06/mayo/2010
*Trunco, el combate al narcotráfico en México
*Declaraciones sin fundamento, las de FGM
“Si me engañas una vez, tuya es la culpa; si me engañas dos, es mía”: Anaxágoras (500 aC-428 aC).
Sucede con frecuencia que funcionarios mexicanos de alto nivel hacen declaraciones sobre la situación nacional estando fuera del país. Principalmente de visita en Estados Unidos. Unas veces para forzar algún ajuste de cuentas, otras para quedar bien con el vecino del norte. Pero las más de las veces no pasan de la espectacularidad, porque carecen de fundamento. Ahora le tocó al secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, de visita por Washington. Otras veces los declarantes son los propios presidentes en turno.
“Creemos que la violencia decrecerá en los próximos meses. La aceleración de la violencia está aminorando. Veremos cifras menores a fines de este año”, dijo Gómez Mont en conferencia de prensa al lado de la Secretaria de Seguridad Nacional de ese país, Janet Napolitano. Nadie sabe cuál es el soporte de tal pronóstico, con más tintes de “esperanza” que realidad. Porque hasta la fecha la “guerra” antinarco en el país ha cobrado, según datos del propio “gabinete de seguridad”, 22 mil 700 víctimas desde finales del 2006 cuando el Presidente Felipe Calderón declaró la “guerra” al crimen organizado y al narcotráfico.
Es decir, que la fallida estrategia del gobierno federal ha sembrado muerte en muchas ciudades importantes del país, ha generado una descomposición latente del tejido social en ciudades como Juárez —fuertemente golpeada por el flagelo, merced a su estratégica posición de paso a EU—, temor generalizado por el clima de inseguridad que reina por la misma causa, y resultados pírricos en el resto de las acciones.
Porque más allá de la detención de algunos narcotraficantes de poca importancia, la incautación de algunos cargamentos de droga y el decomiso de dólares en situación de traslado sospechoso, los cárteles están intactos y haciendo el trabajo sucio entre ellos para apoderarse de las plazas en disputa. Aparte de confrontarse con el gobierno; mejor dicho, contra las Fuerzas Armadas y la Policía Federal, en acciones sorpresivas como la emboscada en Juárez del pasado 23 de abril, donde murieron seis policías (entre ellos una mujer) y un civil. Una de tantas emboscadas operadas por los narcos a los policías en otros estados de la República.
Es decir, que la movilidad de los narcotraficantes está ocurriendo en una suerte de pequeñas células que operan como especie de “guerra de guerrillas”, y eso está poniendo en jaque ahora también a la policía federal. O lo que es lo mismo. Si las Fuerzas Armadas no han logrado el fin para el que se les llevó a las calles —a toda luz inalcanzable para ellos, porque esas son funciones policiales para las cuales no están capacitados— de combatir a los criminales, con tácticas de guerrillas tampoco podrán contenerlos los federales.
Por eso, en tanto el mismo gobierno no entienda que la lucha antinarco tiene que ser en varios frentes; es decir, que el combate al crimen organizado debe tomar otras sendas paralelas, lo único que reinará en lo adelante será la muerte de tantos miles de mexicanos más. Sean o no integrantes de las células de narcos, porque se desdeña a los civiles caídos como simples “daños colaterales”. Antes de seguir, recordemos una cuestión que con mucha frecuencia el gobierno federal echa en cara a los críticos de su estrategia, ahora comprobadamente fallida, contra el narcotráfico.
Alega que hay quienes plantean que las Fuerzas Armadas deben salir del combate al crimen organizado. Pero creo que nadie en sano juicio ha propuesto eso jamás. Dicho sea de una vez por todas. El problema no es ese. El gran problema es que las FA son el último recurso que tiene un Estado para enfrentar a un “enemigo interno”, como en este caso. Y el problema sigue siendo que Felipe Calderón sacó a las FA a las calles sin consultar a nadie. Tan sólo con el derecho constitucional (eso sí) de ser el Jefe Supremo del Ejército. Pero lo empleó a las carreras. Sin otra alternativa complementaria que la confrontación armada.
El problema es que el gobierno de Calderón no entiende —y si lo entiende no se ven acciones al respecto—, que el combate al narco tiene muchas vertientes. O acciones paralelas que ha descuidado siempre. El narcolavado que debe ser una persecución continua desde varias instancias de gobierno, como lo describe claramente en el último número el semanario Proceso, es otra guerra perdida. Porque de lo incautado a los narcos en la última década, los cárteles han “recuperado legalmente buena parte”.
No hay seguimiento de los depósitos bancarios en dólares. Tampoco la investigación correspondiente, porque en los hechos los bancos sacan provecho desde el simple depósito. No se diga los traslados nunca perseguidos, como ocurre con los “paraísos fiscales” donde todo fluye sin dejas huella. Esa es una veta intocable. No obstante ser precisamente ese el centro, el corazón de las bandas del crimen organizado.
Por si fuera poco, otros sabedores del tema, como es el caso de César Gaviria, el expresidente de Colombia a quien le tocó confrontar a Pablo Escobar, el narcotraficante más rico e influyente de su país, ha dicho que tampoco se requiere capacitar a toda la policía. Porque hace falta una policía de élite, que investigue y de seguimiento. Inteligente y sigilosa. Nada de eso.
El otro de los problemas, muy ligado a la descomposición del sistema político y a la infiltración de las estructuras gubernamentales por parte del crimen, es el de la corrupción y la impunidad. Contra la protección otorgada a bandas de criminales, rebelada en las listas de los coludidos que están en nómina, desde altos espacios de gobierno hasta policiales, nada se investiga. Y por la sociedad nada que se haga resultará suficiente. Porque los programas es más lo que entorpecen que lo que apoyan.
En Ciudad Juárez, que es la principal víctima en esta “guerra”, la sociedad no es escuchada. Organizándose como lo está haciendo ahora, y sólo así y no con programas externos impuestos, es como se puede lograr todo. Pero ni el gobierno federal, como tampoco el local de Reyes Baeza o el municipal de Reyes Ferriz, están haciendo lo necesario. Cierto que, como dijo Gómez Mont en Washington: “Somos una población pacífica. Somos un país próspero. Por muchos años, la seguridad no fue debidamente atendida, pero ahora sí lo es. Debemos enfrentar ahora el costo de lo que no hicimos en el pasado. Merece la pena…”.
Cierto, pero no por ello puede decir que ahora sí se está atendiendo debidamente el problema. Tan sólo por quedar bien con EU. Luego lo desdijo el titular de la policía federal, Genaro García Luna: “La violencia desatada por el narcotráfico podría alargarse hasta el 2014”.
Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
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