viernes, 2 de julio de 2010

MÉXICO, ¿HACIA DÓNDE?

02/julio/2010

*Inestabilidad e ingobernabilidad
*Participación vs. la perversidad

Hay zozobra, mucha inseguridad, como miedo e incertidumbre de hacia dónde marcha el país; todo con visos de ingobernabilidad, por lo menos coyuntural. Sintomatología de una percepción muy generalizada, que desborda las charlas de café, e inquieta a las personas en todos los rincones del país.
Hay también, un ambiente de inestabilidad que afecta a todo México. En circunstancias, por cierto, muy similares a los acontecimientos de 1994 (recuérdese a Colosio, el candidato presidencial, al cardenal Posadas y a Ruiz Massieu). Y por lo mismo, hay tantas interrogantes como inquietudes sobre lo que ocurre. Cabe entonces preguntarse: ¿Acaso el país se nos está deshaciendo entre las manos, y sin hacer nada? ¿Está fuera de control, por la desbordante inseguridad, al grado de infiltrarse y dañar la gobernabilidad?
La mera preocupación generalizada ya es suficiente para hacer algo. Comenzando por plantear, al menos, los problemas tal y como se miran al observador común. Y la posible solución. En este tenor, siguen las interrogantes: ¿Hay alguien atrás de todo esto? ¿Grupos de interés? ¿O es resultado de la pugna por el poder, regional en este caso, puesto que varios acontecimientos se han acelerado en el contexto de las elecciones de este 2010?
No obstante, al parecer las disputas por la vía de la violencia no atañen a los propios partidos políticos. Los pleitos de campaña no pasan de la guerra electoral y, por ende, transcurren dentro de los márgenes de la institucionalidad vigente. No rebasan la competencia por una gubernatura, una alcandía o un espacio en el poder legislativo local. Con todo y lo que entra en juego, o representa ganar en cada caso. Al menos, de los partidos es de esperarse siempre el respeto al marco constitucional. Participan, se entiende, respetando las reglas electorales aceptadas.
Luego entonces, ¿cómo explicar la violencia desatada hasta el extremo de asesinar candidatos, uno alcalde y otro para gobernador en el caso del estado de Tamaulipas? [Porque la detención de Gregorio Greg Sánchez, candidato a gobernador por Quintana Roo, cae en el ámbito de la disputa interpartidista: 1) su presunta relación con la delincuencia organizada, y 2) sacarlo de la jugada para que no gane por los partidos postulantes].
Pero, ¿y dónde encaja la variable del narcotráfico y del crimen organizado, señalados como presuntos responsables? Porque, de ser así, ¿responden a intereses delincuenciales propios —al disputarse entre sí los territorios como plazas, o en respuesta a la guerra declarada en su contra por el gobierno federal—, o de otros con fines específicos? La situación se agravaría, al grado de lo impensable, si fuera el segundo caso.
Este ambiente de incertidumbre es, a todas luces, preocupante para todos. Pero está claro que la respuesta no depende sólo de la coyuntura, ni la solución responde a ella nada más. Porque padecer las consecuencias de todo este clima señalado, es en gran medida una irresponsabilidad del gobierno federal. Del gobierno de Calderón y del propio Partido Acción Nacional.
Aunque no quiera aparecer como responsable, pero Felipe Calderón es quien tiene la principal herramienta del poder presidencial en sus manos. Y, por ende, del mismo Estado como la instancia máxima en el país para emprender, con las políticas públicas necesarias, todos los cambios pertinentes para resolver los problemas del país, que son tanto económicos como políticos y sociales. Pero ahora en primera instancia está el lacerante problema de la inseguridad.
La inseguridad afecta la gobernabilidad. Y la ingobernabilidad está creciendo aceleradamente, y poniendo en riesgo la seguridad del propio Estado. Hay amplias zonas del territorio nacional que, si bien no se puede decir que están en manos del crimen organizado, no hay autoridad que los detenga. Pese a las amenazas continuas en contra de poblaciones enteras, donde sin más ocurren secuestros o desapariciones forzadas. Y donde las víctimas aparecen después asesinadas.
Hay señalamientos específicos de que está sucediendo lo anterior en estados como Chihuahua, Michoacán, Sinaloa y Tamaulipas; funcionarios ligados con el problema de la seguridad. Pero igualmente ocurre en otros estados donde amenaza la ingobernabilidad. El secuestro de Diego Fernández de Cevallos es paradigmático. Porque se trata de un influyente hombre tanto al interior del PAN, como del propio sistema político mexicano. Y hay un gran vacío en torno a su vida y las condiciones del plagio.
De todo esto, si bien el principal responsable es el gobierno, quien padece las consecuencias y los embates por la inseguridad y la falta de conducción del país es la sociedad. Por los muertos (25 mil en lo que va del sexenio), y porque el gobierno se va y la sociedad se queda. Y a estas alturas el gobierno de Calderón carece de propuestas para resolver los problemas del país, que incluyen la inseguridad.
Ahí está su inamovible estrategia en contra del crimen organizado, particularmente para combatir al narcotráfico. Por cierto que su llamado reciente a las fuerzas políticas al consenso para replantear la lucha en contra de la violencia, precisamente a raíz del crimen del candidato por Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú, y dar una respuesta del Estado mexicano no ha tenido eco, tanto por los tiempos electorales como por la poca credibilidad que se ha ganado en todos los sectores.
Por lo mismo, no ha estado a la altura del cargo ni de lo que el país requiere. Y no faltan las voces que reclaman su renuncia. Ha actuado más como líder partidista que como jefe de Estado. Muy lejos de ser el estadista que demanda la conducción de la nación para enfrentar sus graves problemas.
Mientras tanto, hay tensión en los estados donde habrá elecciones este domingo 4 de julio. Pero la convocatoria es para que todos los ciudadanos (el 40 por ciento del padrón electoral nacional) acudan a votar. Ningún factor que amenaza con desestabilizar a un país, tanto interno como externo (¿hay también intereses externos en esto?), es más poderoso que los designios de la misma sociedad. Eso es algo que el actual gobierno no ha comprendido. Un potencial que ha desperdiciado —se entiende por la gran dosis de ilegitimidad con la que llegó al poder—. Así sea para combatir al mayor lastre que genera la inseguridad, y todo lo que desestabiliza al país. Sólo la participación desarticulará cualquier intencionalidad perversa.

Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com

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