lunes, 13 de junio de 2011

PAN ELUDE EL COMPROMISO SOCIAL

13/junio/2011

*Políticas económicas para bienestar privado
*La sociedad recibe el desprecio del poder

Lo que mal empieza mal termina. Y tendenciosa como es, la derecha ha eludido siempre todo compromiso con la sociedad. Pregoneros del libre mercado, en el eje doctrinario que guía todas sus acciones de gobierno sólo aparece el individuo. Por lo tanto, de la sociedad sólo importan los votos. Es decir, piden todo a cambio de nada. Eso y más resultó el Partido Acción Nacional (PAN) que está en el poder en México.
Son los hechos los que los delatan, pese a ofrecimientos en contrario. En tiempos electorales, los panistas ajustan sus campañas como los candidatos de los demás partidos: gastos millonarios del erario que van a parar a las arcas de las televisoras, manejo moderno de imagen publicitaria, eslogan de campaña, difusión de chismes, golpes bajos a los contrincantes y corolario de promesas.
Porque en la práctica obedecen a intereses particulares, cuando no individuales propios. Sólo alientan los negocios de los socios empresarios, de los amigous extranjeros y en cumplimiento de los intereses creados o los compromisos adquiridos. Son la clase de hombres ambiciosos de poder, y del uso de éste para imponer lo necesario.
Así, el PAN que llegó al poder el año 2000 cuando le ganó Los Pinos al Partido Revolucionario Institucional (PRI), con un candidato que anidó esperanzas de cambio, devino presidente embaucador como fue Vicente Fox —mentiroso y hablador también— y pronto dio al traste con la anhelada transición democrática que exigía el propio sistema y esperaba la sociedad.
Cierto que los responsables de tan agitados tiempos finales de priismo fueron los mismos priistas, claro que ¡coludidos con el PAN! (¿Alguien olvida las concertacesiones de las cuales Diego Fernández fue actor de primer orden?). Zozobra social por los crímenes de Estado y contra individuos de la misma clase política, al grado de alcanzar al candidato presidencial Luis Donaldo Colosio; inestabilidad política por la fragilidad misma del sistema que amenazó su propia continuidad; vaivenes de la economía por al menos dos motivos: 1) la aplicación a tabula rasa del modelo neoliberal, que daría al traste con cuatro décadas de desarrollo económico con estabilidad y tasas de crecimiento por arriba del 6 por ciento, desbaratando la participación económica del Estado y desarticulando el Estado social, y; 2) la sujeción total a las redes de la economía estadounidense por la firma de un desigual tratado —el TLCAN— que como tal encaminaría al país a los burdeles del mundo desarrollado, entra otras linduras de Carlos Salinas de Gortari.
La esperanza creada por Fox fue derribada ipso facto. No hubo cambio alguno, menos transición a la democracia o siquiera ajustes democráticos en terrenos como el electoral y otros que surgen del respeto a los derechos humanos. Todo lo contrario, Fox y el PAN generaron desencanto de la mano del engaño. Además, entre otros devaneos se ejerció el gobierno de “la pareja presidencial” y el enriquecimiento ilícito de los hijos de Marta sin “h” ni escrúpulos. A la basura fue a dar el voto masivo que otorgó tamaña legitimidad al innegable triunfador.
Las ambiciones de poder colocaron a otro panista en la silla presidencial, no sin el sello de la ilegitimidad, para un sexenio más. Felipe Calderón llegó al poder bajo un manto de sombra por la oscuridad del proceso electoral de julio de 2006. Siguió el desaire por la sociedad. Se alteró la vida de la población en el país, ciertamente por un problema añejo que no había sido atendido abierta ni claramente; un síndrome de la propia corrosión del sistema político como resulta del poder del crimen organizado —que no podría crecer sin la cobija del poder—, ahora desatado en violencia por todo el territorio nacional.
La esperanza de cambio desde el PAN se quedó en penumbras. Y con el pretexto de la guerra contra el crimen organizado, se extraviaron todas las opciones de satisfacción del bienestar de la sociedad. Se inculcó el temor por la violencia desatada desde las bandas del narcotráfico; se metió miedo a la población por la presencia de los militares en las principales ciudades del país. Y todo intento de reforma política se perdió.
Las reformas a la Constitución durante el actual sexenio son de pantalla o con fines privatizadores (¡ni se diga de los bienes administrados por el Estado, como en el caso de Pemex!). La propuesta de reforma política no tiene más fines que los de continuidad panista en la silla presidencial: tan sólo véase que el asunto de las candidaturas ciudadanas es porque el PAN pretende lanzar a un candidato no panista para poder ganar en 2012; ni se diga del enquistamiento de incondicionales en el Congreso, razón de fondo de la propuesta de reelegir a legisladores, etcétera.
La pretendida reforma laboral, encabezada por un panista retrógrada de nombre Javier Lozano, quiere dar al traste con décadas de conquista de los trabajadores —los auténticos generadores de riqueza en los países donde rige el modo de producción y reproducción de capitales privados— de este país. Siempre so pretexto y presiones empresariales de concluir las llamadas “reformas estructurales” que aplicaron los priistas De la Madrid, Salinas y Zedillo, de privatización de todo lo que antes estaba bajo administración del Estado, así fuesen bienes de interés social.
Los derechos humanos y su respeto —la reforma última de la cual se ufana en estos días el presidente Calderón— son vistos más como problema que como solución a los problemas de violencia contra la vida y la integridad de las personas desde el propio Estado. No por su presunta importancia (de la iniciativa; ese tema requiere tratamiento aparte) cuanto por el desprecio que se otorga a tales derechos.
Recuérdese que otra visión del asunto de los “daños colaterales” —como se les nombró a las víctimas inocentes de la guerra o por el “fuego cruzado”, y fue revelado hace dos días en La Jornada con información de Wikileaks—, fue recabada por la embajada de Estados Unidos donde John Feeley dijo que “hay indicios de que Calderón, y especialmente la Sedena, considera que la violación de derechos humanos son un precio a pagar”, con este asunto de la guerra contra los narcos. ¿Quién va a responder por eso? No se olvide que el principalísimo responsable es el mismo Calderón, panista de corazón. De los derechos sociales, nada. Todo lo contrario. Calderón comenzó mal…

Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
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