miércoles, 19 de febrero de 2014

GLOBALIZACIÓN E INGOBERNABILIDAD NEOLIBERAL

 “La globalización no es sinónimo de modernidad, sino de retroceso y destrucción”.
Por Salvador González Briceño

BREVE INTRODUCCIÓN
I.- UNA GENERALIDAD APOCALÍPTICA

La “globalización neoliberal” profundiza en todo el mundo, países desarrollados y en desarrollo [capitalistas por supuesto], un abanico de contradicciones. Cuasi perversas.
Destaca la guerra [justificada por el uso del terrorismo (“es más seguro ser temido que amado”: Nicolás Maquiavelo); el fundamentalismo (el “choque de civilizaciones” de Samuel Huntington); la “guerra contra las drogas” (de Richard Nixon dixit, en 1971) y hasta las temidas “conspiraciones” (los atentados a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001 apuntan a eso), todo en aras primero de la hegemonía, luego de la “seguridad nacional”] como método generalizado, empleado ya por los imperios del pasado (romano, persa, griego, árabe, otomano, español, británico, etcétera), y ahora por el estadounidense desde los años de la Segunda Guerra Mundial, para perpetuarse como el único garante del estatus quo mundial.
La contradicción riqueza versus pobreza extrema, persistente entre las principales. Es decir, la elevada concentración de la riqueza en pocos países, algunas empresas y unas cuantas manos.
Y, pasando por la destrucción de la naturaleza: espacio, mar y tierra [“sustentabilidad” económica, ecológica, energética o social en entredicho], simultáneamente se crean situaciones de enfermedad, hacinamiento y muerte.
En pocas palabras, con la globalización se aceleran los contrastes económicos, así como la descomposición violenta por la acción del crimen organizado que trastoca pueblos enteros y alcanza al núcleo de la sociedad: la vida familiar.
La globalización destruye todo lo que está a su alcance, vía la carrera libre que se disputan países, empresas (las del adelanto tecnológico) y capitales, o viceversa. La “selección natural” de Darwin, o la ley de la selva del capital financiero de las principales bolsas, que derrumba países enteros. Europa como botón de muestra.
El impacto social es incalculable, porque lastres sociales como el narcotráfico desestabilizan territorios, regiones, estados y amenazan países. Sus valores, en fin, son la competencia, el individualismo, el consumo, el beneficio por sobre todo, la carencia de ética.

LA JUSTIFICACIÓN
II.- EL “MUNDO FELIZ”

Hay quienes desean un mundo mejor, “justo” o “feliz”. Para recordar a Aldous Huxley; “Utópico” por referirnos a Tomás Moro. Qué decir de San Agustín en La ciudad de Dios, La República de Platón o los socialistas Owen de Inglaterra, Saint Simon y Charles Fourier de Francia. Es claro que cualquier nación requiere proyectos propios y de largo plazo. Pero con gobernantes estadistas al frente, o un mínimo de espíritu nacionalista y sentido común.
Atendiendo sus potenciales naturales, económicos y sociales, para un desarrollo que responda a las necesidades [no consumistas por cierto] de la población.
Pero en la actualidad, las últimas dos décadas, sólo unas cuantas naciones se han atrevido a quitarse la soga del cuello que imponen las empresas multinacionales y la banca mundial.
Se pueden mencionar a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y algunos países latinoamericanos como Cuba, Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia. Con propuestas alternativas de desarrollo.
Claro que en referencia a los países “desarrollados” como Gran Bretaña, Alemania o Estados Unidos, ellos son dueños de proyectos propios; pero lo son en sentido estrictamente nacional [con sus particularidades].

LA REALIDAD
III.- EL CABALLERO DE LA TRISTE FIGURA

Pero en la mayoría de países, los planes son unos y la realidad resulta muy otra. ¿Por qué? Todos padecen y reproducen el engaño que, al mismo tiempo, se alimenta con acciones. “El Quijote” cabalga de nuevo. El mundo ilusorio del espejismo, del fetichismo mercantil.
Como seguir el guión trazado por los grandes medios de comunicación, la moda, las películas de Hollywood, etcétera, hasta llegar a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), donde los jóvenes se sienten amos y señores del Internet. Una herramienta muy útil pero con la que fácilmente se cae en el engaño o el error [léase el robo de identidad].
Es la política del “Gran Hermano” de George Orwell, donde el Estado lo controla todo. ¡Qué decir del espionaje al estilo de la Agencia Nacional de Seguridad de EU donde cabemos todos: países, empresas, organismos, personas! Para recordar a Bradley Manning, Edward Snowden, Julian Assange, y otros como Daniel Ellsberg que reveló en 1971 los “Papeles del Pentágono” sobre Vietnam.
En el fondo, una realidad impuesta, vgr. de consumismo [por eso el éxito de las grandes marcas, o que los mexicanos, por ejemplo, ahora tienen el 1er lugar en obesidad]; mercantilismo [donde no hay dinero que alcance]; el fetichismo señalado por Marx donde las mesas bailan patas arriba.
Como el “american way of life”, la ilusión de los inmigrantes que a falta de oportunidades aspiran a un mayor nivel de vida, alquilándose como mano esclavizada moderna.

A.- EL ESTADO DE LOS RICOS

Es claro que el Estado, o la organización estructurada de la sociedad (sus formas de gobierno, los poderes, la política, la democracia, el territorio y la población), resulta imprescindible para conseguir los fines del desarrollo deseado.
Pero el Estado responde siempre a una “ordenación comandada”, es decir, dirigido por políticas con cualquier tipo de controles desde los centros del poder mundial. Incluida la maquinaria electoral que “legitima” las formas de gobierno como tales expresiones de poder.
Marx nos advirtió, ya desde el Manifiesto comunista, que el Estado responde a los intereses de las clases dominantes. Luego entonces, quien se apodera del Estado se posesiona del mecanismo primero para el control social. Y después todos validan, “legitiman” el procedimiento, no pocas veces ilegal de los operadores, vía el consenso “popular”.
Tamaño engaño, puesto que se avala el proceder de una estructura gubernamental que luego trabaja con fines específicos, más no en función del “interés general”.

