miércoles, 9 de junio de 2010

BOICOT A LA MEMORIA HISTÓRICA

10/junio/2010

*Exhumar a los héroes, un acto irreverente
*Atentatorio contra los símbolos patrios

A Germán Aguilar Olvera, luchador incansable por la democracia sindical. In memoriam.

Ironías de la historia, que no pueden pasar por alto. Apenas creíble. Si no es porque la ceremonia dominical (del 30 de mayo) apareció desplegada en las pantallas de la televisión (y luego las urnas como trasfondo de un “noticiero estelar”), cualquiera pensaría que no fue verdad. ¡Pero claro que lo fue! Porque quien está en la tele, existe. El aforismo del filósofo francés Descartes: Cogito ergo sum = “pienso luego existo”, hace tiempo que en México pasó de moda. Hoy lo moderno reza: “salgo en televisión, entonces soy”.
Sucedió. Pues resulta que a falta de elementos para festejar y de logros qué celebrar, porque no tiene más que retrocesos, al gobierno de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa y a sus flamantes asesores —como el celebérrimo creador de “históricos” programas para el canal de las estrellas, Enrique Krause, quien se cubre de gloria “a la sombra del caudillo” (¡los intelectuales del poder, vamos, como le mostró el camino su maestro Octavio Paz!)—, no se les ocurrió otra cosa que sacar de su “descanso de paz” a los presuntos restos de algunos de los héroes que lucharon durante la gesta independentista de México.
Así, sin el menor recato por los restos, o la mínima cautela por el culto mexicano para con sus muertos, sino boicoteando la memoria histórica nacional —porque a nadie le pidió permiso siquiera— y trastocando aquellos valores ligados con el respeto por los héroes (así sean los de la historia de “bronce” que el propio Estado se ha encargado de poner muy en alto), se tomó la absurda determinación de exhumar los restos que reposaban en la Columna de la Independencia (un símbolo de patria para los mexicanos, así se para los aficionados cuando llegan ahí a celebrar el triunfo de su equipo de futbol).
Que ¿cuál es el fin? Sencillo. Durante un plazo de tres meses, hacer el trabajo de identificación por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia, para corroborar su autenticidad en un laboratorio montado exprofeso en el Castillo de Chapultepec. Todo por la vía de: “Determinar científicamente las características de edad, estatura, sexo, caracteres etnogenéticos, variantes anatómicas, huellas de enfermedad y fracturas, de acuerdo con la metodología ostométrica indicada en el Convenio Internacional de Mónaco de la especialidad”, según informó en su momento el propio instituto.
¿Y luego?, pues exhibirlos cual trofeos a partir del 1° de agosto cuando se inaugure la exposición México 200: la patria en construcción en Palacio Nacional, y que durará un año como parte de los festejos que le tocaron al actual gobierno, para conmemorar dos de las fechas históricas y fundacionales de México: el 200 Aniversario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana en este 2010. Muy irónico para un gobierno que no tiene absolutamente nada qué celebrar, en un país al que no sabe gobernar ni posee autoridad moral alguna para retrotraer la historia forjada por mexicanos de cepa.
Así, después de ser manoseados los restos pertenecientes “a Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama, José María Morelos, Mariano Matamoros, Mariano Jiménez, Francisco Xavier Mina —y el jalisciense Pedro Moreno, quien luchó junto a Mina pero no fue nombrado por Calderón—, Vicente Guerrero, Leona Vicario, Andrés Quintana Roo, Nicolás Bravo y Guadalupe Victoria”, estarán listos para su exposición.
Pero claro, “no se vulnera nada al exhumar los restos de los caudillos”, como refirió el titular del INAH, Alfonso de María y Campos, porque “se trata de una acción que ocurre en cualquier familia cuando reubica los huesos de un familiar, sólo que en este caso hay que hacerlo científicamente”. ¿Pero es acaso que se trata de “cualquier familia”? ¿Los “huesos” de los “caudillos” son como los de “cualquiera” para la memoria histórica? ¿Quién dijo que tendrían que “reubicar los huesos” si están bien en donde estaban? ¿Qué se hace “científicamente”, si reconoce que “en una misma caja hay restos de cuatro personas”, pero “ni se realizarán estudios de identificación de los personajes”?
Todavía más, ¿entonces para qué sacaron los “huesos”? ¿Tan sólo para ofender la memoria histórica de los mexicanos que sí tienen conciencia de la importancia de los “caudillos” en la gesta independentista? ¿Cuál estudio para la “conservación” de las osamentas? El mayor agravio es porque Felipe Calderón se sacó la foto colocando al lado del cráneo de Miguel Hidalgo, como el trofeo del ganador. Como cuando los “realistas” que lo asesinaron y la iglesia que lo excomulgó, la mañana del 30 de julio de 1811, colocaron después su cabeza en la Alhóndiga de Granaditas, junto a los cráneos también de Allende, Aldama y Jiménez, mientras su cuerpo quedó en Chihuahua.
¿Cuál es para Calderón la “sagrada libertad” que nos “heredaron los héroes de la independencia”, como dijo la mañana del último domingo de mayo, cuando el país es hoy más dependiente del exterior por la incapacidad de los últimos gobiernos de forjarse una política mínimamente autónoma, que defienda los interese nacionales conforme a sus preceptos también históricos?
¡Acaso FCH supone que todo el mundo vive en calderolandia (como antes en foxilandia), y se la cree que “hoy (México) es un país libre y soberano capaz de elegir su propio destino; una nación democrática en la que existe la libertad de opinar, de criticar, de disentir, libertad de organizarse para luchar por las ideas, libertad para elegir gobernantes y a representantes, un sistema político de peso que equilibre el ejercicio del poder”!
Entregando el patrimonio del país a intereses extranjeros, a estas alturas, en lugar de alentar el desarrollo nacional al ofrecer las áreas estratégicas al mejor postor. Vivimos “en democracia”, cuando la clase trabajadora de este país es violentada en sus derechos y obligada acatar decisiones a modo de intereses ajenos. Del “ejercicio del poder”, lo peor es que el uso y el abuso no tienen límites, ni “equilibrios”. Y del sistema político ni se diga, cuando los partidos sólo ven sus intereses. Síntomas del retroceso, todos. Por eso la exhumación de los héroes representó un temible desacierto. Todo para un acto no de conmemoración, sino para la foto y la televisión.

Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com

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