lunes, 19 de julio de 2010

ACTOS DE NARCOTERRORISMO

19/julio/2010

*México, se agudizan los atentados
*La población, la principal víctima

El narcoterrorismo> está asentando sus reales en México. Por mucho que a las autoridades no les agrada el símil con otros países, como tristemente ocurrió en Colombia durante los años 80, el hecho es que la violencia desatada por las bandas del narcotráfico está alcanzando dimensiones todavía más peligrosas a las mostradas hasta hace poco.
Las evidencias así lo indican, no obstante que la autoridad lo niega —como la conocidísima política del avestruz; el ave gigante que esconde, nada más, la cabeza para no ver el peligro— porque la violencia del narcotráfico comienza a expresarse con toda peligrosidad. Los ataques están dejando de ser dirigidos contra objetivos específicos, policías o militares, para desviar su atención sobre la sociedad.
Como el terrorismo, pero acelerado en estos casos por el poder adquisitivo del dinero ilícito de por medio. Aparece como la expresión desde una de las partes que se presume todopoderosa: los narcoterroristas. Como una reacción que justifica porque se siente agredida o perseguida. No obstante, pretende hacer a un lado que desde su creación como organización criminal, al igual que su propia actividad, devienen injustificables. O que sólo la justifica, al igual que su existencia, la violación de las normas legales y el negocio ilícito mismo.
La fuerza la obtienen, los narcotraficantes, desde la naturaleza misma del negocio. Las altas ganancias que les depara. Sin importar a cuántos afecten; así sean jóvenes o personas de todas las edades. La demanda es la que alienta su presencia, porque les brinda continuidad y permanencia en el negocio. Más frente a mercados como el de Estados Unidos, que constituye el mayor consumidor del mundo. Por eso en México las bandas se retroalimentan fácilmente; hoy son capturados o muertos unos cabecillas, mañana surgen otros en relevo.
Todavía más, porque el negocio ilícito del tráfico de drogas es millonario y en dólares. Por eso el atractivo. Por ello asumen los riesgos. Por la ambición del dinero y para poseerlo todo. No importa que sea por poco tiempo en vida. El principio de muchos es: “más valen cinco años como reyes, que una vida como bueyes”.
Su fuerza está basada, entonces, en el dinero y todo lo que pueden adquirir con él; grandes lujos, y armas y municiones de todos los calibres. Para la defensa, para el ataque, para pelear por los espacios como cotos de poder entre las propias bandas y para retar a las autoridades. Además de cuidar las plantaciones, las vías de tráfico y de acceso a los mercados.
El negocio no camina si la protección policiaca, sea comprada o infiltrada. La colusión es tan útil como necesaria para el lavado del dinero, en todos los ámbitos de la economía. Comenzando por el sistema bancario y el mercado de los bienes raíces. Este es un sector de la economía mexicana poco investigado. Este es uno de los errores mayúsculos de la guerra declarada por Felipe Calderón contra el crimen organizado, porque no escudriña las entrañas del sistema financiero ni las acciones para el lavado de dinero. Por eso la guerra fallida.
El caso es que en los últimos años, el narcotráfico no sólo está desafiando a la autoridad, su respuesta está tomando otras dimensiones de peligrosidad. Porque ahora va contra la sociedad. Ya sea dirigida, como el caso del asesinato del candidato a gobernador por el PRI en Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú el pasado 28 de junio, y el también candidato municipal a la alcaldía de Valle Hermoso por el PAN, Mario Guajardo Varela, el 13 de mayo pasado. O para intimidar a la sociedad, desde las narcopintas y narcomantas hasta las emboscadas directas contra policías, como lo declarara el recién detenido en Ciudad Juárez, Jesús Armando Acosta Guerrero, El 35, líder de La Línea y brazo armado del cártel de Juárez.
Y de ahí hasta los atentados directos y abiertos en contra de la sociedad. Como la explosión de granadas o coches bomba. Como ocurrió en el propio Ciudad Juárez, el pasado jueves 15 (en represalia por la detención de El 35), donde un autobomba con 10 kilos de explosivos fue detonado el pasado jueves, para un saldo de tres muertos, siete heridos y daños materiales. Al igual que otros atentados, como los perpetrados en Sinaloa el 29 de mayo de 1992, con la explosión de dos coches bomba; en Jalisco, con la explosión de un auto el 11 de junio de 1994 (aún en contra de Ismael El Mayo Zambada).
Y los todavía más peligrosos bombazos en Michoacán perpetrados el 15 de septiembre de 2008, donde en plena festividad y en plaza atiborrada se hicieron detonar dos granadas de fragmentación. El saldo, según se informó oficialmente, fue de siete personas muertas y 132 heridos más. Pero el real quizá fue mayor. El atentado fue atribuido a La familia michoacana y ocurrió en la tierra natal de Felipe Calderón.
Como hecho insólito que fue, porque la explosión de artefactos agrede directamente a la sociedad, comenzó entonces el debate en el país sobre si se trató o no de un acto de narcoterrorismo. Pronto se dijo que sí. Y los estudiosos del fenómeno así lo calificaron. Nada menos, el recién fallecido, analista y escritor, Carlos Montemayor (13/VI/1947-28/II/2010), en un artículo “Narcoterrorismo en México”, tipificó el granadazo michoacano de la siguiente manera: “Difícil tener dudas acerca del atentado: es narcoterrorismo. Se trata de una acción inédita cometida en la tierra natal del presidente Felipe Calderón, que fue el estado donde se inició la guerra mediática y militar contra el narcotráfico”.
Y agregó categórico: “En el país entero, el narcoterrorismo demuestra que no es un fenómeno de criminalidad regional, como pretende hacernos creer la perspectiva gubernamental, sino un proceso de descomposición nacional, reflejo de los insuficientes servicios de inteligencia en México. Lo ocurrido en Morelia fue una acción terrorista, que expande la violencia en el corazón de la población civil. Los avisos y amenazas que fueron del conocimiento de autoridades locales aseguraron la inmediata respuesta de ambulancias, pero no la prevención del acto terrorista ni una cancelación de la concentración popular”.
Para rematar con la siguiente consigna: “Hoy se estrena como país vulnerable al narcoterrorismo. Una demostración palpable de que el gobierno mexicano está perdiendo el control del país”. Al día siguiente de los hechos del coche bomba en Juárez, el procurador general, Arturo Chávez Chávez, se apresuró a declarar que “no hay evidencia” de que exista narcoterrorismo en México.

Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com

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