B.- EL ESTADO GLOBAL

El mismo esquema nacional se reproduce a escala mundial. Por eso las relaciones inequitativas entre los países. “De te fabula narratur” (a ti se refiere la historia: Horacio), el espejo de las naciones en desarrollo que van tras los pasos de los desarrollados, desde el punto de vista capitalista.
Por ello, la complementariedad de los unos por los otros, resulta de un simple ideal, puesto que rigen los principios del gran capital: “Cuánto tienes cuánto vales”.
De ese modo, las instancias o instituciones internacionales sólo “legitiman” los atropellos. Porque al igual que los Estados nacionales sirven o responden a objetivos precisos. Es el caso de la ONU, la OTAN, la OMC, G-8, G-20, la UE, la OCDE, el BM, el FMI.
Con excepción de algunos organismos regionales (Mercosur, Unasur, Celac; Unión Africana, Liga de Estados Árabes, etcétera).
¡Qué dieran países como Estados Unidos que desean el reinado del “mundo libre”!: Un gobierno mundial, una moneda única o, en pocas palabras, “el fin de la historia”, como planteara en 1992 (tras la caída del Muro de Berlín 1989 y de la URSS en 1991) el politólogo Francis Fukuyama.
Las metas que pregonara en su momento George Bush un 11 de septiembre, pero de 1991, de crear “un Nuevo Orden Mundial” [expresión de la revista Time de enero del mismo año] “¡para alcanzar las aspiraciones de la Humanidad”!, siguiendo los principios de la ONU. (Ver video: http://www.youtube.com/watch?v=E05adbXs_JA). Un sueño ya planteado en los Catorce Puntos de Woodrow Wilson al final de la Primera Guerra Mundial, para la Liga de Naciones, antecedente de Naciones Unidas.

EL SALDO
IV.- TESIS EXPLICATIVAS
PRIMERA: LA INGOBERNABILIDAD COMO FRUTO DE LA AUSENCIA DEL ESTADO, O EL DESGOBIERNO COMO SECUELA NEOLIBERAL

Luego entonces, con un escenario tan contradictorio, la ingobernabilidad se explica por partida doble:
1)   La ausencia de un Estado preocupado en resolver la problemática social. El Estado de Bienestar o benefactor keynesiano le dio buenos resultados a Teodoro Roosevelt en Estados Unidos para salir de la recesión de 1929-30, el famoso “New Deal”.
Pero la situación cambió a raíz de la crisis de los años 70-75 cuando declinan tasa de ganancia y acumulación de capitales. Entonces se aceleran las reformas liberales, por Ronald Reagan en EU que le otorga mayor autonomía al sector financiero con las políticas desregulatorias, al igual que en la Gran Bretaña la “Dama de hierro” Margaret Thatcher. Ambos son los padres del neoliberalismo.
2)   Recordemos que en términos económicos, la liberalización incluye junto a la privatización, el abandono de la sociedad por parte del Estado. Es la tesis del pensamiento único que reina desde principios de los 80 entre los países de la globalización. Actores hoy en profunda crisis.
Luego entonces, la pérdida de herramientas o de controles por parte del Estado se refleja en la poca o nula posibilidad de conducción otrora eficaz. Pero no sólo eso: la tesis de que el mercado libre lo compone todo no da resultados.
Porque la iniciativa privada no tiene otro fin que la ganancia; además, la ganancia pronta y expedita. O los saldos son sólo benéficos para los particulares, sobre todo los grandes empresarios o los banqueros tanto internos como de fuera. Por cierto que en esta nueva etapa la tasa crece sin acumulación, por eso las burbujas flotantes que estallaron en 2008-09
En ese tenor, es por ello que el Estado se ausenta y pierde los hilos de control que retoman otras expresiones, como los llamados “poderes fácticos”. Los mecanismos de gobierno se interrumpen o simplemente se bloquean. El neoliberalismo versus la gobernabilidad.

SEGUNDA: LA INGOBERNABILIDAD IMPACTA DIRECTAMENTE LA SEGURIDAD INTERNA, PERO TAMBIÉN VULNERA LA SEGURIDAD NACIONAL
¿CÓMO SUCEDE ESO?
1)  Cuando se rompen ciertos vasos comunicantes entre el Estado y la sociedad, se pierde el control interno desde los poderes reales establecidos para con los interlocutores y la problemática corriente. Recuérdese que en política los vacíos de poder no existen. Y la gobernabilidad cuando no se rompe se resquebraja.

2)  Si los hilos llegan a romperse, rápidamente son sustituidos por “otros” en cualquier dirección. Sí. Por una parte entran al escenario los “grupos de presión” tradicionales, ahora más abiertamente [pero el tema no queda ahí]. La otra es: el peligro que representa la presencia de los poderes fácticos con fines claramente ajenos, hasta perversos para la sociedad.

3)  Aquí ya se perdió la gobernabilidad. Es decir, que los problemas que se presentan al interior de la sociedad ya no encuentran interlocutores desde los gobiernos, y no se resuelven sino todo lo contrario. O peor aún si se hace uso de la fuerza represiva del Estado para contenerlos. Aquí se abre un futuro negro para trabajadores, empleados, campesinos, indígenas, jóvenes, todos. Es cuando se pierden las conquistas históricas.

4)  Si el uso de la fuerza deslegitima, cuantimás la falta de respuesta o la complicación de los problemas. Eso es lo que impacta la seguridad interna. La agrava. Y, o el Estado llega a perder el control o se militariza. El autoritarismo es uno de los riesgos tanto de la ingobernabilidad como de la fractura en la seguridad interna. Porque los asuntos propios de un país no encuentran autoridades que resuelvan y éstas se alejan todavía más de la población. La ingobernabilidad polariza a la sociedad entre gobernantes y gobernados.

5)  La vulnerabilidad interna deja al garete la relación con otros Estados. O sea que un país en las circunstancias descritas queda expuesto a los injerencismos o intervenciones extranjeras. Con eso la primera en trastocarse es la seguridad nacional. Porque la globalización trastoca la seguridad nacional de los países que asumen el espejismo.

TERCERA: ELEMENTOS PARA UNA EXPLICACIÓN

Por lo tanto, la ingobernabilidad tiene tres vertientes explicativas:
A)   La legitimidad interna vulnerada, y;
B)    La presencia de intereses extranjeros, los que encabezan las multinacionales y el sistema financiero global (la pretendida cara bonita de la globalización).
La primera, que se consiguió en las urnas se ve luego trastocada por la ausencia de directrices y compromisos de los gobiernos.
La segunda, se suscribe por los gobiernos con argumentos de estabilidad económica [macroeconómica en el caso de México], monetarios y fiscales, en tiempos de crisis, con actores externos.
C)    El asunto no para ahí. No únicamente aparecen pronto las señales del deterioro estatal. Los países se derrumban. Las crisis pegan más fuerte y las fracturas económicas se profundizan. Por ejemplo, todavía no se ve cómo Europa saldrá de la recesión profunda que viven algunos países, sin el compromiso del sistema financiero. Claro que los señalados son otros: “el euro”, “el mercado”, el “endeudamiento público” y sin control de los gobiernos, “los políticos irresponsables” [que los hay y para eso baste voltear la mirara a España], los elevados salarios, y hasta la falta de saneamiento de los bancos, etcétera.
Pero nadie señala a los verdaderos responsables representados por la Troika: la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Es decir, el sistema financiero global.
Nunca regulado [ni en términos de controles legales ni de cortes a sus ganancias] y siempre apoyado por instituciones “privadas” como la Reserva Federal, que está en el negocio del dinero global vía las tasas de interés permitiendo la especulación abierta y cínica.
Además, que las bolsas de Nueva York y las europeas permanecen intocables y no asumen ninguna responsabilidad. Por eso las presiones contra los países débiles no cesan [Grecia, España, Portugal, Irlanda], y son los pueblos los que son sometidos a los más durísimos recortes.
La vulnerabilidad de los Estados llega al límite de no saber si permanecen o no en la UE. O si se mantiene el Euro como moneda única. Peor aún, si recibirán los apoyos para sortear la crisis o cómo lo harán. Angela Merkel sólo presiona para que los gobiernos paguen sus deudas y para eso exige mayores recortes. La seguridad nacional de los países europeos en crisis está más vulnerada que nunca.
De la mano de eso, los gobiernos responden con la fuerza pública antimotines a los manifestantes que reclaman el respeto a sus derechos, tanto legítimos como a la libertad de expresión. Contra todos estos derechos atentó la globalización, o el librecambismo moderno atroz. Movimiento Ocupy Wall Street, Seattle, Foro Social Mundial, etcétera.
En ambos puntos se refleja la vulnerabilidad; es decir, aparecen los peligros para la seguridad nacional. Por lo tanto, los riesgos devienen estructurales; como la explicación.

V.- CONCLUSIÓN
INGOBERNABILIDAD DE LA GLOBALIZACIÓN
La Globalización genera las condiciones para la descomposición/destrucción económica, política y social de los países. Los ganadores de la globalización son ya no sólo las grandes multinacionales como las petroleras; son los sistemas financieros del mundo, los especuladores y acumuladores de la riqueza.
Las pérdidas de controles estatales redundan en la ilegitimidad de las elites políticas, de los gobiernos. Ello se refleja también en ambientes de clara ingobernabilidad, por la ausencia del Estado de la globalización.
Por la ingobernabilidad florecen los “giros negros” del capitalismo mundial: el tráfico de armas, la venta de drogas, el tráfico de órganos, la pornografía, y todas las actividades del crimen organizado. Su poder es tal que corrompen gobiernos y políticos; los sistemas de justicia son infiltrados, florecen la corrupción y la impunidad.
Porque hay intereses por encima de países, de tratados, de instituciones, etcétera. Y todos dañan a la sociedad, en unos países más que en otros. Son los peligros que acompañan a la ingobernabilidad. Son los riesgos de la globalización que se instaló en los cuatro rincones del planeta. El problema es que, sin ser catastrofistas, esa es la vía de la destrucción. El reto es revertirla.
¿Cómo? Hay palabras, muchas, de sabiduría que resuenan como ecos de un pasado despreciado, pero que nos iguala porque nos brinda identidad como humanidad:

miércoles, 23 de enero de 2013

Redefinir la Inteligencia del Estado



Salvador González Briceño

**Cambios a la estrategia fallida de F. Calderón; Segob, la supersecretaría
**De la Unidad de Fusión de Inteligencia al Centro Nacional de Inteligencia

Lo primero que saltó a la mente de los analistas de los problemas del país, cuando se anunciaron las reformas a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal (APF) en noviembre de 2012 todavía durante el sexenio anterior, fue que con el regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la Presidencia de la República encabezada por Enrique Peña Nieto, se crearía una especie de elefante blanco con la “supersecretaría” en que se pretendía erigir a la Secretaría de Gobernación (Segob).

Tampoco faltaron quienes, sin embargo, creían que simplemente se estaban retomando las funciones operativas, políticas y ejecutivas, que en los sexenios anteriores del régimen priista tenía la Segob. Cuando era la plataforma desde donde saltaban los futuros candidatos presidenciales del continuismo político en México.

Cuando en los tiempos de un priismo puro, con todo y lo autoritario que le caracterizó, Gobernación realizaba efectiva y eficientemente, por qué no reconocerlo, las tareas tanto de espionaje —de los declarados “enemigos” del Estado y de “algunos políticos”— como de inteligencia que le eran encomendadas. Recuérdese las labores de negociación en todo tipo de conflictos para evitar su desbordamiento logrando un cierto control. Una extensión, de ese modo institucional y al viejo estilo a la pax porfiriana, del antiguo régimen que ejercía las tareas políticas encomendadas al final por cada presidente en turno.

Pero una vez publicadas en enero de 2013 las reformas a la citada ley de la AFP, quedó claro que la Segob en manos de su nuevo titular, Miguel Ángel Osorio Chong, asimilaría tareas otrora sueltas, como las relativas a la política de seguridad que tanto laceraron a la sociedad mexicana durante todo el sexenio de Felipe Calderón con su fallida estrategia en contra del crimen organizado, en donde brilló por su ausencia la también errática Secretaría de Seguridad Pública (SSP) que encabezó durante el periodo Genaro García Luna.

García Luna, el funcionario que “sospechosamente” aguantó todo tipo de presiones de la sociedad, desde la ya cuestionada Agencia Federal de Investigación (AFI) en el gobierno del también panista Vicente Fox Quesada —el presidente que dilapidó el capital político que ganó en el año 2000 para emprender el cambio democrático del régimen priista—, aún con señalamientos claros de corrupción y de no entregar los resultados desde la dependencia encargada “del orden y la paz pública”, de “salvaguardar la integridad y derechos de las personas”, así como “prevenir la comisión de los delitos”, “desarrollar la seguridad pública del Ejecutivo” y “proponer su política criminal”.

