06/septiembre/2010
*Peor que tsunami-2007 o terremoto de Haití
*Urge ayuda, salvar vidas por inundaciones
“No pretendas apagar con fuero un incendio, ni remediar con agua una inundación”: Confucio (551 aC-478 aC).
De por sí, para la comunidad internacional Paquistán es considerado un Estado fallido. Y en los últimos dos meses le ha llovido sobre mojado. No padecía inundaciones desde 1929, y las recientes han afectado por demás a pueblo y gobierno. Amplias zonas de territorio anegadas por el desbordamiento de ríos como el Indo, que atraviesa el país desde Los Andes hasta el Mar de Arabia, además del Jelum, Chenab, Rabí y Sutlej, han complicado la situación para la población desde las lluvias de la última semana de julio.
Desastre natural, implacable. Tan grave, que según la tipificación de la ONU, es mayor que el tsunami de 2007 y el terremoto de Haití. Y sin la ayuda internacional no saldrá de tamaña crisis humanitaria. El saldo, seguramente conservador, es de al menos 20 millones de personas afectadas y entre 1,200 y 1,500 que han perdido la vida. A mediados de agosto, ya el drama crecido, se registró la muerte de unos 23 niños de un total de 3.5 millones que están en peligro por el riesgo de contraer gastroenteritis y otras enfermedades por el agua contaminada.
Regiones completas inundadas: en ciudades como Rawalpindi, Nowshera, Charsadda, el valle de Swat y el de Alto Neelam, las localidades más afectadas con unas 24,714 casas arrasadas en 584 pueblos, todas cercanas a los ríos. En Diócesis de Multán —de acuerdo con el reporte de Cáritas presentado el pasado 19 de agosto— 800 mil hectáreas dañadas y de ellas, unas 290 mil son de cultivos de algodón, arroz, caña de azúcar, forrajes. Cientos de sobrevivientes se refugiaron en escuelas de la ciudad norteña de Peshawar.
Como en cualquier país, el desastre humanitario causado por las lluvias, desborda las acciones del gobierno. Pero en el trabajo de evacuación de personas atrapadas en zonas inaccesibles ha enaltecido al ejército en Paquistán. Las necesidades de vivienda (más de 30 mil familias sin hogar), alimento y sobre todo agua potable son urgentes, además de los servicios de salud. La organización para el abasto de la ayuda internacional; una situación que luego genera embudos innecesarios.
En ese contexto ha brotado el descontento latente contra la clase política. Se da en dos sentidos. 1) En tanto el gobierno mantiene una preocupación legítima por el costo de la reconstrucción, 2) no falta la suspicacia que despierta, por los antecedentes de corrupción desde el propio gobierno, el manejo de los recursos de la ayuda que fluye desde el exterior.
Por eso los llamados a que “algún general patriota” actúe contra los políticos corruptos y señores feudales, como exigió hace una semana el líder del Movimiento Nacional de Unidad (MQM), Altaf Hussain (¿oportunista?). Cierto que esa es una percepción latente para la población, pero la mayoría se pronuncia por la democracia y el llamado al ejército es de riesgo, porque durante los últimos 65 años el país ha sido dominado por gobiernos militares. Y por ahora la prioridad consiste en atender las demandas de los 20 millones de ciudadanos afectados.
Por lo mismo, el llamado de Hussain ha recibido críticas, con todo y que el ejército es el único que posee la estructura organizativa y la movilidad para prestar la ayuda y eso mismo lo haga visible para la población. Por si fuera poco, aparte de administrar al desastre de la población, el gobierno tiene que controlar tanto las acciones de los talibanes paquistaníes que amenazaron hace una semana con atacar a los vehículos que transportan la ayuda desde el exterior para la población tras el desastre, como las presiones de Estados Unidos para que haga todo por contener a los terroristas.
En cuanto a la ayuda, la propia ONU ha recibido de la comunidad internacional fondos por 207 millones de euros de los casi 400 que solicitó dentro del plan de emergencia; y el gobierno por su parte, ha captado otros 131 millones de euros en apoyo. Pero ni el dinero ni las armas atómicas que posee el país son suficientes, en tanto la situación desborde las necesidades de la gente. Según a Unicef, hay millones de personas que están sin agua potable para el consumo, haciendo riesgoso la opción del brote epidémico.
Por si fuera poco, la semana pasada ocurrieron dos atentados, uno el miércoles y otro el viernes. El de media semana, el primero desde las inundaciones, fue un ataque a una procesión chií con tres detonaciones que causó la muerte de 40 personas, en la ciudad de Lahore. El viernes anterior, un ataque suicida que dejó a 73 víctimas mortales y un total de 206 personas heridas. Fue contra población chií en la ciudad de Quetta y para apoyar al pueblo palestino. Ambos atentados fueron reivindicados por Qari Hussain Mehsud, un líder del movimiento Tehril e Taliban Pakistán (TTP), o Movimiento Talibán de Pakistán, un grupo que recién fue incluido por EU en la lista de las organizaciones terroristas.
El Departamento de Justicia estadounidense ha presentado cargos en contra de Mehsud por su implicación en un atentado en 2009 contra una base militar de EU en Afganistán donde murieron siete de sus soldados. Y por el atentado fallido al Times Square este año.
El problema mayor para la respuesta a la catástrofe desde el occidente, que incluye tanto a Europa como a los propios EU, es al sentir antiislamita que afecta, visto que solo después de dos semanas de las inundaciones que los gobiernos comenzaron a reaccionar. No así con los aliados tradicionales de Paquistán, China, Arabia Saudita e Irán.
El caso es que la exigencia del auxilio a la población no puede estar sujeta ni al rechazo por todo lo que sea musulmán desde occidente, como a la situación política interna del país asiático. Salvar vidas es lo importante por ahora. Cualquier retraso devendrá en un desastre mayor para la población afectada por las inundaciones. De los propios paquistaníes dependerá que sigan siendo considerados como Estado fallido.
Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
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