viernes, 11 de marzo de 2011

RÁPIDO Y FURIOSO; FINES DESESTABILIZADORES

11/marzo/2011

*Depto. Estado y gobierno estadounidense
*Pascual, espía experto en Estados fallidos

Más sospechosa que nunca; desestabilizadora. Así resulta la geoestrategia de los Estados Unidos últimamente contra México, que tiene bases de intentona intervencionista. El cuádruple filo con el que repara el gobierno estadounidense, ante la amenaza violenta que representa el crimen organizado, puede verse al menos desde cuatro vertientes que son un reflejo tanto desde el terreno de su política interior como de la exterior. Así:
1) El desdén del propio presidente Barack Obama por los temas de la relación con su vecino del sur; 2) Aquellas declaraciones de los funcionarios encargados del área de “seguridad interior”, que mejor atizan a la violencia que a la coadyuvancia para contener el problema del crimen organizado, a partir de una pronta colaboración de los propios EU; y más allá del Plan Mérida; 3) En el área diplomática —mejor dicho del espionaje de Carlos Pascual; calificado ya como el embajador incómodo—, cada revelación de los cables Wikileaks, ahora en La Jornada, representa un golpe duro y a la cabeza del gobierno mexicano —además del tufo abiertamente injerencista de Pascual—; 4) El tratamiento de los hechos de la vida cotidiana, como el operativo Rápido y furioso de carácter peligrosamente intervencionista, y muy contrario a la coadyuvancia en la contención del flujo de armas hacia México, entre otras acciones posibles.
Luego entontes, cualquiera de estas acciones delata a EU y su política de peligroso intervencionismo, en defensa de sus intereses geopolíticos y geoestratégicos. En primera instancia, el presidente Obama está ahora más urgido que nunca de congraciarse con la derecha republicana [si no es que ya está controlado por ella], porque últimamente dominan las posturas recias de política interna y externa en su país. Ni se diga que el Tea party escaló escaños en la Cámara baja y desde ahí controla al poder legislativo demócrata, claramente mermado. Pero Obama quiere la reelección el 6 de noviembre de 2012, y está cediendo por ello; aparte que no atina controlar todos los hilos del poder. Ahí está la política contra México. Es más, al presidente Obama ya le sobran las críticas en el sentido que más bien va en retroceso, porque está cediendo en los avances logrados durante los primeros dos años de gestión. Basta el revés propinado por los republicanos en la reforma de salud; además la magra conducción de la economía y el tema de la guerra. En este último sentido, más reina el belicismo de los halcones de los tiempos de George W. Bush; Libia es el mejor ejemplo, donde EU está metiendo sus narices en aras del control petrolero norafricano.
Los funcionarios de la seguridad interior de EU atinan más a complicar los problemas que a desatarlos como corresponde a dos vecinos con tamaña problemática. Desde la secretaria de Estado Hillary Clinton, la titular del Departamento de Seguridad Interior, Janet Napolitano; Eric Holder, el fiscal federal, entre otros. Pero todos se mueven entre las promesas y las falsas calificaciones; en lo único que coinciden es en la calificación del peligro que representa la lucha desatada por los carteles de las drogas en su frontera, el riesgo de que se desborde hacia territorio estadounidense y las amenazas de no tolerar cualquier atisbo de violencia en su país, pero con aires descalificatorios contra México. La prometida corresponsabilidad de Clinton, en sus declaraciones y en sus visitas a México, se perdió en las grabadoras de los reporteros o en los diarios.
El injerencismo de Pascual queda cada día más al descubierto. De no ser removido por Obama —tratará de no cambiarlo porque eso sentará un mal precedente y se convertiría en el primer afectado de alto nivel por el impacto Wikileaks— aparte de pasar como embajador incómodo, el gobierno de Felipe Calderón lo seguirá relegando a un segundo plano; o marginarlo como castigo por sus desatinos sobre México. Experto en estados fallidos, Pascual parece más bien actuar como generador de conflictos. En sus informes —los cables desde la Embajada en México hasta el Departamento de Estado— primero trató de generar división entre el aparato de seguridad de México; especialmente entre la Sedena y la Semar. También la rivalidad entre la PGR y la SSP. Después, promoviendo el injerencismo del Pentágono con las capacitaciones de militares y policías mexicanos en el extranjero conforme a principios puramente bélicos. Las descalificaciones, tanto de las acciones emprendidas contra los carteles de las drogas por parte del gobierno de Calderón [un asunto neta y abiertamente interno], entiéndase la guerra fallida, como los desatinos de la clase política mexicana que tampoco le compete. En otras palabras, Pascual vino a México a atizar el fuego menos que apagarlo; como destinado a hacer de nuestro país un Estado fallido. Ahora se entienden los calificativos reiterados procedentes de EU, desde 2008, por integrantes del gabinete de seguridad gringa.
Resulta increíble que la señora Napolitano, tan al pendiente de los asuntos que afectan a la seguridad nacional de su país y seguido lanza improperios contra México, haya permanecido ignorante del llamado operativo Rápido y furioso, que diera a conocer CBS News. Más, porque la institución que lo alentó fue la Agencia de Control de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego (ATF) dependiente del Departamento de Justicia. Y nunca trabajan descoordinados. Casualmente, dicho operativo —que es totalmente contrario a las tesis de dientes para afuera de asumir compromisos con su vecino del sur— tuvo como fin tolerar el ingreso de miles de armas [¿sólo miles?] a México por vía de comerciantes “ilegales”, siendo monitoreados por la ATF, para “ver el destino de estas armas para en algún momento actuar en contra de los carteles” [¿No será que llegaron direccionadas a ciertos carteles, y no al azar como asegura la dependencia?].
Tamaña intervención con fines soterrada pero abiertamente desestabilizadores de, en su caso, los gobiernos estatales que tanto señala la propia Napolitano: “Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo León y Sonora” donde “las tendencias no proceden en la dirección correcta” de acuerdo a la estrategia de Calderón del control de la violencia. Como dijo el propio senador republicano, Charles Grassley, a la cabeza de la investigación de dicho operativo, que la estrategia “claramente afectó las vidas de incontables individuos que podrían haber sido víctimas de delitos realizados como resultado de permitir el ingreso de armas a manos de criminales”. Como el caso de la muerte del agente de la patrulla fronteriza, Brian Terry, que “fue causada por dos rifles que pasaron de Estados Unidos a México”.
A desestabilizar. A eso vino el experto en Estados fallidos, Carlos Pascual, a México como embajador que espía, por sobre el trabajo diplomático. Correrlo cuando antes se volvió un asunto de seguridad nacional para México.

Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com

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