29/septiembre/2010
*Un lastre, las políticas de los gobiernos
*Uso político de las instancias: SEP-SNTE
“La educación es un proceso civilizatorio que hace, por tanto, un país más justo y libre”: Ángel Gabilondo Pujol, filósofo español.
La educación, una estrella más del “canal de las estrellas”. Hija del modelo neoliberal que desdeña la política social para atender las exigencias del capital especulativo de la bolsa de valores, o la demanda de organismos financieros internacionales (BM-FMI), sin importar la desarticulación de políticas de Estado que impactan a la sociedad con problemas graves, como el bienestar general, la salud pública, asistencia social, educación, mayor pobreza. Los gobiernos y los políticos [porque el problema es político], como simples cómplices del deterioro, en lugar de promotores.
Si bien no es exclusivo porque otros países arrastran pendientes similares, como sucede en Latinoamérica, España y Portugal, el problema de la educación en México sí es endémico. Sin una política de Estado comprometida, la simiente educativa se ha relegado durante décadas a un segundo plano, o bien lo poco que se hace en un sexenio deviene rápidamente superado por exigencias nuevas o simplemente se abandona para, a la postre, aplicar las recomendaciones de los organismos internacionales hacia un sistema de capacitación, utilitario y técnico-mercantilista.
No obstante la educación es fundamental para cualquier nación. México padece atrasos que demeritan en la calidad y el precepto constitucional. Hay rezagos, por citar algunos, como: políticas públicas eficientes, de tipo presupuestal —el 8% del PIB resulta inalcanzable—; problemas de cobertura, de agenda curricular siempre rebasada [atropello indiscriminado de la historia], deserción escolar creciente desde el nivel primaria, nula capacitación porque la carrera magisterial como tal ha servido sólo para dividir a los maestros y, en general, niveles salariales cada vez más bajos.
Con pendientes graves, si acaso hay complacencia de los funcionarios en turno en instancias como la Secretaría de Educación Pública por pírricos logros, que pronto se desinflan porque no soportan ninguna evaluación externa, como las de Naciones Unidas o de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, la OCDE. Como tampoco obtiene satisfacción plena de instituciones o evaluaciones internas. Nadie otorga siquiera el beneficio de la duda al gobierno mexicano y a las instituciones educativas, como tampoco los datos.
En mayo pasado el Relator Especial de la ONU sobre el Derecho a la Educación, Vernor Muñoz ofreció un diagnóstico nada alentador para la SEP. Entre otras: 1) Asimetrías sociales que no se resuelven de manera incidental o dejarse a programas de compensación y de subsidios. 2) Relación SNTE-SEP de subordinación recíproca de funciones, que complejiza la educación. 3) Alianza por la Calidad de la Educación, un pacto político SEP-sindicato, donde brotan los concursos de oposición amañados. 4) No se llega al 7% del PIB; este año será de 5.09. Con varias propuestas desoídas, claro está.
Sin mayores datos, recuérdese que la OCDE encontró que de 30 países evaluados en 2009, México quedó en último lugar. Con estudiantes “incapaces de resolver problemas elementales”. Con inversión pobre: “En primaria, sólo 2.3% del gasto se destina a inversión de capital, cuando el promedio de la OCDE es de 8.9%. En secundaria es de 2.7%, cuando la media es de 7.8%, mientras en el sector universitario sólo alcanza un 4.5%, comparado con 9.5% de la mayoría de los países miembros de la organización”. “México destinará el 5.3% del PIB a la educación, cifra muy inferior a la de Cuba del 14% del PIB”. ¿Más?, “en 2009, 700 mil niños y adolescentes abandonaron las primarias y las secundarias en todo el país ante la difícil situación económica”.
El gobierno no invierte, pero se deja de lado que un país con buena educación construye a una sociedad no sólo educada, también con mayores capacidades para enfrentar sus problemas en el corto, mediano y largo plazo, tanto a nivel individual como familiar.
Lo dijo recién en México con motivo del Centenario de la UNAM, el titular de Educación en España, el filósofo Ángel Gabilondo Pujol: “La educación es la mejor política social y económica, sin ella las sociedades no responderán a sus desafíos”. Y agregó: “La formación académica es el mejor elemento de igualdad y equidad social, de ahí la importancia de ponerla en el centro de la economía”. Pero los gobiernos no le quieren invertir; y la IP tampoco, salvo para cubrir sus necesidades específicas apoyando colegios particulares.
Aunque se trate de “una inversión cara, pero no hacerlo resulta carísimo. Prueben con la ignorancia y verán lo que es costoso”. Gabilondo también arremetió contra la postura del BM: “Se pronunció contra aquellos que consideran que la educación debe tener utilidad y ser mercantilista. Pero no se trata de un adiestramiento profesional, educarse no es adaptarse a un mundo injusto, sino crear opciones para su transformación y de mayor justicia y equidad. La educación no es la creación de dóciles empleados, sino de ciudadanos activos y libres”.
Para servir más a los vaivenes de la política sexenal que educativos, para eso están los titulares de la SEP en todo momento. Ahora le corresponde a Alonso Lujambio, un “intelectual orgánico” calderonista del que se podría esperar más por sus lecciones sobre la democracia plasmada en libros, pero no pasa de simple suspirante panista a la candidatura presidencial en el 2012, utilizando para ello a la institución de trampolín político. ¡Qué puede hacer por la educación!
Como la dirigente del SNTE, la “maestra” Elba Esther Gordillo, cuyo “liderazgo” ejerce desde la caída de Carlos Jonguitud Barrios en 1989 —derribado por un movimiento que paradójicamente luchó por la democratización sindical—, señalada reiteradamente como la culpable del desastre educativo. Su permanencia al frente del sindicato más grande de América Latina responde al interés de los partidos políticos en elecciones estatales, ahora con su Partido Nueva Alianza con el mueve sus piezas, a pesar del manejo privado de los recursos del magisterio.
En fin, un sistema educativo estructurado para no servir a los que merecen: a los alumnos; sino a los que no: a los políticos que la usufructúan para fines particulares. Así funciona el sistema político priista-panista corporativo y corrupto. Así se construye el desastre nacional a toda prisa desde la simiente.
Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
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