Todo de papel, menos la inoperancia del García Luna, los señalamientos de enriquecimiento ilícito, el presunto proteccionismo al cartel de Sinaloa que encabeza Joaquín El Chapo Guzmán, y lo peor de todo: el sometimiento a las órdenes y a las políticas injerencistas de las agencias de inteligencia y al propio gobierno de los Estados Unidos. Una suerte de efecto dominó encabezado en su momento por el mismo ilegítimo presidente Calderón, y en seguidilla por la titular de las relaciones exteriores de México, la también gris Patricia Espinosa Castellano que tiró por la borda los preceptos históricos de la otrora digna política exterior del país. Aún ante EU.

Pues bien. Resulta que ya desde noviembre pasado, el propio Chong aseguraba que para tener un “buen sistema de inteligencia en materia de seguridad se requiere de que las partes se pongan en un todo, y eso es lo que se está buscando con esta reforma administrativa (la de APF) que está planteando el presidente electo”.

De la mano de los planteamientos iniciales de Peña Nieto una vez que toma posesión. Peña decreta la desaparición de la SSP, el mando único para las policías federal y auxiliar, la coordinación de las políticas e instancias de información, de seguridad nacional y criminal, y el comando de la Gendarmería Nacional. Todas funciones para la Segob; o una Segob reestructurada para su nuevo papel.

Porque además Chong seguirá con las políticas de seguridad interior, de prevención del delito, del sistema penitenciario, de vigilancia fronteriza y protección civil. De la política interior, las relaciones con los otros poderes, los diferentes niveles de gobierno y los actores políticos. Junto a las tareas encomendadas por el Artículo 27, las tareas con los gobiernos estatales y municipales, el desarrollo urbano y metropolitano, las operaciones de la función pública y la comisión anticorrupción. Sí que supersecretaría.

Pero en la piel de la sociedad está la principal demanda, que para el gobierno es su problema primordial: atender la seguridad. Por la inseguridad que se creó atizando el avispero con los escobazos al crimen organizado —la sola guerra de la confrontación militar—, y los ríos de sangre que hicieron correr las diferentes bandas del crimen organizado.

Se espera eficacia, evidentemente no por razones políticas ni por retener el poder en el 2018. Por la exigencia generalizada de parar el clima de violencia, desatada durante seis años en casi todo el territorio nacional, y con el saldo lamentable personas asesinados, desaparecidas, desplazadas. Y la zozobra en que dejó al país el PAN, pero especialmente Felipe Calderón. La demanda es de tranquilidad, pero sobre todo de justicia y castigo a los responsables.

De entrada se reconoce la voluntad política de Peña Nieto con normas como la recién rescatada Ley de Víctimas. Pese a los vacíos y deficiencias que presenta y por lo mismo ha generado cuestionamientos.

Para avanzar se requiere unidad en las políticas y en las acciones correspondientes. La Segob camina hacia allá con el anuncio de la creación del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) en referente a la inteligencia precisamente de seguridad. El CNI servirá para “recopilar la información” que generen todas las instancias de seguridad y procuración de justicia en el país.

Se trata de conjuntar información que generen el Ejército, la Marina, la PGR, el propio Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), y todas las dependencias federales y estatales para dar una respuesta eficaz contra el crimen organizado. No para cumplir promesas de campaña sino por la demanda social. Para, en aquellos operativos donde tengan que intervenir la PGR, Marina, la Gendarmería Nacional, las policías estatales y municipales, todos sean coordinados por el mando único del Secretario de Gobernación, en su turno Miguel Ángel Osorio Chong.

Para ello la Segob ya cuenta con las funciones y los recursos disponibles. Para eso mismo se ha creado el CNI dentro de la propia supersecretaría. Para ello se presume ya se contrató a personal, expertos en materia de seguridad desde EU, para armar de lo que se da en llamar la “CIA mexicana”. Las políticas para el caso ya están armadas.

Dicho lo anterior, cabe mencionar que los cambios se han operado bajo los anuncios del propio entonces presidente electo Enrique Peña Nieto. El 2 de noviembre de 2012 dijo que se crearía una “Unidad de Fusión de Inteligencia” —el ahora CNI—, para “sistematizar y analizar la inteligencia de las distintas dependencias”. Y anunció también la elaboración del “Atlas Nacional de Delincuencia para Prevención y persecución del Delito”.

Entre otras medidas, como las “siete áreas” de la “Nueva Estrategia de Seguridad” también de noviembre pasado. Una decisión estratégica ciertamente para atender el problema del crimen organizado. Así se propuso:

1) La creación del Centro de Control y Comando para coordinar a las instituciones de seguridad en tiempo real y con el auxilio de la población en caso de desastres.
2) La Unidad de Fusión de Inteligencia, que integrará, sistematizará y analizará, además de dar coherencia a la información de inteligencia de las dependencias.
3) La elaboración del Atlas Nacional de la Delincuencia; la geopolítica aplicada a la protección de la sociedad de la violencia, el crimen y la persecución del delito.
4) Las Unidades de Inteligencia Financiera para dotar de instrumentos de toma de decisiones para combatir con eficacia el lavado de dinero.
5) Mejorar la seguridad en las aduanas, para la operación y control de los espacios terrestre, aéreo y marítimo, para cerrarle el ingreso a las armas y las drogas.
6) El mejoramiento del sistema penitenciario, a efecto de rehabilitar y reinsertar en la sociedad de un modo productivo a los internos.
7) El fortalecimiento de la cooperación internacional. Uso de mecanismos institucionales para intercambiar información con países y regiones, así como organismos como la ONU e instituciones regionales.

Lo anterior habla de un buen intento por rediseñar tanto institucionalmente —a la Segob—, como una cierta preocupación por retomar los hilos del control de fenómenos del crimen organizado que ha generado zozobra e incertidumbre en la sociedad quien ha padecido durante los últimos seis años el desatino de dos sexenios.

Pero falta considerar aquellos convenios firmados por México a nivel internacional. En el caso de la Convención de Palermo. Igualmente el rubro de la recuperación de la sociedad desde las mismas comunidades hasta las grandes ciudades. Una auténtica reforma en el sistema de atención y procuración de justicia. Atender las raíces de la corrupción y de la impunidad. Entre otras.

Para redefinir una nueva estrategia de seguridad desde el Estado, un llamado de atención para no descuidarse y desarrollar alternativas a las ofensivas crecientes desde EU que, utilizando los recursos de inteligencia a su alcance, arremete en atención a sus intereses.

Más no olvidemos que la seguridad nacional de EU, redefinida desde el 11/S, no pasa por la de México. Todo lo contrario. Los retos son de los gobiernos, pero mayormente de los pueblos. Las conditio sine qua non ya están. Junto con las políticas de Estado están las tareas de Inteligencia. Las buenas intenciones se perfilan. Hay que apostarle a los resultados. Por el bien de México; por el bien de todos.

