17/junio/2011
*Un asunto que nada tiene que ver con la política
*Proyecto imperial para desestabilizar a México
Ávidos, los funcionarios del gobierno de Barack Obama y legisladores estadounidenses, de convencer a los incautos empleados del gobierno de Felipe Calderón [¡que ni el dedo levantan en señal de protesta; menos dicen “esta boca es mía”, como sucede con la titular de relaciones exteriores, Patricia Espinosa!] y a los legisladores mexicanos, de que el programa Fast and furious, Rápido y furioso, “no tiene que ver con la política” al igual que la investigación sobre el caso, los gringos se aprestan a cerrarlo tratando de apagar el fuego castigando a funcionarios menores, con todo y eso incluya a Kennet Melson, el director de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas y Explosivos (ATF).
Está bien que los empleados de ambos bandos —perdón, países— se entiendan entre sí, más ello no obsta para que la sociedad tanto mexicana como estadounidense atienda el fondo del asunto y se oponga a tamaña tomadura de pelo. Es decir, que resulta increíble que un caso tan delicado como la filtración de armas por la vía ilegal —se dice que fueron 2 mil rifles de asalto y 50 rifles francotiradores; ¿nada más, cuando la simple venta de armas representa un negocio millonario?— desde las armerías de Estados Unidos en su paso fronterizo hacia México haya sido de interés de unos cuantos.
¿Cómo podrían, los operadores de la ATF nada más —ellos solitos— llevar a cabo un proyecto que, tratándose de introducir o tolerar el flujo de armas, resulta atentatorio de la estabilidad de un país como México [tan cercano cuan lejano por ser “vecinos distantes”], para una potencia como EU tan abiertamente preocupada desde el 11/S-2001 por su seguridad nacional?
Porque en el fondo se trata —como lo hemos reflexionado en este espacio desde su aparición— de un proyecto del que no podrían estar ajenos funcionarios importantes, desde operadores como el embajador de EU en México, Carlos Pascual y la dependencia a la cual respondió como “operador espía”, que es la Secretaría de Estado que preside Hillary Clinton, pasando por las agencias de inteligencia como la CIA, ¿hasta dónde? ¿De verdad ni el fiscal especial, Erick Holder y Obama lo sabían?
Más no se olvide que en su relación contra el mundo, EU trabaja con proyectos de largo plazo, por sus fines imperiales; desde la Doctrina Monroe hasta planes como el Colombia o el Mérida con México. Y sus políticas de relaciones internacionales pasan por sus prioridades nacionales, como corresponde a su seguridad energética en primerísimo lugar. Los pretextos sobran, que para eso EU cuenta con un aparato de inteligencia espía bien equipado y otro de mayor tamaño, como ocurre con su maquinaria militar-industrial que comanda el Pentágono. Ni más ni menos que la industria de la guerra contra los países que se resistan a las disposiciones del imperio gringo.
En ese tenor, ¿qué más da desestabilizar a México, principalmente en aquellos estados de la frontera norte, para generar la necesidad de intervenir militarmente so pretexto de la amenaza del crimen organizado [en esto las bandas del narcotráfico estarían haciendo el trabajo sucio contra su propio país, ¿apoyados o no?] y apoderarse así tanto de las reservas probadas de gas de la frontera norte de Tamaulipas, como apuntar hacia los grandes yacimientos de petróleo en el área colindante, transfronteriza, del Golfo de México? Sería descabellado tratándose de otro país, pero no de EU.
Por eso nuestra preocupación —también vertida en este espacio— en el trabajo desempeñado por embajadores como Carlos Pascual, y el que no tarda en operar Earl Anthony Wayne; ambos expertos en Estados fallidos o en guerra. Por eso nuestra renuencia también en admitir que se catalogue a México como un Estado fallido —así salió de políticos no menores de EU—, porque dicha clasificación responde a la amenaza ideológico-política del imperio gringo.
Por lo mismo nuestro llamado a los funcionarios del gobierno y al Senado mexicanos, tanto de responder cualquier intentona injerencismo en los asuntos internos de México, como en abrir los ojos a las amenazas de intervenir por otras vías, procedente de EU. Porque el tratamiento que tienen asuntos tan delicados como este Rápido y furioso, no pasa de las protestas airadas del lado mexicano.
En ese sentido, y una vez descubierto su ardid antimexicano, los propios funcionarios gringos tratarán de hacerse los occisos y de minimizar por todos los medios el dichoso operativo que amenaza todavía con la estabilidad tanto de la región fronteriza como del Estado mexicano. Sólo digamos que Pascual, un experto en Estados fallidos, hasta trató de generar divisionismo entre instituciones mexicanas tan respetables como el Ejército y la Marina. Eso igual fue señalado en su momento.
En otras palabras, si los funcionarios mexicanos no sacan la cara, la tiene que dar la sociedad mexicana y estadounidense [cuando digo gringos, y no precisamente en el uso despectivo, me refiero a los funcionarios de ese país más nunca a la sociedad que son los hombres y trabajadores quienes contribuyen, como los inmigrantes latinoamericanos, al enriquecimiento de las empresas sede del imperio]. Porque EU arremete contra el mundo y México no podría ser la excepción.
Así, por mucho que digan en EU que la indagatoria de Rápido y furioso no tiene que ver con la política, tanto el operativo como el negocio de las armas y las drogas son asuntos de la política. Además, ahora se intenta justificar que el “desventurado plan”, “nunca logró el objetivo de desmantelar a los cárteles de las drogas; de hecho, la agencia (la ATF) ni siquiera logró acercarse” a tal meta. Como tampoco logró “trazar los vínculos entre los compradores pequeños de armas, los grupos que trafican con éstas y los cárteles mexicanos que las adquieren y las usan para perpetrar crímenes”. ¡Tamaña desventura de pobres orquestadores de guerras imperiales!
Basta con que el Comité de Supervisión del Congreso, haya incluido a tres personajes como los “arquitectos y supervisores” de Rápido y furioso: Melson, el director de ATF, quien “recibía informes semanales”; Billy Hoover, el subdirector, estaba “ávidamente interesado” en las actualizaciones; William McMahon, director de operaciones también estaba “emocionado” y recibía “informes especiales”. Por supuesto no importó si “alguien moriría” con tamaño operativo. Según el informe del citado Comité elaborado por el congresista republicano Darrel Issa y el senador Charles Grassley, presentado el miércoles 15. ¡Colorín colorado!
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