jueves, 11 de noviembre de 2010

MÉXICO, EL “PASO DE LA MUERTE”

11/noviembre/2010

*Inmigrantes arriesgan su vida hacia EU
*Queda presionar desde la sociedad civil

“¿Qué puede haber imprevisto para el que nada ha previsto?”: Paul Ambroise Valéry (1871-1945).

Es conocido como el “paso de la muerte”. Ojalá fuera sólo la suerte de la charrería del brinco entre dos caballos en pelo y plena carrera por un jinete. Se trata de la marcha de los inmigrantes centroamericanos [de los varios países, e incluso sudamericanos] indocumentados a su paso por México rumbo a los Estados Unidos. Arriesgan la vida para alcanzar el american way of life.
Van, como los migrantes también mexicanos, en busca de un sueño; de una mejor vida para ellos y sus familias. Porque en estos países “en vías de desarrollo” no se les ofrece los mínimos de sustento y bienestar. Tan siquiera un trabajo digno. Con todo y que saben de antemano los peligros de entrar a México, la triste e infernal realidad los alcanza cuando se internan y avanzan por el largo trayecto que comprende varios estados, en el intento por alcanzar la meta: el mercado de trabajo estadounidense que los alquila por unos cuantos dólares. Un peligro que, por lo menos, es como apostar la vida en un póker, una ruleta rusa o un juego de cartas. Porque llevan más posibilidades de perder que de ganar. Aquéllos son los más.
Pobres, endeudados, lejos de sus familias y en ese trance, su principal problema es no traer documentos. Portar los de identificación es insuficiente cuando faltan los que corresponden al paso “normal” con un pasaporte y una visa. Por eso son ilegales que engrosan las estadísticas del fenómeno migratorio por muchas de las fronteras entre países ricos y pobres, si no es que en todas partes del mundo. Porque derivado de los procesos de desajuste estructural en cuanto al manejo de la mano de obra y sobre todo en tiempos de crisis, la industria en general resulta cada vez más incapaz —pese a la modernización tecnológica, o precisamente por ello—, de absorber a los trabajadores que anualmente se incorporan y demandan un trabajo para vivir. Más bien eso no interesa a los empresarios, como igual a los gobernantes o responsables de la toma de decisiones en un Estado cualquiera, sea de un país rico o pobre.
El caso es que, una vez cruzando la frontera de México, los inmigrantes de Sudamérica no saben lo que la “suerte” les depara. Son víctimas de los “polleros” o “tratantes”, de todo tipo de autoridades, incluyendo a las de migración. Por ello muchos son asesinados, otros amenazados, mujeres vejadas, hombres golpeados, la mayoría son víctimas del robo, tantos más padecen encarcelamiento e incomunicación, cuando no resultan objeto de los traficantes de órganos, etcétera. Los padecimientos son los más y los peores también. Seguramente son los menos quienes pasan sanos y salvos por ese trayecto de muerte en que han convertido los tratantes de personas el territorio nacional.
No olvidar hechos como los ocurridos a los 72 migrantes sudamericanos asesinados en el rancho San Fernando, en territorio del estado de Tamaulipas, el fin de semana del 21 y 22 de agosto de 2010 por presuntos zetas, y de los cuales todavía no se hace justicia. Siquiera las indagatorias correspondientes para buscar y castigar a los responsables. Y México, Felipe Calderón como el principal comprometido con los deudos y los gobiernos de los países de la procedencia de las víctimas, tiene el compromiso con el caso que a la fecha no esclarece. Vergüenza nacional y pendiente con las familias de los asesinados por no dejarse seducir como presuntos zetas.
Casos como estos indignan a la opinión mexicana y mundial. En su momento la vocera de Naciones Unidas advirtió sobre “la situación crítica de los inmigrantes” en México. Demandó el respectivo esclarecimiento y tomar las medidas pertinentes para que hechos como los de Tamaulipas estos no vuelvan a suceder. Pero exaspera todavía peor el que cualquier tipo de violaciones ocurran incluso a manos de las propias autoridades municipales o estatales —ni se diga de migración— y los hechos transcurran con absoluta normalidad y gocen de impunidad total.
Señalamientos de este tipo han aflorando en estos días que se sucede en México el IV Foro mundial sobre migración y desarrollo en Puerto Vallarta, Jalisco, con la presencia de autoridades de varios países y la presión de las tantas ONG que trabajan a favor de la protección de los derechos humanos en general y de los migrantes en particular, y de funcionarios de Naciones Unidas. En las llamadas Jornadas de la Sociedad Civil, las advertencias y condenas a las autoridades mexicanas no se hicieron esperar ayer. Tomar conciencia del problema, pero sobre todo actuar en consecuencia es lo que se requiere con urgencia para este tipo de problemas.
No bastan los tibios compromisos de esclarecer casos como el de Tamaulipas, como señaló ayer el presidente Calderón en el evento. Como tampoco las cifras, que “cada año mueren en promedio 400 personas tratado de cruzar la frontera con Estados Unidos”. ¿Qué se hace para evitarlo? O que las remesas alcanzaron en 2009 el nivel de los 414 mil millones de dólares en el mundo, de las cuales 314 mil millones fueron a parar a naciones en desarrollo. Porque con todo y tratarse de un fenómeno de beneficio económico para los países, tampoco se trabaja por un tratado migratorio con Estados Unidos.
Como se ha dicho en las Jornadas de la Sociedad Civil en este contexto, exigir a los gobiernos un cambio radical en la precepción del fenómeno migratorio, como una condena a la “galopante xenofobia” que culpa a los migrantes de los problemas económicos y sociales. Cuando ellos no son más que víctimas de un proceso mal negociado entre los países desarrollados y los “en vías de desarrollo”.
México debe hacer lo propio. Lo mejor será que se replante la economía mexicana para absorber a los jóvenes en un empleo digno. Mucho pueden y deben hacer las empresas que se han visto beneficiadas pese a las sucesivas crisis. Los trabajadores son el factor de la producción que crea la riqueza al trabajar con el tipo de maquinaria que sea. Por lo pronto, para dignificar en parte el peligro a que se exponen los inmigrantes, el gobierno tiene frente a sí el reto de limpiar de autoridades coludidas las aduanas que participan en el tráfico de personas. La sociedad civil también tiene propuestas.

Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com

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