18/enero/2013

miércoles, 19 de diciembre de 2012

PARA ANALIZAR LA SEGURIDAD




Salvador González Briceño

“Lo que no se puede refutar es que, en tanto más amplio, complejo y abstracto sea nuestro objeto de estudio y su respectivo marco de investigación, cuanto más grande es el margen que alcanzamos de su misma comprensión.”

“La mirada está puesta en Felipe Calderón (presidente de México 2006-2012), porque el juicio de la historia para él apenas comienza.”

“Es cuando se descubre, por la fragilidad interna, que buena parte de los sucesos trágicos tienen hilos negros tendidos desde afuera. Así se explican muchas cosas. El origen de tanta inoperancia al interior de los gobiernos y sus políticas, porque están sometidos a fuertes presiones e intereses foráneos. So riesgo de la seguridad nacional.”



I] CUESTIÓN DE FORMA
  
Preámbulo

De las formas primero; del enfoque también. O para asentar algunos principios de procedimiento. Estudiar para luego comprender cualquier aspecto de la sociedad, como la seguridad. En un país y a un periodo de tiempo determinado. Para una solución a presente, a futuro. Desde la coyuntura hasta la prospectiva.

No hay problema comprensible fuera de su contexto económico, político, social, histórico y cultural en general. Como ahora México, inmerso en una globalización impulsada por los países desarrollados: los Estados Unidos, Gran Bretaña y algunos de la Unión Europea, ahora en franco retroceso.

Por tanto, para países como México el contexto es de indefinición. Por seguir lineamientos globales que le han generado un ambiente de descomposición; es decir, proyectos neoliberales que están desbaratando al país.

Sucede porque no existe un proyecto de nación; tampoco hay identidad desde las elites políticas, cuando se apoderan del Estado. De ahí las puertas, de par en par, a la injerencia extranjera —no sólo a la inversión—. Como el vecino de México, Estados Unidos, que se entromete en casi todo. Por la ilegitimidad o la torpeza de los últimos presidentes mexicanos es que adoptan una actitud de entreguismo y tolerancia a todo. Como ceder en materia de seguridad nacional, a merced de los intereses foráneos.

La adopción en México de políticas como la “guerra contra las drogas” decretada desde 1971 por Richard Nixon por intereses geopolíticos, con iniciativas como “la guerra contra el narcotráfico” de Felipe Calderón en 2006, atizó la violencia. Como darle de escobazos al avispero. Con ello vino el trastrocamiento a la vida y los derechos ciudadanos. De la mano de la impunidad, los miles de asesinatos no tienen a un culpable en la cárcel. Más los desplazados, los desaparecidos, los secuestrados, etcétera, todos víctimas.

Desde el punto de vista económico, cuando la globalización derribó fronteras contra las “barreras proteccionistas”, los saldos son destructivos. Se profundizaron la desigualdad, la pobreza y la violación de los derechos humanos en general.

Y sin proyecto de país no hay mayor opción. Porque tampoco hay miras de mediano y largo plazo. La impunidad, la ilegitimidad y la globalización minan lo poco que exista de democracia. Ocurre cuando el poder se ejerce sin atender a la sociedad. Sólo a fines específicos, los de la élite económica y los extranjeros. Peor si a eso se suma la violencia.

Dicho sea, entonces, que para mayor claridad hablar de las formas es referirse también al fondo. El contenido y el contexto de los problemas van da la mano. Así es con la seguridad.

El objeto de estudio

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Luego entonces, se trata del análisis de un asunto tanto en términos coyunturales como en el contexto global. Reflexión indispensable. ¿Cómo convertir la seguridad en objeto de estudio? A primera vista puede decirse que como cualquier otro problema, como la alimentación, la salud, el empleo, etcétera. Por cierto el comienzo representa un dilema permanente para las ciencias sociales. Ahora no es tiempo de polémicas.

Claro que un primer acercamiento al objeto de estudio nos lo brindan las herramientas periodísticas. Por ejemplo: 1) leer para enterarse del problema vía los diarios, con extracción de apuntes sobre el tema; 2) realizar las entrevistas con aquellos personajes especializados; 3) emprender recorridos o visitas de campo para conocer a los involucrados; 4) cruzar la información a partir del principal objetivo, aprovechar el material que se tiene de primera mano; 5) precisar el tema para un periodo temporal determinado; 6) desarrollar el  estudio en un espacio, una región o país en particular, y de ser necesario dirigirlo a una determinada comunidad, localidad, familias o personajes. Los dos últimos puntos son para acotar el objeto de estudio.

Así, desde esta perspectiva y una vez recabada la información necesaria o disponible, se procede a elaborar o redactar el respectivo informe, como si dijéramos periodísticamente hablando el reportaje. En ambos casos se incluye el punto de vista del observador y analista. El involucrado quien tarde o temprano forma parte de los acontecimientos, como sucede con los “reporteros de guerra”.

De este modo se consigue un primer acercamiento al problema de la seguridad. Al entrar a su contraparte, la inseguridad, cambia la perspectiva porque es otra variable del mismo estudio. Pero más allá.

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Para salir de la perspectiva inicial, y cuestionarse sobre qué origina la carencia de seguridad, se modifica el panorama. Se tiene que ahondar en el análisis. Crecen las necesidades y exigencias de comprensión del fenómeno. Como si se revisan los orígenes de la pobreza para entender la alimentación; de las enfermedades para entender la salud; del desempleo para conocer el empleo, etcétera. La exigencia es un estudio más profundo.

Como se podrá ver, también crecen las complicaciones. Se entra en dilemas que tienen que ser resueltos ya por las ciencias sociales. Aquí las reglas y procedimientos son más rigurosos. Participan ahora sí los principios metodológicos, sobre el cómo hacer una investigación mayormente exhaustiva; desarrollar hipótesis; el análisis de las variables; la revisión los datos; las conclusiones, etcétera.

Todo para alcanzar el mayor rigor posible, hasta una comprensión “científica” de la cuestión. Seguimos con la seguridad, pero ahora revisada con el cedazo de la inseguridad.

Aquí, profundizar la investigación implica el escenario de la historia, por aquello de los antecedentes. También se requiere precisar las hipótesis y los procedimientos. Se amplían los parámetros espaciotemporales, al igual que  los actores, los involucrados, las metas. Y las propuestas para los mejores cambios. Cómo minar a la inseguridad para alcanzar una mayor seguridad.

