jueves, 20 de enero de 2011

USO MEDIÁTICO SUCIO DE CAPOS

20/enero/2011

*Ocultar ineficiencia por caso Chapo
*Crece la ilegalidad en la economía

“Ganamos justicia más rápidamente si hacemos justicia a la parte contraria”: Mahatma Gandhi (1869-1948).

¿En qué país se atiende a los delincuentes como hombres privilegiados? ¿En qué mundo sucede que los narcotraficantes son entrevistados, como estrellas de la farándula, y aparecen en la televisión haciendo declaraciones públicas sobre su caso, sin tapujos el mismo día de su detención y antes que ser sometidos a los interrogatorios judiciales correspondientes sobre el delito cometido? Que se sepa, eso sucede solamente en México. Y en las dos televisoras del país a la vez: Televisa y Tv-Azteca; ni más ni menos, y por dos lectores de noticias de rango en dichas empresas.
Todo menos la eficacia. Esto último es lo que demuestra el gobierno federal con el uso mediático de la detención de capos de la droga, con tal de convencer a la sociedad de que sus acciones son a todas luces eficientes, efectivas y con resultados a flor de piel. Pero es más el oportunismo que conllevan dichos procedimientos. Porque con ello el mismo gobierno intenta tapar el sol con un dedo; detener a capos menores del crimen organizado, con tal de ocultar lo inocultable: toda la colusión del sistema, penitenciario y político, en el manejo del caso de Joaquín El Chapo Guzmán Loera.
Porque el gobierno no se quita los señalamientos sobre el presunto cobijo de que goza El Chapo, un capo de las grandes ligas —ese sí— porque sus redes del tráfico de estupefacientes se han extendido no sólo en México, sino a muchas partes del mundo durante los últimos 10 años —además que Forbes lo coloca entre los hombres más ricos del mundo—, después de su fuga del penal de “alta seguridad” en Puente Grande, Jalisco. A tal grado que aparece como un floreciente capo de la narcoglobalización, por arriba incluso de cabecillas colombianos o italianos.
Con todo y la negativa, dígase lo que se diga, un capo no alcanza tamaña proyección tanto nacional como internacional sin el proteccionismo de un gobierno. Aquí o en China. Y como precisamente ayer se cumplieron los 10 años de la fuga de El Chapo, la suspicacia generalizada es que el gobierno armó todo el show mediático sobre la detención de Flavio Méndez Santiago alias El Amarillo y de José Jorge Balderas Garza, alias El JJ o El Modelo, para taparlo todo.
El primero, señalado como fundador [sic] de Los Zetas, el segundo, como distribuidor de drogas y presunto agresor del futbolista del club América Salvador Cabañas. Aún quizá es más importante la detención del primero que del segundo; pero la cobertura televisiva se la llevó El JJ. Dicho en otras palabras: del tamaño de la espectacularidad que se dio a la detención de dos capos menores es la ineficiencia [o selección] del gobierno para actuar en contra del crimen organizado de altos vuelos. ¡Ni se diga la ineficaz guerra contra el narcotráfico!
No obstante lo del JJ se trató de acciones de la Policía Federal, de un “trabajo muy fino” (comisionado Facundo Rosas de la dependencia), a cargo de Genaro García Luna —una operación de “inteligencia”, seguramente sin la participación del sistema de espionaje gringo que al parecer es todavía más eficiente que el nacional, con todo y el injerencismo que le toleran los gobiernos panistas a Estados Unidos en general y al embajador Carlos Pascual en particular—, que luego derivaron en lo ya señalado: una proyección mediática del detenido.
Sus declaraciones, al aire de El JJ, generan todavía mayor confusión sobre el caso Cabañas. Los dimes y diretes entre lo que declara y lo que señaló en su momento el guarura, Francisco José Barreto García, El Contador. Ahora resulta que ninguno disparó el arma, atenidos a que el agredido no “recuerda nada” y a que no están ni la bala ni el arma con la que se cometió el delito. Vericuetos legaloides todos que, seguramente, servirán para eludir las penas.
Como tampoco se precisa si El Amarillo es o no fundador de Los Zetas. ¿Y en dónde están los capos mayores? ¿Cómo en lugar de El Amarillo no se detiene a Heriberto Lazcano Lazcano, alias El Lazca, que es el cabecilla Zeta? ¿Por qué en lugar de El JJ no se detiene nuevamente a El Chapo Guzmán? Eso sí sería enfrentar las detenciones de capos en serio y no selectiva ni mediáticamente, como se está haciendo.
No obstante, el detener cabecillas de la delincuencia no significa atacar el problema de raíz, o en todas sus aristas; ese es apenas una parte de la solución del problema. Por qué no comenzar por indagar la situación patrimonial de los delincuentes [otra vez la pregunta: ¿por qué Forbes sí sabe lo que tiene El Chapo y el gobierno mexicano no?], los mecanismos de lavado de dinero, las “inversiones” allegadas a la economía real, los grandes capitales que fluyen en los circuitos financieros locales —banca, corredurías, casas de bolsa, etcétera—, todo eso y más también a escala internacional.
El problema es que la ilegalidad está alcanzando a todos los renglones de la economía mexicana, no sólo por las actividades procedentes del crimen organizado. Y si no, recuérdese que apenas antier se dio a conocer el informe de Global Financial Integrity (GFI), “Flujos financieros ilícitos provenientes de países en desarrollo, 2000 y 2008”. Ahí se dijo que México ocupa el tercer lugar, por abajo sólo de China y Rusia, entre las diez economías en desarrollo con los mayores flujos financieros ilícitos.
Es decir, porque las pérdidas generadas por actividades criminales y corrupción ascendieron en ese periodo —precisamente los años de gobiernos del PAN— a 416 mil millones de dólares. Donde México es el único país petrolero donde la facturación fraudulenta es el método preferido para la transferencia al exterior de fondos ilícitos. Por eso mismo el director del GFI, Raymond Baker, “propone un incremento en la transparencia del sistema financiero global para detener el flujo de fondos ilícitos provenientes de los países en desarrollo”. Y es claro en el caso de México, que la cosa no para ahí.
Son urgentes los cambios en materia de políticas de comunicación. Los delincuentes no pueden ni deben aparecer en las pantallas de la televisión en aras de la espectacularidad o la ineficacia de las autoridades. Darle cobertura a los capos, así sean menores, el mismo día de su detención exalta el papel de por sí destructor de su ilícita actividad. Todo para que a la vuelta de unos meses anden delinquiendo, “libres por falta de pruebas”.

Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com

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