17/mayo/2010
*Encontrar al excandidato presidencial panista
*La desaparición enrarece el ambiente electoral
“La violencia es el miedo a los ideales de los demás”: Mahatma Gandhi (1869-1948).
La desaparición de un excandidato presidencial, en este caso de Diego Fernández de Cevallos dada a conocer el sábado por la tarde, no es cualquier cosa. Adquiere el tamaño de un asunto de Estado por la coyuntura electoral en que se da. Presunto secuestro (dejémoslo en eso). O muerte, porque las huellas de sangre encontradas cerca de su camioneta, según confirma la PGR, le pertenecen. Es un caso de preocupación para todos. O debe serlo. Sí, porque cimbra a la sociedad, al gobierno y a la clase política en general. Nadie podría hacerse el occiso o deslindarse frente a tamaño agravio.
Prueba de ello es que la noticia ocupó ayer las primeras planas de los diarios. Porque el asunto rebasa a su partido político. Del Partido Acción Nacional Fernández de Cevallos ha sido, además de candidato presidencial en 1994, diputado y senador en muchas ocasiones, igual consejero y asesor político, siempre consultado y respetado. Sólo en los últimos años se mantenía más bien con un bajo perfil en la política nacional, no así al interior del PAN.
Abogado de profesión, Cevallos es un panista de la vieja guardia en su partido; de la estirpe de Manuel Clouhtier y Luis H. Álvarez. Hombre polémico y muy activo desde que se incorporó a la política allá por los años 60 (ingresó al PAN en 1959), hasta alcanzar la candidatura presidencial para el proceso electoral de 1994, cuando compitió contra Ernesto Zedillo por el PRI y Cuauhtémoc Cárdenas por el PRD.
En esa elección alcanzó el 26.69 por ciento de los votos, para quedar en segundo lugar. Perdió frente a Zedillo, quien ganó con el 50.03 por ciento de la votación total. Y Cárdenas sólo consiguió el tercer escaño con un 17.03 porcentual. Ya durante la anterior elección, a Cevallos se le endilgó parte del rejuego político que ayudó a legitimar a Carlos Salinas de Gortari, después de la elección abiertamente fraudulenta de 1988 en donde, ahí sí, habría ganado Cárdenas.
Con todo y eso, hablar de Diego Fernández de Cevallos es tratar con un político de alto impacto en el proceso democratizador del país. Buen negociador y muy astuto —sólo reculó cuando tuvo enfrente a otro político molón: Andrés Manuel López Obrador—. Sobre todo en aquellos tiempos en que la única oposición que el PRI tenía enfrente era la del PAN. ¡Porque no siempre el partido en el poder actual ha sido tan antidemocrático como ahora!
El posible secuestro de Cevallos adquiere el carácter, pues, de una preocupación de Estado. Dijeron ayer los gobernadores panistas que es un “agravio a la Nación”. Pero es más que eso. Repito, por la coyuntura actual. Tan grave como el asesinato de un candidato presidencial, cual ocurrió con Luis Donaldo Colosio en Lomas Taurinas el 23 de marzo de 1994. Con la proporción guardada. Pero de ese impacto es la desaparición de El Jefe Diego. Por muchas diferencias ideológicas, de principios y hasta personales que cada quien haya tenido con Colosio, o los tenga ahora con Fernández de Cevallos, o con su partido, el PAN (que las hay, y muchas: ver mi artículo de ayer). Pero ese es un tema aparte.
Posibles víctimas de la violencia lo somos todos. Esa es una amenaza creciente para cualquier mexicano. Ni se diga desde que la inseguridad avanza a pasos acelerados en el país, por las acciones del crimen organizado y las bandas del narcotráfico, y la declarada guerra en su contra por parte del gobierno actual. La inseguridad es un problema que genera un trastrocamiento social, donde la responsabilidad primera de encontrarle solución es del Estado. Ese podría ser uno de los escenarios posibles para explicar la desaparición de Cevallos. Una víctima más de la violencia desatada y desbordada que hay en México.
Pero el otro posible escenario resulta todavía más preocupante. El ambiente preelectoral que reina en el país, en donde alguien —individuo, grupo o miembros de la mafia; de algún cártel o grupo del crimen organizado— estuviera persiguiendo intereses ajenos a la realización de unos procesos electorales pacíficos y limpios. Así como lo demanda el ciudadano para nombrar autoridades y representantes populares. Porque entonces la situación se complicaría, porque enrarece las elecciones en puerta. Como cualquier intromisión extralegal y violatoria de la Constitución. Ni más ni menos.
No obstante, eso le pegaría directamente a la institucionalidad del país. A ver: le toca al corazón de una democracia como la que se está construyendo, o quiere edificar en México. Donde las autoridades sean legítimas merced a la voluntad del ciudadano. Ya que sin legitimidad no hay, entonces, condiciones para gobernar. En otras palabras, la violencia dirigida a personalidades de la vida pública representa un rudo golpe para la democracia y para la gobernabilidad de todos. Por eso es un asunto que debe resolverse a la brevedad. Esclarecer en todo y con todo. Incluida la intencionalidad que esté atrás de semejantes delitos.
El Estado tiene que resolver, y cuanto antes mejor. Ojalá no llegue a tanto y que Fernández de Cevallos aparezca sano y salvo. Pero por la tesis de enrarecer las elecciones en puerta, podría estar también la explicación del asesinato del candidato a la presidencia municipal de Valle Hermoso en Tamaulipas, Mario Guajardo Varela, ocurrido el jueves inmediato anterior. Él sí había recibido amenazas de muerte. No en el caso Diego. Por eso las autoridades judiciales no tienen alguna pista. Pero la búsqueda apremia.
Y la premura para que el Estado resuelva no es “especular”. Como lo calificó ayer desde Yucatán el coordinador priista en la Cámara de Diputados, Francisco Rojas. No. Porque la desaparición de por medio de un político como Cevallos ya es delicada. El marco electoral le pone el ingrediente de premura.
Investigar para deslindar responsabilidades e intencionalidades es lo urgente. Porque los actos violentos dirigidos estarían apuntando al enrarecimiento no únicamente de Yucatán, sino de todos los procesos electorales en puerta que culminan el 4 de julio. Por eso la urgencia de resolver el asesinato del candidato en Tamaulipas. Por ello, igualmente, encontrar a Cevallos.
Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
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