Aquí se revisa el problema desde una comunidad hasta un país o grupo de países completos. El objeto y el estudio se complican pero a la vez son más interesantes; de mayores alcances. Así como crecen los retos las conclusiones nos brindan una mayor utilidad.

Porque un clima de tranquilidad contribuye a brindar un mejor desempeño de todas las actividades estatales, sociales, familiares, personales. Para, en otras palabras, saber qué hacer como individuos y qué como gobierno y como Estado, para garantizar seguridad. Con mayores elementos y una mejor comprensión del problema, hay opciones de elaborar una planeación futura. Con una visión de prospectiva.

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De la mano del inciso anterior entra lo siguiente, que se puede identificar con un fenómeno de confusión. No desdeñable resulta todo lo contrario.

Ya con la metodología adecuada, todavía se puede caer en interpretaciones sesgadas, parciales o limitadas. Quedarse cortos en el entendimiento, o caer en confusiones; digamos que bajo un cierto grado de objetividad “cuestionada”. ¿Por qué? Hasta en historia hay disquisiciones, malentendidos o interpretaciones, según los autores.

Y no hay por qué extrañarse por eso. Sucede con demasiada frecuencia; incluso entre los estudiosos, los especialistas de las ciencias sociales. Porque a estas alturas de la investigación llegan con frecuencia los debates sobre la “objetividad” y la “subjetividad”; hasta se cuestiona la “cientificidad”. Entran a escena los puntos de vista divergentes; las polémicas. Incluso se ponen en duda los resultados obtenidos.

Entran a discusión —diálogo de sordos— asuntos tan diversos como las variables, las estadísticas, las hipótesis, la amplitud y alcance de los estudios, etcétera. Se cuestionan los procedimientos, el “método” y su utilidad “científica” para comprender la realidad.

De igual manera, que si se trata de una interpretación u otra. Este o aquél enfoque. Que si se pertenece a una corriente de pensamiento u otra. De las corrientes a las etiquetas. Que si se entendió bien el precepto de equis autor o no. Los bemoles todos.

Este es el terreno fangoso de la investigación social, donde cualquiera se extravía cuando no cae en complicaciones. Es el momento donde fácilmente se puede inducir que hay tantos métodos como investigadores; tantos puntos de vista como analistas; tantas conclusiones como intereses.

Elementos todos para generar confusión. Que la hay, pero sobre todo donde impera el interés privado. Son los toques de parcialidad, de subjetividad, de un análisis tendencioso y hasta de especialidad, para beneficio de unos pocos. Todo esto, y más, forma parte de los dilemas a que se enfrentan las ciencias sociales al analizar.

Empero, existe la ventaja que también a estas alturas entra la valoración de los alcances del estudio en cuestión. Es cuando las confrontaciones, con otras investigaciones sobre el mismo tema, igualmente ponen a cada uno en su lugar. Hasta cierto punto se ha logrado el objetivo, a juzgar por la utilidad alcanzada. El caso es que la investigación está avanzada. Y la comprensión por la profunda temática también.

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Ocurre con la seguridad que nos ocupa ahora. Ni qué decir del caso específico de México, donde las personas padecen en carne propia los problemas de una inseguridad desbordada. Como decíamos, no se puede hablar de cómo alcanzar la primera sin hablar de la segunda y las circunstancias que la generan. O contribuyen a su deterioro.

Ni qué decir que durante la primera década del siglo XXI, con los gobernantes de la derecha perteneciente al Partido Acción Nacional (PAN), el problema se complicó. Pero en la línea del tiempo, los antecedentes se remontan a la década de los 20 del siglo XX, donde se rastrea participación tanto de los gobiernos de México como de EU.

Dicho lo anterior, entonces, por lo pronto diremos que nosotros resolvemos el dilema de procedimiento para comprender el problema, siguiendo un método que comprenda el contexto histórico, el político, el económico y sobre todo el social.

De este modo, se procede a jalar los hilos del pasado. Todos los antecedentes posibles. A estas alturas se sobreentiende el uso práctico de técnicas de investigación como las siguientes: 1) consultar en los archivos propios; 2) hacer el rastreo bibliotecario, de información, en todas la fuentes posibles, archivos, diarios, revistas, anuarios; 3) platicar con todas aquellas personas, como los viejos de la comunidad, que cuenten con las evidencias indispensables; 4) entrevistar a todo actor involucrado o implicado, siempre que sea posible hacerlo porque se complica cuando se trata de los cabecillas del narcotráfico, o de autoridades involucradas; 5) el punto de vista de los especialistas resulta imprescindible.

Con todo el material disponible se puede resolver el asunto de la redacción del estudio. Es decir, acorde con el fin planteado de inicio y la respectiva corroboración de las hipótesis; trazar el contexto que se requiera para la debida comprensión. En otras palabras, desarrollar en la exposición el tema con el debido soporte. Incorporando elementos de la economía, la política y la vertiente “social”, etcétera. Ni qué decir el contexto internacional, porque la inseguridad se desarrolla y crece como parte de esta etapa ignominiosa del capitalismo global.

No obstante, todavía bajo este proceder se tiene el déficit, que de entrada posee el hecho de abordar un solo aspecto de la realidad, como sucede en este caso, hablando solo de seguridad. Incluso a pesar que tal revisión incluya muchas variables.

Por eso, aún a estas alturas del estudio (exposición y desarrollo) podemos estar repitiendo los bemoles referidos en el inciso 3. Y contar con un trabajo en cierto sentido limitado. Pero eso forma parte de los riesgos de las ciencias sociales. Con todo y el conocimiento último ni objetivo existen. Sólo el conocimiento relativo. Aquí entra también la polémica señalada.

Además, como si hiciera falta complicar las cosas, recordemos que se trata de los varios tipos de seguridad, individual o colectiva. Es decir: personal, pública, interna, nacional, hasta los peligros de la seguridad internacional y la moderna ciberseguridad, que exigen, desde luego, ampliar los enfoques y el método. Todas, por supuesto, con sus respectivas indagatorias y sus categorías propias.

Como quiera, no nos extrañemos. Porque con todo, a estas alturas ciertamente nos hemos acercado a una buena comprensión del problema. Incluso es ahora cuando se puede proceder a elaborar líneas de acción; orientaciones para las políticas públicas, para el gobierno y el Estado, a fin de resolver el problema en cuestión. Aún con todas las limitantes posibles.


Para concluir

El caso es que el uso de las herramientas que proporcionan las ciencias sociales se hace indispensable.

