lunes, 6 de junio de 2011

CALDERÓN, VOLTEAR A LO ELEMENTAL

06/junio/2011

*La situación empeora por falta de visión
*Solución tendenciosa o falta de atención

Los gobernantes mexicanos, comenzando por el propio presidente Felipe Calderón, se afanan en hacer creer que el país está bien. Lo peor de todo es que se la creen, y suponen que la sociedad también. Pero viven completamente desfasados de la realidad, con un entorno de pantalla. Y, una de dos, o ignoran el terreno que pisan, o saben pero lo camuflan muy bien porque así conviene a sus intenciones. De Calderón puede creerse cualquier cosa.
Una economía boyante con creación de empleos y grandes expectativas de futuro, aparte se crece en todos los terrenos, incluida la exitosa estrategia para contener la violencia, como es el caso de la guerra contra el crimen organizado, especialmente el narcotráfico. Prevalece la necesidad, claro está, de hacer verdaderas las mayores mentiras, porque se vive en tiempos electorales y, por tanto, de complacencia y competencia política.
Pero ni México crece sino que mantiene un ambiente de estancamiento económico continuo desde los tiempos boyantes previos a la instrumentación del modelo neoliberal, ni hay empleos como prometió el actual presidente siendo candidato sino empobrecimiento generalizado de la población, porque aparte los salarios cada vez pierden poder adquisitivo y hay depauperación social con tendencia a la desaparición clasemediera. Es falso, por tanto, el dicho del precandidato, suspirante presidencial, Ernesto Cordero, cuando afirma que el país es de clase media y que vive bien con seis mil pesos de ingresos al mes.
No sólo es la economía mexicana [que depende abruptamente de la estadounidense, tan deprimida que sus clérigos operadores desde el gobierno no atinan a enderezar], sino también la política que avanza sin brújula. Así como anda la cabeza están los pies. Dice un dicho en la política mexicana que: si le va bien al presidente le va bien al país. Pero ni lo uno ni lo otro sucede en el actual sexenio; igual sería válido decir que si la cabeza anda mal así están los pies. Y así se mira la política, de cabeza. Los políticos panistas son inexistentes, porque no operan. Al lado del gobierno desoyen las demandas de la población.
Calderolandia funciona tan mal como antes operó foxilandia; sin soluciones para sus electores. Puras promesas: que si el bienestar, que si el crecimiento económico, que si la seguridad pública, que si un Estado para una mejor educación y salud —ninguno habló nunca de la cultura, porque no existe para ellos—, nada. Antes bien, incumplimiento en todo. Los únicos compromisos han sido con los empresarios, con la clase del poder, y con los estadounidenses empresas y gobierno al mismo tiempo.
Sólo algunos compromisos internos, como con los aliados de la política, los priistas y los perredistas negociadores, con los medios de comunicación afines —televisos y teveaztecos— y con los funcionarios que trabajan a manos libres como operadores del gobierno; complacencia sólo para los amigos, porque los demás no existen.
Lo peor de todo es que se ha militarizado al país. El sacar a los militares de sus cuarteles tiene muchas lecturas. Desde legitimarse en el poder, porque Felipe Calderón no ganó limpiamente en las elecciones del 2006, hasta azuzar a la población para evitar cualquier tipo de disturbio metiendo miedo a los opositores e inconformes con el sistema. En medio queda una estrategia fallida contra los carteles del narcotráfico, porque sin resultados palpables los carteles se duplican, la violencia no para en casi todo el territorio nacional, los muertos rondan por arriba de los 40 mil, el tráfico de drogas no para y los grandes capos siguen libres.
No se emplean, si es que realmente se quisiera atacar el problema de fondo, mecanismos que en otros países han mostrado su eficacia, como: meter candados al lavado de dinero; investigar los flujos de recursos que anidan en los circuitos financieros nacionales e internacionales; parar el flujo de armas procedentes de EU; además, romper el núcleo de la corrupción al interior del propio sistema, los lazos entre política y narcotráfico; la depuración del sistema de justicia; aparte de emprender cambios de fondo, como sucede con la reactivación de la economía para la creación de empleos y la recuperación del salario real. Mejorar la educación y promover la cultura.
Revisar la estrategia contra los carteles de las drogas no está en la bitácora presidencial. Revertir los lastres del modelo neoliberal no tiene cabida entre los operadores de gobierno, comenzando por los titulares de Economía, de Hacienda, del Banxico y el propio presidente. Lo viejo del sistema político no se mueve un dedo. No hay la intención de una suerte de Congreso constituyente; digamos para revisar asuntos clave como el presidencialismo, el equilibrio entre los poderes, la independencia del poder judicial y fortalecer el sistema municipal, entre otros. Mucho menos contener o controlar a los poderes fácticos.
Para comenzar, no hay la estatura para emprender alguno de esos cambios fundacionales. Todo lo contrario, se pretende profundizar el esquema corroído del libre mercado —tesis central del neoliberalismo—. Por esas anda la intentona de reformas estructurales actuales en el Congreso de la Unión. Las pretendidas reformas a la ley laboral, la reforma electoral, energética apuntan en ese sentido.
Tampoco hay la intención de cambiar las cosas. No importa que el país esté amenazado por lastres del pasado y, alentados en el presente, impriman un rumbo sin futuro. Es más, en la política la violencia opera como medida de contención de las demandas sociales. Y en la economía, la persistencia de la contracción económica sirve para no distribuir la riqueza porque la renta se acumula en pocas manos. Con el exterior, los estadounidenses imponen sus lineamientos en casi todo. Lo primordial para ellos cuelga de su seguridad nacional; lo grave para México es que su misma seguridad está en la calle.
Ver las cosas simples no es sencillo. Es como ponerse lentes con fondos de botella. Pero recrearlas es indispensable para exigir una solución pronta y expedita; funcional y necesaria. Ese es el compromiso, en primera instancia, del gobierno. A la sociedad le compete presionar para su cumplimiento. Todo gobernante está para servir al pueblo; por eso es elegido en un proceso de votación abierta. Pero a Calderón le falta mucha visión, aún en las cosas más elementales.

Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
http://maniobrasdelpoder.blogspot.com

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