lunes, 1 de noviembre de 2010

CIVILIZACIÓN VERSUS SALVAJISMO

01/noviembre/2010

*Para un recuento de vida o muerte
*Faltan ideales como los de Gandhi

1 y 2 de noviembre. Días de muertos en México. ¿Tiempo de recuentos?

Vivos y no muertos. El tema es cuestión de vida o muerte. Individual y colectiva. En estos tiempos vivimos en una crisis de civilización. ¿Pero cuál civilización? ¿Cuál respeto por la vida, o por el hombre mimo? ¿En dónde está el avance de la dicha civilidad? Puesta está en la materialidad, que en el hombre mismo. Lo que importa es el poder y la riqueza. Como se dice: “cuánto tienes cuanto vales”. Tremenda concepción occidental del trato y el respeto por la vida propia y la de los demás. Comprende la vida individual y “en sociedad”.
“Me angustia la historia de tibieza y lentitud”… Cito de memoria y confieso no recordar al autor por ahora. Pero es de un revolucionario africano de la década de los 70, que quiere ver cambios en las condiciones de vida de su pueblo, pero no llegan con la prontitud deseada. Ese es el marco del poema y el sentido de fondo. Una queja por la historia que no cuaja los cambios con la urgencia deseada por un espíritu revolucionario.
El reclamo tiene alcance civilizatorio. Porque la civilité no cambia como debe. La modernidad trae consigo transformaciones en las condiciones de vida, pero no en la vida misma. El hombre avanza muy lentamente hacia una vida diferente. Es más, se confunde la riqueza con la civilidad. Se cree que por vivir en la ciudad ya se tiene un mayor adelanto, pero eso en el fondo no es lo mejor.
Porque la vida en ciudad no necesariamente trae consigo transformaciones en el fondo de la vida misma de los hombres [¡nada qué ver la ciudad moderna con la ciudad platónica!]. Por eso se habla de la vida en la selva, cuando de la vida en la ciudad se trata. El hombre vive sin conocerse, por decir, a sí mismo. Por eso el precepto de “Conócete a ti mismo” del portal del templo de Apolo en Delfos, sigue tan vigente.
No sólo no se conoce a sí mismo, cree conocer a los demás. Ignora que la riqueza material es insuficiente. Pero el hombre ha colocado su mirada en condiciones externas sin mirar lo importante. Su vida interna. O, ¿cuánto ha cambiado el hombre durante siglos? Casi nada. Por eso el precepto bíblico del Eclesiastés de que “nada hay nuevo bajo el sol”, porque las épocas distintas van y bien en y el hombre sigue igual. O peor, si la civilización lo arrastra hacia el abismo de la muerte. ¿Pero acaso comprende el hombre a la muerte misma, siendo que lo lleva de la mano desde que nace? ¿Pero y qué pasa con la impronta misma de la vida? Nada en ningún sentido.
Cuando se pierde la razón de las cosas, porque la razón es meramente un artilugio para justificar lo que ocurre, el tipo de vida en el que se embarca el hombre lo pierde. Se pierde la razón de Estado, se pierden los objetivos de la vida, y la vida misma se devalúa al grado del hartazgo. Es cuando da lo mismo vivir que morir. Porque se pierde el sentido de la vida. Eso no es civilización. Es salvajismo.
Todavía peor, en esos términos de civilidad se ponen una cultura frente a otra. En ese sentido se habla de civilizaciones, unas mejor que otras. La mejor es la occidental por encima de las demás. Es el principio “moderno”, o uno de tantos, de las relaciones internacionales. Así lo inauguró Arnold Toynbee, lo puso en juego Francis Fukuyama y lo desarrolló Samuel Huntington en la década de los 90 ¡y rige los avances guerreros en el siglo XXI!
El concepto del “choque de civilizaciones” es una teoría de las relaciones internacionales motivada en una concepción racionalista de la superioridad de los unos frente a los demás. Y a partir de eso justificar [otra vez la razón entra en juego] un estado de guerra. Son “los estados-nación los actores más poderosos del panorama internacional, pero los principales conflictos de la política global ocurrirán entre naciones y grupos de naciones pertenecientes a diferentes civilizaciones. El choque de civilizaciones dominará la política global. Las fallas entre las civilizaciones serán los frentes de batalla del futuro”.
Con preceptos como estos de Huntington —agorero de la muerte— los países justifican la violencia y la guerra de unos países “civilizados” contra otros auténticos “salvajes”. Pero el salvajismo está en la base de tamaña justificación política y de las relaciones internacionales. No otra cosa. En juego están los estados, los países, las naciones. Y no únicamente las naciones de la guerra, también los demás del resto de mundo.
En estas aventuras civilizatorias participan, entonces, equipos de guerra completos. Es la violencia de los artífices del poder y del dinero. En estas aventuras se mete en peligro la vida de pueblos completos. El siglo XXI metió a la humanidad en una dinámica de guerra permanente. Aquí recuerdo la idea de Einstein de que la cuarta guerra será con palos y piedras. Por la amenaza de una posible guerra nuclear, tan peligrosa para la supervivencia de la humanidad.
El caso es que, aún desde los países “desarrollados” el impulso de la guerra está presente como una estrategia frente a los demás. La muerte es el actual signo del imperio. No importa la vida de las personas. Por eso también es el tiempo de las sociedades. En muchos lugares y países se escucha ahora el llamado de las voces de los hombres que suenan la campana de alerta. Es el tiempo de la sociedad. Eso sucede ahora en movimientos multitudinarios en Estados Unidos, reclamos en Europa, propuestas en Latinoamérica y exigencias en México.
Porque sólo la sociedad puede meterle el freno a los hombres del poder. Pero ahora el llamado es al cambio desde el hombre mismo. Seguir el ejemplo de Mahatma Gandhi de la no violencia. Con ese precepto de cambio interno de los hombres se derrocó a un imperio. Con principios como ese se puede derrocar a cualquier imperio, como el de EU que pregona la violencia por sobre todo lo demás.
Se trata, entonces, de avanzar hacia un cambio de civilización. De emprender las revoluciones individuales que no se han hecho a estas alturas de los “siglos por los siglos”. Tiempo de salir del salvajismo. Y abandonar el sello de la muerte. ¿Por qué seguir el juego de los imperios que sólo quieren justificar el atraso de la humanidad? Tiempos de vida o muerte. Reflexiones como para recordar los retos que el hombre tiene enfrente, para salir de la rueda de los tiempos donde todo debe ser nuevo bajo el sol y no su antítesis bíblica.

Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com

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