Todavía más: debe quedar claro que en tanto más amplio, complejo y abstracto sea nuestro objeto de estudio y su respectivo marco de investigación, cuanto más grande es el margen que alcanzamos de su comprensión.

Igual que si nos fijamos como objeto de estudio el modelo de país, porque entran todas las variables posibles; nada qué ver con un solo aspecto tan específico, como el señalado de la seguridad o cualquier otro.

Con todo y por ahora, está en pie el procedimiento de lo general a lo particular. El que seguimos con estos temas. [Hay que decir que no se trata “de lo abstracto a lo concreto”, el eslogan se refiere a la herencia metodológica marxista que implica otros elementos para el análisis. Una referencia claramente incomprendida, cuando es traída a colación].


II] MÉXICO, ¿Y LA SEGURIDAD?
  
La antítesis

Cabe entonces el propósito siguiente: Para resolver los dilemas que impiden la seguridad de la sociedad mexicana de principios de siglo XXI, se hace indispensable su debida comprensión para, de ahí, proceder a desarrollar y —contribuir en— proponer lineamientos de políticas públicas. Las más adecuadas para que sean aplicadas como políticas de Estado. A partir de ahora, como queda en claro supra, se vuelve obligatorio investigar la antítesis de la seguridad que es la inseguridad, más lo que implica en toda su expresión.

Cabe cuestionar, como para desarrollar la o las hipótesis correspondientes —de ahí la complejidad que deriva también del problema convertido en objeto de estudio—: ¿Por qué se desbordó la inseguridad en México? Los orígenes. ¿Qué acciones permitieron o aceleraron tamaña descomposición al interior de la sociedad, que impiden un margen aceptable de seguridad? El fenómeno del narcotráfico en México. Las bandas del crimen organizado, entre las que se encuentran los narcos. Y la guerra declarada por Felipe Calderón por un solo frente.

Nunca se atacó el corazón, por ejemplo, de las finanzas. Entre otras razones, porque los recursos millonarios procedentes tanto del narcotráfico como del producto de los otros delitos que comete el crimen organizado tienen destinatario; pasan a formar parte de los circuitos financieros del mercado global. Y eso es vital en tiempos de crisis capitalista mundial. Por eso mismo se dice que el fenómeno del crimen organizado forma parte de los síndromes de descomposición o salvamento del sistema de producción y financiero imperial, con EU al frente.

Igualmente las preguntas: ¿Quién o quiénes han fracasado en la contención de todo aquello que, peor aún, deriva en zozobra, incertidumbre y miedo, por las amenazas reales del crimen organizado? ¿El Estado, los gobiernos, las policías federales, estatales y municipales? ¿Cómo ha fallado la estrategia para enfrentar a los narcos? ¿Por qué se habla de la guerra fallida contra el narcotráfico? ¿Qué intereses defiende EU, y qué explica tamaña política de seguridad nacional de intervencionismo en los asuntos de México?

¿Qué está haciendo el gobierno de EU y sus aparatos de inteligencia con presencia en el país? ¿No está México amenazado en su seguridad, por la política de ofensiva de su vecino, quien se ocupa abiertamente solo de sus intereses? ¿Qué hay del narcotráfico, por ejemplo, como fenómeno global? ¿Cómo y por qué está en riesgo la seguridad nacional de México? ¿Qué con la geopolítica estadounidense?

Esas y otras preocupaciones están como brazas en la piel de los mexicanos, por la tan vulnerada seguridad de los últimos años, zozobra e inestabilidad social derivada. ¿Es la herencia de Felipe Calderón?

Hay que partir de que el crimen organizado mexicano usufructúa enormes ganancias, como el multimillonario negocio del narcotráfico —hasta el 40 por ciento del PIB nacional—. Si tan solo por este último capta entre el 45 y el 48 por ciento de sus ingresos, por los demás delitos como tráfico y trata de personas, secuestro, extorsión, fraude electrónico, contrabando, piratería, tráfico de armas, etcétera, capta el restante entre 52 y 55 por ciento de ingresos. Junto a la trata de personas están la pornografía, la venta de órganos, las “cuotas” por la protección o “derecho de piso”, la inmigración de centroamericanos que pasan por México. Entre otros.

El negocio del tráfico de armas donde está metido EU, como en el resto de los negocios, por ser el mayor consumidor de drogas y uno de los principales en lavado de dinero del mundo. Y, en general, la venta de todo tipo de drogas del mercado global, entre las que se encuentran las más baratas y de mayor daño como resultan las metanfetaminas.

Sin olvidar que la impunidad y la corrupción están atrás, como añejas prácticas enquistadas en la sociedad mexicana. Por corrupción se colude a funcionarios, por impunidad no se investigan los asesinatos derivados de la violencia.

Así, mientras el gobierno de Calderón fue omiso a otras propuestas con otros métodos que la confrontación, la incertidumbre en la sociedad se potencializó a raíz de la violencia. No le bastó al presidente el número de muertos, ni los desaparecidos, los desplazados o la migración interna, los niños abandonados, las familias afectadas. Nada. Solo creyó que se legitimó.

Pero, ¿qué con propuestas tan acabadas como las desarrolladas por la UNAM? ¿Qué con los convenios internacionales firmados por México como la Convención de Palermo, entre otras propuestas?

La sociedad tiene la expectativa que, toda vez el retorno del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al poder presidencial en México, lo menos que espera es un replanteamiento de la estrategia fallida de Calderón. La única aplicada por los gobiernos de la derecha del PAN. Para Felipe Calderón (presidente de México 2006-2012) falta el juicio de la historia que apenas comienza.

Como se puede apreciar, hay más preguntas que respuestas sobre estos temas. Un reto que desborda a cualquier individuo o equipo de investigadores. Caben los antecedentes de los analistas, la experiencia acumulada sobre el flagelo, la práctica de este tipo de indagatorias; el oficio periodístico, el rol del economista, del abogado; así como “el oficio del sociólogo”, entre otros.

A estas alturas, ciertamente que el problema se complicó, pero también se volvió tanto más interesante como necesario y obligado. Más lo será si las  conclusiones llevan a que es urgente replantear incluso, de la mano del modelo de desarrollo, el proyecto de nación, que incluye a la política —al sistema político, claro está—. Porque México requiere redefinir el rumbo. Para eso sí que serían útiles los “pactos por México”. Porque todo lo que no salga del parámetro del TLCAN y los demás planes procedentes de EU son y seguirán siendo intervencionistas. Y la seguridad nacional de México amenazada por todos los instrumentos que tiene caminando EU ante su vecino del sur.

