lunes, 12 de julio de 2010

CUBA, SOBREVIVIR CON DIGNIDAD

12/julio/2010

*Desde la Revolución hasta la disidencia
*Ni el imperio, contra la voluntad popular

“En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede dominarle”: Mahatma Gandhi (1869-1948).

En vilo. Para Cuba, mantenerse siempre firme ante las amenazas continuas del imperio más poderoso de la tierra que representa Estados Unidos, nunca ha sido una tarea sencilla. Estar siempre alertas frente a la línea tan delgada que separa la verdad de la mentira, entre la intriga palaciega de la guerra psicológica con matiz propagandístico desde el imperio hacia la isla (y al mundo entero), y las necesidades propias de un país como cualquiera, es tarea de expertos.
No es fácil contener, entonces, el peligro que significa ceder a las presiones de un país herido —como han reaccionado siempre los gobiernos de EU, desde el triunfo de la Revolución cubana para acá—, de un imperio además acostumbrado a regentear e imponer su santa voluntad en cualquier continente, utilizando todos los medios posibles (desde la “diplomacia”, las presiones económicas de todo tipo, hasta la intervención militar), porque en más de medio siglo no ha podido contra un pueblo que se resiste al engaño y la explotación de su mano de obra y sus recursos naturales, como todos los demás del continente.
Todo eso genera abigarradas confusiones, más afuera que adentro. Bien por no comprender las amenazas que dicho acoso representa, porque se vive de lejos; mal por no entender la importancia histórica de un país ejemplar que sostiene su Revolución a pesar del bloqueo económico continuo, a quien le ha costado sufrimiento y grandes limitaciones. Es el costo que se paga por la rebeldía, es el precio por mantener la dignidad en alto. También el costo que impide desplegar en toda su extensión, un proyecto que encierra un potencial que apunta más allá del desarrollo material y el enriquecimiento de unos cuantos.
Pero es sólo la dinámica interna de un país, como la de un organismo vivo cualquiera —como lo muestra la filosofía—, la que determina su camino y rumbo a seguir. Así los obstáculos sean cuantiosos, representen altos costos y constituyan una amenaza permanente para su misma supervivencia. Por eso, porque la tenacidad persiste, es que Cuba no ha cedido a las presiones de EU. Porque, en otras palabras, tanto la política interior (económica y política; además de socialista) como la exterior, han soportado los embates de la furia imperialista incluso tras la desaparición de la URSS, otrora poderoso sostén.
El caso es que ni eso, ni siquiera el derrumbe del llamado bloque socialista (región para el intercambio de productos básicos), surgido por decreto al final de la Segunda Guerra, ni la crisis económica interna que se manifestó en Cuba tras la caída; como tampoco la pérdida de muchos apoyos solidarios desde los más diversos sectores y países —incluso de intelectuales, para quienes resultó ejemplar y posible un proyecto de liberación nacional—, han logrado vencer (el gran deseo de EU) al proyecto socialista que se propusieron los revolucionarios encabezados por Fidel Castro desde la toma del poder en 1959, y la caída del incondicional proyanqui, Fulgencio Batista, tras las batallas en la Sierra Maestra.
El gran pecado de Fidel Castro, como de los idealistas guerrilleros compañeros de batalla, Ernesto El Che Guevara y Camilo Cienfuegos (entre tantos), fue el haber declarado a Cuba como un país socialista, tremenda osadía en zona de traspatio y mal ejemplo para otros países latinoamericanos. La aceptación para que en la isla se instalaran bases militares de la URSS (ojivas nucleares; recuérdese la crisis de los misiles que tuvo al mundo en vilo por unas semanas) a unos pasos de su territorio no alcanzó el perdón para Fidel. Pero está claro que Cuba entró de lleno al conflicto de la bipolaridad sólo para sobrevivir a los embates gringos durante mucho tiempo. Esa fue una estrategia de Fidel.
EU no contaba con la tenacidad de un dirigente con tesón de estadista. Cuba no sólo representó (lo sigue haciendo, pero ahora opacado tras densas nubes de propaganda por las agencias noticiosas de Miami, y la guerra sucia orquestada por los “disidentes” bien utilizados por Washington), entonces, un reto para el imperio porque Fidel ha sido un líder que ha utilizado todos los foros posibles para desnudar los intereses de EU, también un objetivo donde acabar con el proyecto de un pueblo que acepta el socialismo como plan de vida pasa por todo, incluso derrocar a su gobierno.
Acabar con cualquier esperanza de avanzar (así fuera lentamente, según las condiciones históricas de cada país) hacia un sistema económico y social alternativo, más en el traspatio. Un sistema alejado de la rapacidad de las empresas capitalistas e imperialistas estadounidenses, quienes donde ponen el ojo ponen la bala, o donde colocan su dinero lo destruyen todo. No importa que sean pueblos enteros, o ecosistemas vírgenes, con tal de apropiarse de la riqueza que eso encierra y su ambición demanda.
Es verdad que los discursos de Fidel justificaron siempre —mientras estuvo al frente del gobierno—, si se quiere bajo el ardid de la amenaza intervencionista de EU (real, además; recuérdese la invasión del ejército estadounidense en Bahía de Cochinos, que fue repelida por la milicia cubana), la oposición interna a todo lo que lleva el sello gringo. Pero EU nunca ha tolerado la resistencia de Fidel. Con todo y que no hay soberbia que se compare a la intentona golpista y criminal (Castro es quien ha escapado a más atentados argüidos por la CIA; unos 640) desde el imperio. Por eso, a pesar o no de Fidel, el cubano es un pueblo con la frente en alto. Con muchos problemas, pero tantos menos que el resto de los países latinoamericanos en materia de política social. La valentía del pueblo capaz de soportar soberbia de un poderoso imperio como el gringo.
El horizonte socialista se hacía palpable, y ejemplo para los grupos guerrilleros y organizaciones sindicales opositores de los países, cuyos gobiernos y burguesías nacionales han sido siempre serviles de EU, ya por sometimiento “voluntario” o por la intervención directa en los asuntos internos de los países latinoamericanos, empleando todos los medios posibles, como diplomacia tendenciosa, acciones de contrainsurgencia, guerra de baja intensidad, apoyo a golpes de Estado e intervención militar directa.
La jugada reciente del gobierno de Raúl Castro, de soltar a 52 presos de la disidencia cubana, tras las negociaciones con la Iglesia de su país, le resultó bien porque desarticuló las presiones por la huelga de hambre de Fariñas y d las Damas de blanco a beneplácito de Washington —con miras a la liberación de los cinco héroes cubanos encarcelados por presunto espionaje—, y quedar bien con la Unión Europea para las negociaciones en puerta. Enhorabuena por la Revolución. Dignidad en alto frente al acoso del imperio. En vilo, pero firmes.

Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com

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