jueves, 15 de julio de 2010

EL PLAGIO DE CEVALLOS

16/julio/2010

*El secuestro, por motivos económicos
*Sería un grupo que opera en El Bajío

“Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia”:
Mahatma Gandhi (1869-1948).

Tras casi dos meses de silencio sobre el caso Diego Fernández de Cevallos, apenas ayer dio cuenta un diario mexicano, La Jornada, con informes procedentes del gabinete de seguridad nacional, escuetos atendiendo a la particularidad del tema. Se reveló que “sus familiares pudieron sostener una comunicación telefónica con él, al tiempo que los plagiarios ratificaron en ese momento sus exigencias de que los órganos de inteligencia del gobierno federal mantengan la suspensión de las investigaciones sobre el paradero del abogado, o de lo contrario, ejecutarían a la víctima…”. El contacto habría ocurrido apenas el fin de semana anterior.
Así parece confirmarse que el secuestro tiene motivos económicos, y no lleva mayor mensaje para el gobierno del presidente Felipe Calderón que la importancia política misma del plagiado. Es decir, que las evidencias apuntan más a una banda del crimen organizado dedicada al secuestro, que hacia un delito perpetrado y relacionada con el narcotráfico, como podría suponerse en un principio sin mayor información.
Lo que no se despeja del todo, claro está —y queda en el terreno de la suposición, hasta en tanto no se resolviese el caso—, es la hipótesis de si los plagiarios operarían por intereses económicos nada más, o tendrían alguna finalidad política, como sucedió con los grupos guerrilleros del pasado que por ese medio conseguían recursos para la causa. En el libro El secuestro en México, José Antonio Ortega enumera alrededor de unos veinte secuestros a importantes empresarios que habrían sido plagiados por grupos armados como el Procup, el EPR, el ERPI, y habrían obtenido ganancias por alrededor de unos 80 millones de dólares.
El caso de Cevallos apunta más, como lo tipificó en su momento el amigo de la familia, panista y también director de la Escuela Libre de Derecho, Fauzi Hamdam, el pasado 2 de junio, que Diego —desaparecido el 14 de mayo—: “Está vivo y en manos de un grupo de poder muy importante”. “Se ve claramente, por todas las acciones externas y señales, de un grupo de gran poderío, de una organización, de grandes recursos, y no sé si hay algún contenido ideológico en este grupo”. “Son gente profesional”, agregó.
Fue todo. Salvo esta declaración de Hamdam, desde entonces no se habrían dado a conocer mayores datos. Salvo indicios de que la familia estaba en comunicación con los plagiarios para arreglar lo de la suma. Ahora se dice (ayer), que “Don Diego está bien de salud. Su familia ya pudo hablar con él apenas hace unos tres días, cando los plagiarios permitieron una breve llamada. Pero ahora siguen las negociaciones por el rescate y se está recabando el dinero para cubrir las pretensiones de los delincuentes, refirió uno de los informantes. Las investigaciones del caso continúan estancadas, por lo que los órganos de inteligencia del gobierno federal siguen sin pisas sobre el paradero, aunque ya tienen ubicada la banda delictiva que privó de la libertad al litigante: se trata de un grupo criminal que opera en la zona del Bajío desde por lo menos dos décadas y se considera que su modus operandi estaría relacionado con más de 40 plagios de alto impacto practicados contra industriales y empresarios”, dicta la nota firmada por Alfredo Méndez.
Esto lo sabe ahora la autoridad, no obstante el despliegue de policías, inteligencia civil y militar, habría trabajado solamente durante ocho días posteriores al día del plagio de Diego, entre el 14 y el 22 de junio, atendiendo a las condiciones que habrían puesto los delincuentes a la familia, un día después, para poder iniciar la negociación correspondiente. Pese a la detención del rastreo, la policía habría podido hacer la reconstrucción de los hechos previos a la retención de Fernández de Cevallos, y dijo no tener el menor rastro de los delincuentes.
Esto es, que fue privado de su libertad junto a la puerta de acceso de la casa principal del rancho, alrededor de las 22:30 horas; el grupo de secuestradores esperó a que descendiera de su camioneta para someterlo; le extrajeron del cuerpo el chip que permitiría su localización satelital, y luego se lo llevaron de La Cabaña, ubicada en Puerto Escobedo, Querétaro, sin que aparentemente nadie se percatara de ello.
Luego el silencio informativo. La espera por parte de la familia y las suposiciones que no han dejado de fluir en los medios de comunicación desde entonces. No obstante, el principal medio de comunicación, la televisión que hizo mutis del caso —según lo declaró Televisa unos días después del 14—, el tema siguió presente e infundiendo temor entre la clase política, los empresarios y la gente común y corriente. “Si eso le ocurre a un personaje como Diego…”, se decían y siguen preguntando muchos.
Sobre el monto solicitado, sigue la nota de La Jornada: “Ha trascendido que la exigencia económica para su liberación inició en 50 millones de dólares, pero logró reducirse, por ahora, a 30 millones de dólares”. Para juntar el dinero, “las fuentes consultadas indicaron que la familia del exsenador ya puso a la venta varios vehículos, casas de descanso ubicadas en zonas turísticas del país, así como la mayoría del mobiliario de la casa que el político tiene en una zona residencial del Distrito Federal. La finalidad de la familia Fernández de Cevallos, es juntar 30 millones de dólares en efectivo que solicitó el grupo criminal a cambio de la libertad del Jefe Diego”.
Y todavía hay reacciones pobres, como la del panista Luis H. Álvarez, para quien el plagio de un correligionario suyo es “un dato más que indica que todavía estamos muy lejos de vivir en un país verdaderamente democrático”. Como si no se tratara de un ciudadano que ha sido parte de los tejes y manejes de la política nacional, cuales miembros distinguidos de su partido, en la que tanto él como el propio Diego Fernández de Cevallos, han participado e indirectamente contribuido a edificar.
Porque esa es la pobre y lamentable democracia que están construyendo los políticos que se ocupan de la gente únicamente cuando requieren su apoyo con el voto, porque una vez en el poder se enquistan en él y nadie los mueve. Pese a todo, es bueno que, por lo menos, Diego siga en pie.

Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com

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