centró en propiciar los mecanismos para inducir la apertura a los inversionistas “nacionales y/o extranjeros” de los sectores fundamentales de la economía constitucionalmente reservados al Estado como la electricidad, los ferrocarriles y el rubro petrolero. Con este fin se han utilizado instrumentos económicos entre los que sobresale el desvío masivo del presupuesto estatal mexicano hacia el gasto no productivo para así someter a un “desfinanciamiento crónico” a los sectores o empresas de interés para la inversión extranjera directa (IED). (p. 227)
Y sigue la cita del pensamiento de Saxe, un poco más abajo, en los siguientes términos: Se auspicia así, la desnacionalización integral del aparato económico mexicano. Esto incluye, de manera prominente, la mera empresarial y geoestratégica de Estados Unidos para revertir “la nacionalización petrolera” tanto a nivel operativo como político-administrativo y “eventualmente” constitucional, propiciando la privatización primero “indirecta” y luego “directa” de Pemex y un control corporativo estadounidense in situ sobre las operaciones de dicha empresa. (p. 278).
Mientras tanto, en México el gobierno ha manejado discrecionalmente el asunto del petróleo, a tal grado que la paraestatal, Petróleos Mexicanos, a estas alturas del juego ya está infiltrada por capital extranjero particularmente Español y entregada en manos de las petroleras texanas. Al fin gringas. Porque aquí, en lugar de cuidar el energético que tiene término en el subsuelo, se ha derrochado en beneficio e interés de los consumidores, especialmente el principal “socio” de México, el vecino del norte.
Por eso vino a cuento lo del México en la órbita imperial, porque sin la construcción de una visión geoestratégica —geopolítica y geoeconómica— el gobierno mexicano está entregando una riqueza en manos extranjeras. Pero también, porque recientemente los EU han anunciado que vienen por el energético de origen fósil, el petróleo “mexicano pero sin México”.
Y en tanto el gobierno (Pemex y la Sener) está “esperando” la “negociación”, dormido en sus laureles o deliberadamente, las compañías petroleras estadounidenses empujadas por Barack Obama y la iniciativa privada, están perforando ya para obtener el crudo de la “controvertida área de Perdido, donde México y Estados Unidos comparten algunos yacimientos” en el Golfo de México. Ahí están Shell y Chevron, petroleras que anunciaron el miércoles 31 de marzo, “la primera producción en pozos Great White Silvertip y Tobago, en donde esperan obtener hasta 130 mil barriles diarios en energético. Los pozos están localizados en el bloque 857 (Alaminos Canyon), unos 400 kilómetros al sur de Houston y a 11 kilómetros de la frontera marítima de México”. (Nota de El Universal del 5 de abril).
Por eso hasta el primer ministro noruego, Jens Stoltenberg ha mostrado interés en participar en la exploración y explotación de los yacimientos en México. Veremos. Pero todo apunta al entreguismo al imperio de EU.

Correo: sgb33@hotmail.com

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