martes, 18 de enero de 2011

CHAPO, DE LA CÁRCEL AL EMPORIO

18/enero/2011

*Controló Puente Grande y se fugó
*Corrompió autoridades ¿a qué nivel?

Bajo el manto de la corrupción en México todo es posible. Desde la aplicación selecta de la justicia de la mano del poderoso, hasta la compra de la libertad de una cárcel de alta seguridad. Eso último ocurrió con el narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo, quien además de gozar de todos los beneficios posibles mientras estuvo recluido, adquirió su libertad, mañana hace 10 años, del penal de Puente Grande —“puerta grande”, como lo calificaron algunos colegas—, estado de Jalisco, de donde “escapó” el 19 de enero de 2001.
Apenas se conocen los detalles, de la manera en que salió —la primera fuga en la historia de un penal de “alta seguridad”—, escondido en un carrito de lavandería, cubierto con una sábana y encima un colchón. Previamente habría tomado el “control” de dicha cárcel, con sobornos o intimidación de autoridades “altas o menores”.
“Ese día, de manera directa, al menos 15 servidores públicos cuidaron que el carrito de lavandería ascendiera tres niveles, pasara el menos seis puntos de vigilancia y saliera de la zona del estacionamiento sin problema. Supuestamente, bajo el colchón iba un kilo de oro que el maestro del taller había pedido a El Chapo que lo enviara fuera del penal”, dicta la nota de Gustavo Castillo de La Jornada de ayer 17 de enero, que reseña el caso. Maniobras del poder la reproduce por su importancia.
“A una década de aquella evasión, la primera y única en la historia de los penales de máxima seguridad en México, Joaquín El Chapo Guzmán Loera se convirtió en una leyenda del narcotráfico mexicano [al ser considerado por la revista Forbes entre los hombres más ricos del mundo con un millón de dólares en su haber] y, según diagnósticos gubernamentales, su organización, el cartel de Sinaloa, opera también en Estados Unidos, y en naciones de Europa, Centro y Sudamérica”.
El caso es que “en junio de 1993 parecía el fin de la historia delictiva de Guzmán Loera tras ser detenido en Guatemala, trasladado a México y enviado a una prisión de máxima seguridad en La Palma, en Almoloya. En esa cárcel permaneció hasta el 22 de noviembre de 1995. Ese día fue transferido a Puente Grande para cumplir una sentencia de siete años por delitos contra la salud, cohecho y asociación delictuosa.
“Llegó al Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) número 2, el 22 de noviembre de 1995; en 1999, con la designación de Leonardo Beltrán Santana como director, corrompió durante dos años todas las estructuras de la prisión. Tenía su propia nómina. Cada mes repartía millones de pesos a los funcionarios, custodios, aduanas, cocineros, lavandería, centros de vigilancia y de seguridad.
“En Jalisco contactó, mediante Eduardo González Quirarte, a los líderes del cártel de Juárez: Amado Carrillo Fuentes, El señor de los cielos (fallecido [sic] en 1997), y su hermano Rodolfo, El niño de oro (quien según versiones de la Procuraduría General de la República —PGR— fue asesinado por órdenes de El Chapo Guzmán el 11 de septiembre de 2004, en Culiacán, Sinaloa).
“Los Carrillo Fuentes financiaron a Guzmán Loera durante su encarcelamiento y posibilitaron su huida, señalan investigaciones de la PGR. El Chapo Guzmán, aprovechó la situación y generó una red de complicidad (…) en pocas palabras (compró) toda la institución carcelaria, afirmaron en febrero de 2001, el subprocurador de Procedimientos Penales B de la PGR, José Jorge Campos Murillo, y el visitador de esa institución, Carlos Javier Vega Memije.
“Prácticamente se adueñaron del Cefereso de Puente Grande (…) instrumentaron una estrategia de cooptación de todo el personal del centro, basada primordialmente en el soborno y la intimidación. En los casos en que había oposición a los designios de los capos, se creó el grupo de Los bateadores, quienes amenazaban a internos, custodios y directivos penitenciarios. Y cuando no entendían, eran golpeados con bates de beisbol.
“Algunos custodios presentaron en enero de 2000 una queja ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos, ese organismo informó a la Comisión Nacional de los Derechos humanos [CNDH]. Ahí quedaron las cosas. La subsecretaría de Seguridad Pública, responsable de las prisiones, que entonces dependía de la Secretaría de Gobernación y cuyo titular era Jorge Tello Peón (exasesor de Calderón en materia de seguridad nacional), supuestamente no tuvo conocimiento de lo que ocurría.
“La coordinación General de Inteligencia de la Policía Federal supuestamente tampoco tuvo información de los planes de fuga, a pesar de que esa corporación estaba a cargo de la seguridad en Puente Grande. Hasta finales del año 2000, esa área estuvo a cargo de Genaro García Luna, actual secretario de Seguridad Pública federal.
“El Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) tenía dos agentes infiltrados en Puente Grande, y a pesar de los reportes que enviaron señalando que El Chapo y sus socios ya se habían apoderado del penal, Alejandro Alegre y Eduardo Medina Mora no atendieron la información. El segundo fue secretario de Seguridad Pública en la gestión de Vicente Fox y en el gobierno de Calderón fue titular de la PGR, ahora es embajador de México en Inglaterra”.
Y siguen los detalles. Pero el mismo día 19 al filo de las 13:00 horas, acudió de visita al penal el subsecretario de Seguridad Pública, Jorge Tello Peón, para supuestamente “detectar anomalías” y “el peso” que tenían El Chapo, El Güero Palma y El Texas, y “ordenó su traslado a un área de mayor seguridad. Instrucción que el director Leonardo Beltrán Santana no cumplió”.
En plena corrupción, el penal estuvo al servicio de El Chapo, quien hasta para el día de su salida hubo custodios para permitir la burla de la autoridad penitenciaria. Y El Chito empujó el carrito que lo puso en el estacionamiento del penal y de ahí a la libertad. De los 74 detenidos se acusó a 71 por la fuga, 59 de los cuales fueron condenados y sólo quedan en prisión cinco, entre ellos Javier Camberos El Chito, sentenciado a 25 años. El director del penal fue liberado en junio de 2010.
Desde 2001, El Chapo hizo alianzas con los capos Ismael El Mayo Zambada, Juan José Esparragoza El Azul e Ignacio Nacho Coronel del cartel de Juárez. Fue el relanzamiento del cartel de Sinaloa, El Chapo rompió con Juárez y amplió su poderío que ahora coloca Forbes en el pedestal de los más ricos. Hoy se dice que domina el 70% de la droga que entra a Estados Unidos, distribuye en Europa y controla el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, según la información referida. El caso es que hoy las fugas de reos de alta peligrosidad es una constante.

Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com

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