miércoles, 16 de febrero de 2011

MÉXICO-EU, INTERVENCIONISMO II

16/febrero/2011

*Neoliberalismo, la privatización suicida
*La preocupación gringa por la economía

Con el pretexto del resguardo de su “seguridad nacional” [un estratagema desde cualquier punto de vista geoestratégico, que fue reeditado por los halcones de George W. Bush tras los autoatentados de aquel fatídico 11/S], Estados Unidos actúa contra el mundo como los países pomposamente llamados “en desarrollo” contra sus pobres.
Primero EU les impone lineamientos macroeconómicos neoliberales atroces cuyo saldo es la desarticulación de las economías, y luego quiere buenas cosechas que le proporcionen “seguridad”. Más cuando se trata de sus fronteras, como en el caso de su vecino del sur.
En México, el Estado primero se dejó guiar y adoptó la imposición neoliberal que deterioró —changarrizó— a su economía porque generó estructuralmente la desigualdad con pocos millonarios vs millones de pobres, para luego entregarles dádivas —al estilo Pronasol desde Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y ahora mediante “Oportunidades”—, o tratar de ocultar la pobreza con fines electoreros cual si fuera un lastre nacional. Sí que lo es, pero generado por los propios gobiernos, con sus políticas económicas a contentillo de Washington. Y mala pata de los partidos políticos.
Pues resulta que, como dicen los cables enviados desde la embajada de EU en México y que dirige Carlos Pascual, al Departamento de Estado, del Tesoro, Comercio y gobierno de EU [reseñado por La Jornada el lunes 14 bajo el título: “Economía mexicana, tema de seguridad para Estados Unidos, afirma embajada”] una vez institucionalizada su agenda de seguridad con México, una vez conseguido dicho objetivo, “considera necesario dar seguimiento a la situación económica y social del país”. Por eso “necesitan ahora poner más atención en las agendas financieras y social de un país cuya situación económica y bienestar social” porque “nos afecta directamente”.
A EU le pega el asunto de la “competitividad” de su propia economía, que “depende crecientemente de un México más competitivo” por los temores de verse rebasado por el crecimiento acelerado de China e India en el mercado mundial. Un asunto que, claro está, ahora sí les preocupa y se ocupan de él apenas desde 2010, tras el hundimiento económico de México en 2009 —cuando el inepto previsor y titular de Hacienda entonces calificó el impacto de “catarrito” a la crisis que se veía venir por la debacle de la economía estadounidense en 2008—, y tras las declaraciones del gobierno de Felipe Calderón de principios de 2010 cuando dijo que pondría mayor énfasis al tema; en tiempos en que “el discurso gubernamental giraba en torno a la seguridad y al combate al crimen organizado”.
El tema de la competitividad de la economía mexicana “es planteado por los analistas de la embajada estadounidense aquí en términos de la dificultad para generar mayor crecimiento”. Por ello, “Los esfuerzos por reforzar nuestra mutuamente benéfica competitividad se enfocarán en 2010 a estimular la innovación, crear empleos en ambos lados de la frontera, construir una frontera moderna para el siglo XXI y apoyar una agenda de desarrollo de energías renovables. Todas estas son prioridades de la administración de Calderón y ofrecen gran potencial para futuras inversiones de Estados Unidos y para el desarrollo económico”. Así la veían los gringos desde la óptica del espionaje diplomático a principios de 2010, luego que en 2009 la economía mexicana caería en más de 6 puntos porcentuales del PIB, “la más pronunciada en ocho décadas”.
Seguramente olvidan los gringos que los bien disciplinados gobernantes mexicanos, más papistas que el Papa o prosélitos monetaristas fridmanianos [casi todos educados, presidentes y titulares de Hacienda, e tutti cuanti] que los Chicago boy, aplicaron las exigencias del BM y FMI como receta catequística. De seguro se les olvida ahora a nuestros buenos vecinos del norte —los de calidad de espías, congresistas e inversionistas voraces— que el saldo neoliberal ha sido causa del gran desastre nacional en México, en el campo y la ciudad. ¿Qué país en el mundo crece a tasas promedio del 2.1% durante casi tres décadas, todo en aras de su pregonada estabilidad macroeconómica para contentillo de los extranjeros sin importar su gente?
Agarrado por el cuello, aparte de soportar un modelo devastador todavía se negocian los términos de intercambio comercial totalmente desfavorables a México y a beneficio de EU, como es el llamado TLCAN, o Tratado de Libre Comercio de América del Norte con Canadá incluido. Por eso, ¿cómo el modelo no va a engendrar unos pocos multimillonarios y millones de pobres, muchos de los cuales buscan brincar la frontera so riesgo de perder la vida —los maltratados migrantes— hacia EU en busca de un mejor empleo que acá no se le da? Tan sólo el lastre de la privatización, apenas un ejemplo de las políticas neoliberales aplicadas a pie juntillas en el país por los gobernantes vendepatrias desde Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Calderón.
En su tiempo la privatización de empresas públicas, otrora en manos del Estado, que se hizo bajo los preceptos de Rogozinsky citados ayer, era el gran negocio para el Estado. Se llenaría las arcas; pero fue al contrario, quienes se llenaron los bolsillos fueron un puñado de empresarios. Entre ellos el mismísimo ahora hombre más rico del mundo, Carlos Slim. Los multimillonarios que deben sus fortunas a la privatización de empresas públicas emprendida por Salinas, dice otro de los cables de julio de 2008 enviado por la Embajada.
“México, país en el que aproximadamente 40% de la población vive en pobreza, tiene 10 personas en la lista de multimillonarios de 2008 de la revista Forbes… esta concentración de la riqueza y poder económico dificulta la capacidad del país para aumentar y profundizar su competitividad en industrias importantes”. De ahí la línea de arremeter en contra de los monopolios emprendida desde el Congreso; pero sólo para dichos monopolios puedan cambiar de manos, más no para hacer más competitivo al país, como le interesa a EU. Y cita el ejemplo clásico de la privatización de Telmex y el de Imevisión luego Tv Azteca.
Véase el negocio. Con la privatización de más de mil empresas públicas que inició en 1982, se generaron ingresos al fisco por 31 mil 538.1 millones de dólares, una cantidad equivalente solo al 28.8% de la deuda asumida por el Estado para financiar el fracaso de los particulares al adquirir dichas compañías —el rescate bancario, de las autopistas concesionadas, las aerolíneas y los ingenios—, según datos oficiales, que representó 110 mmdd. Tan sólo por la banca se obtuvo 13 mmdd, pero se destinaron 90 mil mdd para salvarla. ¿Para quién fue el negocio de los contribuyentes mexicanos por las privatizaciones? Y ese es apenas un aspecto del modelo neoliberal.

Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com

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