miércoles, 22 de junio de 2011

MÉXICO, EN GUERRA DESTRUCTIVA

22/junio/2011

*García Luna no es artífice del fracaso
*País en vilo, violencia desarticula todo

Muy generoso se vio hace unos días el asesor de Naciones Unidas, Edgardo Buscaglia, cuando calificó a Genaro García Luna como “arquitecto del fracaso y de la tragedia mexicana”, porque “hay una clara prueba de que el señor es un incompetente y un inepto. En un país medianamente desarrollado ya hubiera renunciado hace mucho tiempo. Él ha sido el arquitecto de las políticas de seguridad pública en los últimos diez años y sigue estando ahí”. Porque es claro que, sea o no el arquitecto, la responsabilidad de que siga en el cargo no es de él sino de quien lo sostiene; o sea, de Felipe Calderón Hinojosa. El responsable en última instancia de lo que devenga con el asunto este del combate al crimen organizado que ya cuenta en su haber, entre tantas cosas, con más de 40 mil asesinados.
Y muy acertado, eso sí, resultó el propio Buscaglia que ha dado clases en Columbia y Berkeley, cuando dijo que: “La delincuencia organizada mexicana es de Estado. [Porque] no se puede comprender este fenómeno sin entender al sistema político mexicano y su evolución desde el partido único que prevaleció 70 años, hacia lo que es hoy, un Estado fragmentado y semicapturado por grupos criminales diversos. Hoy el Estado mexicano es un rompecabezas donde cada fragmento le corresponde y la pertenece a un grupo criminal diferente”. Como hemos dicho, se trata de un síndrome de la descomposición del sistema presidencial priista y ahora panista, de la mano de la corrupción y de la impunidad, entre otros vicios perversos.
Pero brinca, siempre que Estados Unidos entra en escena, el hecho de que el fenómeno del crimen organizado —encabezado por el narcotráfico, pero tiene sus vertientes delictivas— es de naturaleza global. Y como tal es también síndrome de la descomposición del sistema capitalista imperial mundial actual. Y que por lo tanto, el fenómeno no podrá ser atacado eficientemente por un combate frente a frente, como lo inició desde el arranque de su administración también por razones de ilegitimidad el actual presidente mexicano Felipe Calderón.
Si falla la estrategia de confrontación cara a cara —mas no se olvide que las bandas del narcotráfico están bien armadas, utilizan igualmente estrategias de “guerra de guerrillas” (como lo señaló en su momento el también experto en el tema y profesor de la UAM, José Luis Piñeiro), tienen cuantiosos recursos y cuentan con el ingreso de armas desde Estados Unidos a raudales [el 70% de las capturadas tienen ese origen]—, porque tampoco se atacan otras rutas para desarticular a dichas bandas como el propio tráfico de armas, al lavado de dinero y la detección de cuentas y flujo de recursos ilícitos dentro del sistema financiero local y mundial [¿qué pasó con el asunto del Wachovia Bank, que fue señalado como lavadero del narco en Estados Unidos?; absolutamente nada (véase mi “Wachovia, lavadero del narco”, 06/abril/2011)], ni se cuente lo que pasa porque ya pasó.
Mucho menos cuando, como dice Buscaglia, ahora el Estado está fracturado y semicapturado por diversos grupos criminales que se disputan los territorios, de cultivo, trasiego y cruce al mercado consumidor más grande del mundo, para su total regencia. Luego entonces, si el problema ha llegado a tal grado no es sólo por la estrategia fallida, también porque no hay las políticas adecuadas desde el propio Estado —que ciertamente parece cada vez más debilitado— para atender el problema de raíz.
Y en esto entra no sólo la limpia de policías de todos los niveles —un asunto bajo responsabilidad de García Luna— o del sistema de procuración de la justicia en su totalidad que es un problema de la tan llevada y traída “reforma del Estado”, sino de políticas económicas y sociales [empleo, educación, cultura, combate a la pobreza, etcétera]. Porque en estos terrenos se avanza en sentido contrario. Y todavía más. Se desoyen las críticas, las asesorías o las opiniones —como se las quiera ver, que para el resultado da lo mismo— de abordar el asunto en el terreno internacional como se mueven las bandas del crimen.
No se trata sólo de la descoordinación de las políticas locales, también por el desinterés desde EU como mayor consumidor, siendo el más beneficiado con el ilícito negocio desde que en 1966 se firmó la Convención Única sobre Estupefacientes, realizada antes en 1961, se declaró ilegal el uso de las drogas por presiones del gobierno estadounidense, en tiempos de la presidencia no de Richard Nixon sino de Lyndon B. Johnson.
Pero EU, como siempre tiene, defiende sus intereses. Y el de las drogas es un jugosísimo negocio de 400 mil millones de dólares anuales. Y los recursos van a parar siempre a un mercado legal establecido, a las finanzas internacionales controladas en gran medida por el mercado estadounidense. Son los grandes intereses, entonces, los que sostienen las políticas de la ilegalidad de las drogas. Por eso ni siquiera se discute su legalización y ni se toca el tema.
Siendo así, el asunto desborda al gobierno mexicano. Ni se diga su estrategia, fallida de origen. Por cierto que el mismo García Luna reconoció en corto ante John Dimitri Negroponte, lo que públicamente niega el gobierno de Calderón a voz cantante: que la presión gubernamental contra los carteles de las drogas engendró más violencia. Dicho en sus palabras, de acuerdo con el cable 07MEXICO6043 de la embajada de EU en México y revelada por Wikileaks: “La presión del gobierno de Calderón contra los carteles al principio de este año (2007) engendró más violencia”. ¿No que no?
Por eso decíamos que Buscaglia se quedó corto, porque el responsable directo no es García Luna sino el que lo sostiene que es Felipe Calderón. No de balde ya la sociedad mexicana comienza a preguntarse por la responsabilidad de este personaje de la vida política nacional por las secuelas de la guerra. Porque las consecuencias serán al fin y al cabo desastrosas. Tan sólo véase el saldo de muertos. Pero ¿alguien se pregunta sobre tamaña desarticulación del Estado mexicano que costó décadas, siglos construir y está tirando por la borda el actual gobierno en unos años? ¿En dónde queda la institucionalización del país? ¿En dónde la justicia y la legalidad si no se avanza en contra de la impunidad? No se olvide que la guerra destruye todo a su paso. ¿Hasta dónde llegará México con esto? Por eso cada vez se hace más vigente el asunto del juicio político a Felipe Calderón.
Mientras el gobierno duerme en sus laureles, los carteles mexicanos se internacionalizan. Pero ese es el tema de mañana.

Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
http://maniobrasdelpoder.blogspot.com

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