Inseguridad, amenaza creciente

Luego entonces, para hablar de la seguridad y cómo recuperarla se tiene que analizar su contraparte. El contexto es de guerra declarada, por el gobierno federal a las bandas del crimen organizado encarándolas únicamente vía la confrontación directa, con las Fuerzas Armadas de México (FAM) haciendo en las calles tareas propias de las policías federal (PF), la estatal y la municipal.

El trasfondo de la inseguridad radica en la estrategia incorrecta por incompleta, o inadecuada que a la postre resultó fallida. Tan sólo cuatro indicadores: 1) El número de muertos que oscila entre los 88 mil 361 reconocidos al corte de junio de 2012, pasando por los 150 mil que anunciara tres meses antes, en marzo, el Secretario de Defensa de EU, Leon Panetta, con motivo de la Primera Reunión Trilateral de Ministros de Defensa de Norteamérica; sin contar con los desaparecidos, hasta 25 mil desaparecidos, según datos de The Washington Post; 2) El clima de violencia general, porque se ha propagado por todo el territorio nacional por las disputas tanto de plazas y pasos de droga como por el mercado interno mismo; 3) Qué decir del desgrane de los grandes carteles: había siete en el 2006 y se pasó al menos a 11, hacia el final de 2012, tan sólo el sexenio de Calderón. El procurador del nuevo gobierno federal supone el surgimiento de hasta entre ¡60 y 80 bandas del crimen!; 4) Los delitos cometidos por el crimen organizado, no sólo los cometidos por las bandas del narcotráfico.

En la coyuntura presente de México, nadie duda que todo cuanto acontece en la vida social se entrecruza con la inseguridad generada por los grupos delincuenciales, que amenazan la convivencia política y económica en casi todo el territorio nacional, por los delitos señalados. Pero también porque infiltró al sistema político; que no de ahora, porque los antecedentes señalan a principios del siglo XX mexicano. Siempre bajo la cortesía de EU.

Amenazas todas para la vida y la seguridad de las personas. Una situación de peligro que se desbordó en el país sobre todo durante el curso de un sexenio. En este entramado devienen circunstancias todas que alimentan, soportan, constituyen y hasta condicionan a la seguridad. Por ello en la actualidad se ha convertido en una prioridad; tanto de atención como de estudio. Claro está que el fenómeno nos conduce hasta la seguridad nacional del país, no de EU sino de México que está abiertamente amenazada.

El dilema se complica porque, además del intento de Felipe Calderón de legitimarse no solo desatendió otras medidas aleatorias, también erró desde el diagnóstico del problema cuando decidió muy prematuramente la guerra contra el narcotráfico.

De modo tal que, fuera de las Fuerzas Armadas, el resto de los operadores del gobierno, las instancias federales, estatales y municipales y todo el aparato judicial y policiaco, quedaron atrapados en una sospechosa red de colusión o impunidad. También en los estados gobernados por el PRI creció la amenaza.

Son problema, lo señalamos ya, la corrupción y la impunidad. La primera se ha generalizado infiltrando por décadas desde la estructura del Estado a todo el entramado social. La codicia que se alimenta por los montos millonarios derivados del manejo del crimen organizado. La protección y el soborno, por amenaza o colusión, por voluntad o como víctima también.

Por otra parte, resulta que para la sociedad y el Estado, el problema —esa hidra de las mil cabezas— del crimen organizado representa una zozobra que amenaza la gobernabilidad.

El dominio territorial que tienen las bandas del narcotráfico deriva en el agudizamiento de la violencia. Comunidades enteras convertidas en tierra de nadie, porque no hay la protección debida. La frágil seguridad frente a una inseguridad amenazante.

México, seguridad nacional endeble

Todo se complica, de la mano de la incidencia extranjera y la inoperancia de los gobiernos mexicanos, como le sucedió a México con los presidentes del PAN. Cierto que con el neoliberalismo de la globalización llegaron el injerencismo externo y la ausencia de directrices nacionales. Pero se agudizó con la derecha panista. Por eso pareció como que la realidad se volvió contra sí misma. No fue la realidad, como los propios gobiernos.

Se desató la violencia y la inseguridad también. La seguridad se trastoca desde todos los órdenes. Qué decir de la gobernabilidad, que falla desde el instante mismo en que las políticas públicas no responden a un proyecto de nación. Pues tampoco hay políticas propias para cada problema.

De la mano está que, con la violencia en las calles, México ya mostró al resto del mundo sus debilidades. Pero primordialmente a los EU. Porque el país está a tiro de piedra de un vecino que amenaza constantemente en aras de sus intereses geopolíticos imperiales.

Es cuando se descubre, por la fragilidad interna, que buena parte los sucesos trágicos tienen hilos negros desde afuera. Así se explican muchas cosas. El origen de tanta inoperancia al interior de los gobiernos y sus políticas, porque están sometidos a fuertes presiones e intereses foráneos. So riesgo de la seguridad nacional.

Seguridad en jaque. Más cuando se trata de gobernantes que requieren el reconocimiento por su cuestionada legitimidad que no se consiguen los votos suficientes en las urnas. El caso de Felipe Calderón, antes de Carlos Salinas.

De ese modo, el llamado de atención es para encender los focos rojos, porque un país cualquiera en las circunstancias de México está en peligro. La vulnerabilidad de todas las expresiones de la seguridad es frágil. Por eso la urgencia de tomar cartas en el asunto.

Ante tamaña amenaza a la seguridad nacional no se pueden poner oídos sordos, tampoco aplicar la política del avestruz. Por eso el llamado a replantearse el proyecto de nación. Incluyente, desde todos los foros.

Por razones de método

Luego entonces, ante el reto de cómo abordar la seguridad, cabe recordar que la realidad es tan compleja como diversa. Y que con frecuencia los analistas tienen frente a sí un cúmulo de conceptos que, en cualquier caso, resultan extraños a la realidad que intentan expresar. Como también caer en el riesgo de perderse en la complejidad que representa el objeto en cuestión.

Del mismo modo que no faltan quienes, así con la preparación debida, alquilan la pluma para sorprender y confundir incautos distorsionando el análisis.

No siendo el tema propiamente, aquí basta señalarlo; pero de ello estriba, también en cierta medida, la falta de resultados. De ahí que éstos dependan más de la pericia del investigador que de la “metodología”. Mal presagio, para problemas que tanto lastiman a una sociedad como la mexicana. Tremendo reto.