20/julio/2010
*Hacia la militarización de la frontera entre ambos
*Pese a las heridas, el país no enfrenta el problema
En la relación México-Estados Unidos, bien se podría pasar de la vieja idea de la política de “el palo y la zanahoria” —del viejo precepto inglés—, a una expresión figurativa más moderna para hablar de “el dardo y la zanahoria”. Es decir, el mismo principio del envolvimiento en el manejo de ciertos temas para luego darles la vuelta, y/o bien arreciarlos luego o regresar la estocada por otras vías, por no decir a traición.
La culpa no la tiene el indio (¡nada qué ver con alguna connotación racista!), sino el que lo hizo compadre, como se dice (eso sí) con un cierto matiz de reclamo cuando en la conversación aplica. El problema es que para México, Estados Unidos es un vecino y un compadre más a la fuerza que merced a la buena voluntad (o vecindad). Y México no olvida que EU es un país de inmigrantes europeos —algo que al parecer los propios estadounidenses olvidan con frecuencia.
No sólo eso. También que los estadounidenses llegaron a estas tierras —con todo el bagaje para desarrollar en toda su pureza el modelo productivo del capital— aplicando el dardo en contra, primero, de las tribus originarias que convivían libre y sanamente con la naturaleza, y luego apuntando al vecino que gozaba de antaño de amplios territorios (la República Mexicana), a quien le arrebataría por cuantos artilugios pudo el control de su mitad territorial.
Desde entonces. Es decir, desde que la historia registró los acontecimientos violatorios de la soberanía mexicana, por parte de los EU, las heridas no cierran. Y la propia línea fronteriza se “acordó” luego de muchas agresiones y arreglos mal habidos, más que de consenso o por “acuerdos diplomáticos”. Por ello la relación México-EU padece un estigma, o está estropeada de origen. Y eso lo tienen claro los mexicanos que, aún mínimamente, conocen su historia y saben de la relación con el vecino de la american way of life; al que sin embargo aspiran, porque en su país no se les ofrecen las condiciones mínimas de subsistencia económica, familiar y social en general.
Relación desigual y con desventaja siempre para México —como con el resto de América Latina—, la que mantiene EU con sus vecinos raya siempre en el abuso. Y para ello, EU aplica todos los medios posibles. Las presiones diplomáticas, económicas, políticas, sociales hasta militares. Y la relación de EU con Latinoamérica está inundada de atropellos: de espionaje, de intercambio desigual, de inversiones bajo condiciones cuasi impagables, de apropiación de las riquezas locales, de invasiones militares, de apoyo a dictaduras locales que luego resultan en su beneficio, de acuerdos comerciales desventajosos, etcétera.
Y de México, que está al sur de su frontera, ni se diga. Además de la política de agresión como pésimo vecino, también es de reconocer que frente a EU México ha cometido muchos errores. Deliberados o no, porque los gobernantes se han educado en aquél país. Sea por las presiones diplomáticas, económicas, o porque México no ha sabido construir una relación inteligente frente al imperio del norte (que lo es desde que las guerras mundiales lo colocaron al frente de la economía, la diplomacia y la reordenación mundial). Pero sobre todo porque a México le falta una visión geopolítica del mundo.
Como que en tanto México mira a la potencia como su vecino del norte en quien puede y debe confiar —porque además le presta recursos cuando los necesita, pasa salir de sus recurrentes crisis (sin considerar que luego paga doble y que las mismas son provocadas en gran medida por su elevada dependencia de aquella economía)—, EU mira a su vecino del sur como el país en quien no puede confiar, pero porque no confía en nadie. Recuérdese que son los intereses por delante, más que los amigos.
Sólo para fines de explotación de bienes estratégicos, eso sí, como sucede con las materias primas, o como el petróleo y el gas, entre otros recursos naturales. Y para ello se asegura el abastecimiento de todo. Así lo hizo, no obstante el entreguismo por parte de quienes sentaron las bases del acuerdo (Carlos Salinas y compinches), EU cuando negoció el Tratado de Libre Comercio (que luego se convirtió en el TLCAN, firmado entre los tres países de América del Norte).
Un tratado que puso énfasis en la desigualdad de la relación, pero que los gobernantes de México aceptaron como base. Nunca hubo término compensatorio alguno, como sí lo hubo en el caso de España o Portugal a su incorporación a la Unión Europea, verbigracia. Quedó claro, eso sí, que se firmaba un tratado de comercio de mercancías. Porque la mano de obra quedó fuera de la negociación. Nada para los inmigrantes. Ni legales, mucho menos ilegales. Nada qué ver con que México cubrió los requerimientos de mano de obra en los tiempos de la Segunda Guerra. Sólo el abasto de materias primas.
El tema de los migrantes mexicanos es un problema que México tiene qué resolver. Cierto, porque las condiciones económicas deben resolverse en el país de origen. Pero también que la mano de obra mexicana ha representado importantísimos montos de riqueza para la economía del vecino del norte. Pero eso ni lo ven los EU, y los gobernantes mexicanos sometidos (que lo son todos los últimos presidentes) nunca lo hacen válido. Por lo mismo, tampoco tienen la valentía suficiente para defender a los que ya están incorporados, ilegalmente aquella economía, como no lo hará EU en tanto el estatus de ilegal permite explotarlos más y mejor. Con bajos salarios son más rentables. Y mantenerlos en la ilegalidad no obliga a EU a pagarles ningún tipo de servicios como los médicos, por ejemplo.
Por eso la política del dardo y la zanahoria, la que aplica EU contra México. Por un lado le promete negociar internamente un acuerdo migratorio. Pero por el otro se apresura a militarizar la frontera. Por un lado surge una ley absolutamente discriminatoria como la SB/1070 en Arizona y Obama presume atacar su ilegalidad, y por el otro se anuncia la llegada de efectivos del ejército para resguardar la frontera sur con México. Por una parte se habla de la corresponsabilidad para enfrentar la violencia en la frontera, por el otro se siguen autorizando la venta ilegal de armas a las bandas de criminales mexicanos. Por eso el gobierno de EU anunció ayer que desplegará mil 200 soldados de la Guardia Nacional a la frontera sur, el próximo 1 de agosto, en una acción sin precedente en su relación vecinal con México. Le siguen los aviones no tripulados y mayores recursos para su seguridad nacional.
México creyendo en la buena vecindad. Sin visión estratégica, sin planes geopolíticos para comprender a EU y al mundo.
Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
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