12/agosto/2010
*Interlocutores, o cómplices para la derrota
*Gatopardismo, o argucias contra el fracaso
El disenso es políticamente válido. Más cuando se alega vivir en un régimen con tintes democráticos. Aceptar que otros piensan diferente es asumir con humildad que no siempre se tiene la razón. Ya sea en referencia al “Príncipe”, al monarca, al presidente o simplemente al gobernante. Ya bajo el punto de vista clásico de las teorías de la política, o incluso de la guerra misma.
Mucho menos que se atina a la verdad, porque entre razón y verdad, la una y la otra son hasta etimológicamente diferentes. Lo contrario es, por supuesto, tratar de erigirse en el poseedor de la única posible. Propio de los dictadores, en los regímenes autoritarios y fascistas. Ahí en donde no se tolera la crítica o el disenso. En donde el tirano es el único en todo. Y para quien las órdenes se acatan, nunca se discuten.
Así, una cosa es que México viva bajo un régimen cuyo gobierno presidencialista posee tintes más o menos autoritarios, y otra muy diferente que —como en la coyuntura actual— se tiren por la borda los avances democráticos que obligan al Presidente en turno a buscar la interlocución tanto con las fuerzas políticas, como con los demás actores válidos de la sociedad organizada. Y hasta con la población en general.
Frente a esa disyuntiva está el actual presiente Felipe Calderón, que a estas alturas del partido —¡apenas!; a tres años y medio de gestión— está buscando los apoyos necesarios de todos los sectores de la vida política nacional, para seguir con su estrategia adoptada desde que arrancó su sexenio, en diciembre de 2006 a la fecha, de combatir al crimen organizado en el país. ¡O para cambiarla (la estrategia)!, según presume por las críticas que recibe cotidianamente en algunos medios de comunicación. Ojalá que no se engañe solo, o esté tendiendo una trampa. Y que sus intenciones sean válidas. Nada sería mejor.
El caso es que sin consenso no hay aval. Ni avances. Porque sin discusiones sobre los éxitos o los fracasos tampoco se abre la posibilidad de los replanteamientos necesarios para rectificar. Seguir o parar la lucha, siendo el momento. Y no hay estratega que no acepte que, todos los planes de la guerra caen tan pronto salen los primeros tiros. Y hasta ahora no sucede ni lo uno ni lo otro.
Pero, claro está (como ahora le pasa a FC) no se trata únicamente de decir que sí. Que todo está bien. Está errado si eso espera de los interlocutores a los que ha llamado a dialogar. Que todos avalen su estrategia, nada más. Sin mayor discusión. Sería una tomadura de pelo, operada desde arriba. Porque hay mucho que decir de la estrategia y de la guerra. Tanto como cuestionar su verticalidad. Una batalla tan unilateral, porque Calderón lo decidió en su momento sin consensos. Ni siquiera del poder legislativo. Sólo por ser el jefe máximo de las Fuerzas Armadas del país.
Tratándose únicamente de saber si se tienen o no los elementos para conseguir la victoria en una batalla, ya de antaño Sun Tzu en El arte de la guerra, su capítulo “Estrategia ofensiva”, asienta lo siguiente: “Hay cinco casos en los que se puede predecir la victoria: El que sabe cuándo puede luchar y cuándo no, saldrá victorioso”. Cabe preguntar, ¿Calderón lo sabe? Punto dos: “El que comprende cómo luchar, de acuerdo con las fuerzas del adversario, saldrá victorioso”. ¿Calderón lo sabe, o conoce al adversario; su potencial, capacidad de fuego o de ataque? Punto tres: “Aquél cuyas filas están unidas en un propósito, saldrá victorioso”. ¿Calderón las tiene?
Las Fuerzas Armadas sí, pero no el resto de las “filas”, porque no tiene el consenso. Y lo requiere. No se trata de una lucha convencional de un ejército frente a otro. Punto cuatro: “El que está bien preparado y descansa a la espera de un enemigo que no esté bien preparado, saldrá victorioso”. ¿Calderón hace lo uno o lo otro? Punto cinco: “Aquél cuyos generales son capaces y no sufren interferencias por parte de su soberano, saldrá victorioso”. ¿Los planes, la estrategia es de Calderón o de sus generales? Si es de éstos, ¿Calderón no interfiere?
Sigue Sun Tzu. “Es en estos cinco puntos en los que se conoce el camino a la victoria. Por tanto os digo: Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo; en cien batallas, nunca saldrás derrotado. Si eres ignorante de tu enemigo pero te conoces a ti mismo, tus oportunidades de ganar o perder son las mismas. Si eres ignorante de tu enemigo y de ti mismo, puedes estar seguro de ser derrotado en cada batalla”. La cita es larga pero la reflexión es más que útil. ¿En cuál de las disyuntivas está Felipe Calderón ahora? Quizá lo sepa. Creo que no.
Está visto, no obstante, que el de México no es únicamente un caso de guerra. Menos como Calderón la ha llevado. ¿Por eso busca el consenso? ¿Para rectificar hasta ahora, luego de tres años y medio de tanto errar? Es elemental saber que, incluso en términos de guerra, no todos los soldados hacen lo mismo. Unos son los que planean, otros los que abastecen. Unos de avanzada, otros de apoyo en retaguardia. Los que planean y los que pelean son diferentes. Etcétera.
Fenómeno de las mil cabezas, ¿el crimen organizado no requiere también de una estrategia diversa? ¿Encararlo en muchos frentes? Los interlocutores han sido llamados para discutir. No creerá Calderón que recibirá el aval así nomás. Los cuestionamientos son imprescindibles. Tanto de las fuerzas políticas como de la sociedad en general. Calderón no está acostumbrado al disenso. Pero no por ser el Presidente le asiste la razón en todo. Mucho menos la verdad.
A un enemigo tan complejo no se le gana simplemente con el uso de la fuerza. Son muchas las áreas que comprende la actividad de los delincuentes, y en todas ellas hay que atacarlos. Lidiar con los que piensan diferente es necesario. Eso era condición sine qua non desde el principio del sexenio. Por eso ahora la suspicacia de muchos es, quizá, que Calderón quiere simple apoyo. Si eso espera volverá a caer en el error. Y entonces sí el costo político será muy alto para él y su partido.
El consenso implica el disenso. Sólo los puntos de vista divergentes concluyen siempre en un proyecto más completo. Así sea igualmente complejo. Lo único reprobable, pues, sería que Calderón quiera cambiar para seguir igual. El reprobable gatopardismo. O que se trate de un ardid para ocultar su fracaso en todo lo demás.
Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
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