lunes, 26 de abril de 2010

HACIA EL PAÍS DE TODOS (Y III)

26/abril/2010

*Sueño, vigente contra el neoliberalismo
*Urge un proyecto alternativo de nación

Con un país así, como México, gobernado por una camarilla de mafiosos donde no reina otro interés que el de los hombres del poder, lo que urge es un cambio de régimen. Un cambio de fondo. Con todo y eso, el propio Andrés Manuel López Obrador —el rijoso de la política para el sistema del PRIAN y la mayoría de los medios de comunicación que lo mantienen marginado— lo plantea no como un cambio violento sino pacífico. Esa es, creo, su tesis principal. La otra es hacerlo con el apoyo de la gente. Por eso el recorrido por todos los municipios del país, muchos de ellos a pie tierra.
Un cambio desde abajo hacia arriba, pero que modifique las estructuras del sistema; es decir, desde la sociedad hacia el régimen político (incluidos los partidos), y el gobierno. Una sacudida que impacte hasta al Estado, claro está. Para eso es importante el apoyo consciente y consistente de la población. De una sociedad organizada y participativa. Pero sin falsas promesas porque el desencanto es fatal. Y hacerlo aprovechando los procesos electorales presidenciales.
Porque bien visto el asunto, incluso a los propios hombres del poder les beneficia echar por tierra este sistema que no trae más que la agudización de las contradicciones. Corroído desde las entrañas como está. La violencia actual es una manifestación de dicha putrefacción. Porque ni el crimen organizado ni el narcotráfico se explican fuera de la colusión desde el poder. Sin la corrupción que a estas alturas permea todo el sistema político.
Por eso ahora amenazan los narcopolíticos y las narcocampañas en el proceso electoral en curso que culminará el 4 de julio entrante. Como tampoco se explica (dicha violencia) sin la impunidad, porque muchos de los mafiosos escalan posiciones políticas, o son los encumbrados. Mejor dicho, a estas alturas el narcotráfico se convirtió en un problema porque se le salió de las manos a los gobernantes mismos, cuando no sea a los encumbrados del poder.
Pero se puede cambiar, si todos nos lo proponemos. Así, por la vía pacífica. Incluso por la vía electoral tradicional. Nada más cuidando bien el proceso y con los candados pertinentes en el conteo de los votos, como en el PREP. Puede hacerse bajo el control de una institución ajena al IFE, como pudiera ser la UNAM o el Politécnico.
El caso es que se les puede arrebatar el poder a los hombres que tienen secuestrado al país, y con ello a todos los mexicanos. Cambiar pacíficamente, como lo han hecho otros hermanos latinoamericanos (Brasil, Argentina, Uruguay, Venezuela, Bolivia, incluso Chile; es decir, con sus diferencias de cambio e institucionales).
Modificar el sistema político y el modelo de desarrollo neoliberal por otro más eficiente; adaptado a las necesidades del país, porque las incrustaciones externas no funcional. Recuperar la tranquilidad en el país, por ejemplo, es un asunto de la más alta prioridad. Redefinir la estrategia contra el crimen organizado y el narcotráfico. Modificar la política social para que deje de ser meramente asistencialista y volverla participativa.
Un cambio de régimen que les conviene a todos. Así, apostarle al cambio pacífico, no a más violencia, como la que ha alentado la falsa guerra anticrimen que no ha traído más que muerte en todo el país. Porque crece la criminalidad, en tanto los militares sigan en la calle. Es la derrota de la falsa estrategia del presidente actual, Felipe Calderón. Una guerra que se preveía perdida, porque siempre ha sido improvisada y sin sustento estratégico de ningún tipo; una guerra sin medidas aleatorias y complementarias.
Apenas hace dos días que el gobernador del estado de Chihuahua habló del desgobierno en México. Porque no es un dilema de un solo estado, sino de varios. Porque no se trata únicamente de aquellos estados en donde se escenifican batallas entre los cárteles de la droga. Sino en todo el país en donde la inseguridad se ha apoderado de la sociedad. Y el miedo como parte de la sicosis colectiva.
El problema del narcotráfico como una de las expresiones extremas, entonces, de la corrosión de ese sistema político y económico sin sustento. Porque cuando el crimen cuenta con el apoyo de la población es por miedo o por necesidad. Porque la población está abandonada. El Estado no le proporciona ningún aliciente. El gobierno se olvida de los problemas fundamentales del país. Por eso no emprende políticas para resolverlos.
Por eso los que
tienen en sus manos el poder hacen lo que quieren para aumentar su riqueza. Porque los últimos gobiernos así lo han orquestado. Como decíamos ayer, los hombres ricos no pagan impuestos, o si pagan aportan lo que quieren, no lo que deben. En cambio, hacen negocio con los bienes del Estado, como es el caso del petróleo que se reparten como si fuera propiedad privada.
Bueno, ya lo es con la última reforma energética avalada por todos los partidos. Pero principalmente por el PRIAN. Por eso las tesis de Obrador tienen eco. Porque el país no puede funcionar atendiendo únicamente el interés de unos pocos. Ni con la polarización extrema, como en el caso de la riqueza y la pobreza. Con el hombre más rico del mundo y con la mayor cantidad de pobres.
Recuérdese que, de acuerdo con los datos últimos del Banco Mundial, en México avanza la concentración del ingreso como en ningún otro país de América Latina; así como el número de pobres. Ahí están, entre los más ricos del país, nombres como: Carlos Slim, Alberto Bailleres, Ricardo Salinas Pliego, Jerónimo Arango, Germán Larrea, Roberto Hernández, Joaquín Guzmán Loera (El Chapo), Emilio Azcárraga Jean, Alfredo Harp Helú. Y otros más, porque la décima parte de los mexicanos acumulan el 41.3 por ciento del ingreso nacional (es decir, 439 mil 597.2 millones de dólares).
Mientras en el otro extremo, hay 54.8 millones de mexicanos pobres; es el 51 por ciento de la población. Tan sólo el último año, por la crisis, habrá 4.2 millones más de personas pobres; adicionales a los 5.9 que cayeron en los tres primeros años de Calderón. Bueno: la mitad de los pobres de Latinoamérica está en México. Por eso urge cambiar a este país. Y El Peje es el político que lo plantea con la mayor claridad, como Proyecto Alternativo de Nación.

Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com

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