01/octubre/2010
*Reacciones laborales, medidas austeras
*Zapatero dio la espalda a los trabajadores
“Todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”: Alexei Tolstoi (1882-1945).
Se trata de “La primera huelga general contra Zapatero”, como marcó en el cintillo ayer una serie de reportes que publicó el diario El País, sobre el movimiento que paralizó durante 24 horas a España este miércoles 29. Pero “No es para derribar a Zapatero, sino su política”, habrían dicho los líderes de las centrales obreras, Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo, de la Unión General de Trabajadores (UGT) y Comisiones Obreras (CCOO), respectivamente, ante los miles de manifestantes reunidos en la puerta del Sol de Madrid.
Casi todos los medios impresos españoles desdeñaron las marchas de protesta, y minimizaron la cifra de asistentes al paro generalizado en la capital española y otras ciudades, como Barcelona donde además hubo enfrentamientos con la policía que dejó unos 80 detenidos. La mayoría habló de 100 mil, pero el movimiento contabilizó 500 mil manifestantes —acudió el 72% de los convocados—. Tan sólo por los sectores que se vieron afectados es que se pudo medir el tamaño, a pesar de la derecha agrupada en el Partido Popular (PP) quien calificó de “fracaso” la huelga para gobierno y organizaciones.
Las razones del movimiento son, por supuesto, válidas: arremeter en contra de las medidas de austeridad dirigidas a los trabajadores con una reforma laboral que, enviada en febrero al parlamento y aprobada apenas el día 9 para convertirla en ley, coarta algunos derechos conquistados como mecanismo para contener la crisis económica que afecta a Europa y a España [Portugal, Grecia e Irlanda también] en particular.
Una crisis cuyo origen no está en el sector laboral, contra quien arremeten los gobiernos, sino en las tropelías del sector financiero al cual ni se responsabiliza ni controla para evitar que vuelva actuar irresponsablemente. Como ocurre en el resto del mundo, en donde los hombres de las finanzas tienes manos libres para seguir operando, porque hasta las medidas avaladas en Estados Unidos se quedan cojas. Es el mundo de las ganancias rápidas que después arrastran a las economías al colapso. Y luego los economistas no se explican los rebotes que esas acciones tienen, cómo y por qué impactan al sector laboral, el único creador de la riqueza acumulada.
En tanto el Partido Popular no tiene motivos para descalificar a los actores, en aras de reposicionarse en las próximas elecciones. Por un lado, es verdad que en estas movilizaciones se da el primer encontronazo entre fuerzas otrora de apoyo mutuo; agrupaciones obreras y gobierno. Pero por el otro, es claro que a la situación de crisis que padece ahora España, con todo y responde a la tendencia general de crisis del sistema capitalista europeo y mundial encabezado por la economía estadounidense, también contribuyó la derecha del gobierno de José María Aznar (1996-2004).
Como sucede con los demás países europeos [Alemania, Francia, Grecia, Portugal, Irlanda, etcétera], donde la aplicación de políticas públicas y de manejo del presupuesto responde al rechazo de un déficit elevado. Por eso las políticas de restricción presupuestal que desde luego responden a los intereses privados, más que a la conservación de las conquistas laborales de los trabajadores.
Los gobiernos de Grecia, Alemania y ahora España, han sido directos al enfrentar a la oposición con sus políticas restrictivas; protestas laborales en Grecia y hoy España. No así en Francia, donde el presidente Nicolas Sarkozy, jugando la política a dos bandas, por un lado golpea a los gitanos con medidas de expulsión [totalmente injustificadas por racistas y xenofóbicas en un país de “libertades” donde dicho grupo social se ganó prestancia desde tiempos de Víctor Hugo en Nuestra Señora de París, la historia aquella de Quasimodo y Esmeralda] claramente distractoras, por el otro aplica soterradamente medidas similares en contra del sector laboral.
Resultó más astuto Sarkozy, porque los fines son idénticos. Por eso se ha ganado el mote de la revista Newsweek, sección Europa, de ser el “símbolo de la nueva derecha europea”. Quizá no es para tanto, el caso es que el presidente francés camufló bien las medidas.
De modo que es parcial la postura del PP cuando asegura que “el gobierno quedó en evidencia porque la huelga se la hizo quien ha colaborado en la política económica de los últimos dos años”. De acuerdo, pero una crisis tan profunda como esta que golpea ahora a los eslabones débiles de la órbita UE, no se gesta en dos años. Y, todo lo contrario, las medidas emprendidas por Zapatero y avaladas por el Parlamento de su país, también responden al interés de los capitales españoles y a la superación de la crisis, como lo haría la propia derecha del PP: golpeando a los trabajadores. No de gratis se ha criticado al presiente Zapatero por abandonar la socialdemocracia.
Los bemoles a las medidas de Zapatero procedentes de las mismas agrupaciones obreras, son que una vez aprobadas difícilmente habrá revire. “Por más que la rectificación gubernamental sea también improbable ante una decisión ya aprobada por el Parlamento”.
En tanto los economistas se preguntan por qué en los periodos recesivos la economía española pierde más puestos de trabajo y más rápido que otros países cuando estos soportan una recesión mayor. Olvidan que hay escalas dentro del mismo sistema capitalista, y las economías entre más desarrolladas y sólidas, soportan reacciones que otros menos desarrollados.
Ahora en España la situación, con todo y sigue en pié, no pasa de las movilizaciones y los trabajadores no arremeten contra su presidente. En otros países más pobres sucede lo contrario. Aparte del intervencionismo extranjero —léase América Latina donde EU tiene su “patio trasero”—, las protestas fácilmente devienen en tragedia. Así se denunció ayer en Ecuador, donde el presidente Correa está al borde del golpe de Estado. Pero ese es otro tema de interés, no sólo económico sino también político.
Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
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