jueves, 2 de junio de 2011

JOLGORIO, EN LA POLÍTICA MEXICANA

02/junio/2011

*¿Merece la sociedad tamañas trampas y mentiras?
*Faltan compromisos y proyectos, sobran aspirantes

Dicta el adagio que los pueblos tienen sólo a los gobernantes que merecen. ¿Pero no será que llegan al poder —no digamos únicamente en el caso de México— los hombres más embaucadores, habilidosos, tramposos, bandidos, vendidos, corruptos, mediocres, títeres o incluso los traidores; y no los más congruentes, preparados, inteligentes, coherentes, dignos, fieles, honestos, con principios, democráticos, incorruptibles, comprometidos, etcétera? ¿Pero acaso la sociedad es más lo uno que lo otro?
Ya sabemos que la política como tal no es una perita en dulce, porque las vendettas y los golpes bajos están a la orden del día desde el ejercicio de la misma al interior de los partidos políticos, como agrupaciones dedicadas para luchar por el poder. Pero eso mismo hace que los hombres con principios le huyan, más que rápido, a la política y a los partidos. No obstante todo individuo tiene frente a sí una posición política por la sociedad a la que pertenece, y el poder o el Estado que la rigen. Nadie es apolítico. A pesar de ello, muchos tratan de ignorar su rol y le huyen a la política, no sin cierto dejo de justificación.
Comenzando porque las declaraciones de principios y los códigos de ética entre los políticos no rigen. Si acaso resulta viable la disciplina y la fidelidad a algún grupo y sus fines, sólo cuando el individuo asume el costo del involucramiento que implica coludirse con sus dirigentes en particular y con el poder en general, y entrarle así a las mismas jugarretas. O algunos de los vicios señalados.
Desde luego que las banderas tanto de los partidos como de los políticos son siempre de dos caras. Porque una cosa son los lineamientos de los partidos que se canturrean a los cuatro vientos en tiempos electorales, y otra muy distinta que los políticos las vuelvan aplicables a la realidad; las promesas de campaña no pasan de eso, de promesas. Y peor aún, que los preceptos respondan a las exigencias de la realidad o se conviertan en planes de gobierno. Eso no sucede, tanto porque siempre están desfasadas de dicha realidad, o porque confrontadas con ella se quedan muy cortitas ante los retos que plantea la solución de los problemas de un país.
Lo que sí entra en juego, siempre, son los principios de los políticos, y que las actuaciones de los mismos no son más que un reflejo de sus pensamientos y de sus formas personales, internas, de ser. Es decir, nadie es corrupto si no quiere; ninguno traiciona sus principios si no quiere; nadie es infiel a sus creencias si no quiere; nadie la da la espalda al compañero si no quiere; nadie vende sus ideas si no quiere; nadie recibe dinero ilícito o mal habido si no quiere, nadie sirve a intereses oscuros si no quiere; nadie se entrega al detentador del poder si no lo quiere.
Y eso es traición a sí mismo y a los principios de la ética, de la misma política ejercida con dignidad y de una sociedad que lo educó y capacitó para ocupar un cargo de responsabilidad social desde el gobierno o el Estado. Y así el tema corre desde la relación de los hombres con la política hasta el ejercicio del poder ¿por el poder?
El tema viene a colación porque en los carriles de la política mexicana hacia la carrera presidencial del 2012, los políticos que aspiran no son precisamente los mejores hombres, sino al parecer los más comprometidos con el mismísimo poder. Todos, de cualquier partido, dicen que lo hacen y se entregan porque les interesa y lucharán por el bien del país, pero es mentira. Tan falsas sus promesas como reales los intereses a los que sirven; y servirán cuando es el caso de ganar.
¿Porque, de los fines nacionales quién se ocupa? Nadie. Y esa es la triste realidad. Desfasados como están, a los políticos no les interesa más que ganar-ganar. No le interesó el Partido Revolucionario Institucional al final de sus 71 años de control del poder presidencial. No le importa al Partido Acción Nacional desde que ganó la silla presidencial en el 2000. Y las cosas van de mal en peor.
Con el PRI en el poder, si bien se registraron las más elevadas tasas de crecimiento económico y el bienestar social alcanzó durante algunas décadas elevados niveles, hacia el final comenzó la debacle. Es decir, que durante los gobiernos del PRI se sentaron las bases del deterioro nacional cuando, a partir del sexenio de Miguel de la Madrid, comenzó la situación de crisis. Crisis económica, crisis institucional, crisis de la política, crisis electoral, crisis social, etcétera.
Pero con el PAN comenzó la era de la desintegración. Descomposición económica, política, social; dilapidación de los recursos del país, desarticulación de la estructura económica nacional, rompimiento de los frágiles lazos que mantienen la institucionalidad con rompimiento de todo equilibrio entre poderes, deterioro en el sistema de justicia, impunidad por todo abuso u atropello, militarización del país, colusión de autoridades con el crimen organizado, desbordamiento del síndrome de la descomposición del poder —el narcotráfico—, y todo tipo de violación de los derechos humanos. ¿Falta más? Sí, entreguismo vil a los intereses del imperio gringo y la aplicación de la política del avestruz: esconder la cabeza para ignorar las consecuencias; así sea la amenaza de desestabilizar al país o la intentona de invadirlo.
Peor aún, políticos sin escrúpulos como el presunto presuspirante oficial a la precandidatura por el PAN, el prepolítico Ernesto Cordero afirma [como es el secretario de Hacienda durante la presente administración, y supone que nadie conoce los números reales] que México “dejó de ser un país pobre hace mucho tiempo”. Basado, según, en datos de la ONU, que define a México como “un país de desarrollo humano medio, es decir (que) no somos un país de desarrollo bajo”.
Es el mismo suspirante que en febrero pasado dijo que las familias con un ingreso de 6 mil pesos mensuales tienen capacidad para pagar un crédito para vivienda y un coche, también para pagar escuela particular de sus hijos. Esa es la calidad de sus palabras, viles mentiras. ¿Ese es el tipo de políticos que ha creado México y aspiran a gobernarlo? ¿A qué nivel ha llegado la política que genera ese tipo de aspirantes a un cargo presidencial? Nada ni nadie dice que Cordero vaya a ser el candidato del PAN. Pero con eso pretende ganar el apoyo ¿De quién? De los votantes seguro que no. Es el jolgorio de la política a la mexicana donde sobran aspirantes sin compromiso, para servir al poder.

Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
http://maniobrasdelpoder.blogspot.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario