25/julio/2011
*Con Estado sin fondos no hay Estado benefactor
*Republicanos contra Obama, la defensa del dinero
Estados Unidos, todavía con la economía más grande del planeta, está al borde de la quiebra. Y hoy es el día “D” para una solución parcial. Esta vendrá, seguramente, por el lado de la reducción del déficit fiscal, como condición sine qua non para la autorización legislativa del tope hacia arriba del monto del endeudamiento estatal. Tiene que ser así, no obstante los republicanos han estirado la liga hasta el extremo.
También hasta el final, los opositores del gobierno de Barack Obama, dejarán los términos del acuerdo. Y eso porque le temen a la reacción de los mercados bursátiles. Sí, porque si las bolsas del mundo amanecieran con un lunes negro, la reacción correría a la velocidad de la luz y eso impactaría a todas las bolsas del mundo. El desastre sería peor que fatal. Incluso para los estadounidenses. Por eso habrá un acuerdo condicionado.
Sin la ampliación del techo, el Estado dejaría de pagar sus compromisos. Pero un Estado que incumple es un Estado en quiebra. Y eso sería un golpe propinado, por vez primera, a la economía mundial desde el mismo centro económico y financiero garante de la globalización. Por eso a los republicanos no les conviene tampoco la reticencia de no apoyar al gobierno demócrata. Con todo y que detesten la gestión de Obama y seguirán haciendo hasta lo imposible para evitar su reelección.
De por sí la economía global no la está pasando bien. Mejor dicho, la está pasando muy mal. Ni qué decir los pueblos. Europa, por ejemplo, la des(Unión Europea), está cruzando por un sendero sumamente escabroso. La mayoría de los estados temen el caos a partir del rompimiento de cualquiera de los eslabones débiles: Grecia, España o Portugal; Irlanda o la propia Italia. Sólo el bloque franco-alemán tiene posibilidades de salir a flote, pero incluso se ve difícil que se convierta en la máquina que jale al ferrocarril. De ahí que el estallido en cualquier país desbaratará la Unión e impactaría al mundo también.
Japón, tras el doble impacto causado por el terremoto —el desastre por el tsunami y el accidente nuclear—, tardará en recuperar sus niveles de relativa estabilidad; mejor dicho, de estanflación de las últimas décadas que mantiene congelada su economía. Pero tampoco pasará de ahí. Los motores lo componen ahora los países del BRIC, Brasil, Rusia, China e India, pero no tienen el poder [con todo y representen cerca de la cuarta parte del PIB mundial] suficiente para empujar la economía mundial hacia un nuevo ciclo de crecimiento. A lo más sobrevivir al naufragio.
El caso es que si los centros financieros del mundo registran la lectura de EU como país en quiebra —más lo que suceda al interior de la UE—, entonces la crisis sería incluso mayor que la registrada durante el siglo pasado. El llamado crack del 29-30 podría quedarse corto.
Lo peor es que, por lo mismo, no hay visos de solución mediata ni de largo plazo, porque los gobiernos de dichos países “desarrollados”, hoy bajo la sombra del caos, no tienen alternativas para promover el desarrollo. En otras palabras, lo que antes era impulsado por el Estado ahora resulta casi imposible. Precisamente porque en las crisis de ahora destaca, como principal característica, que los estados tienen elevadas deudas, altos compromisos y carecen de recursos. Hoy no administran nada, o muy poco.
Y por lo mismo, no hay condiciones para generar el crecimiento económico desde el Estado benefactor de antaño. Eso no será posible porque la dinámica del capital-imperialismo global de las últimas décadas, precisamente se ha encargado de vaciar al Estado de todo lo que antes controlaba cuando era copartícipe de la actividad económica.
De la economía mixta se pasó hacia el Estado neoliberal que se deshizo de todo lo que antes administraba. De ese modo las riquezas pasaron a manos y a beneficio de los particulares, por el mecanismo de la privatización acorde con las tesis neoliberales. Desde la década de los 80 hasta la fecha se desmanteló a los estados de sus bienes, la mayoría de ellos bajo el pretexto de pagar deudas y favorecer a los pueblos.
Ahora el látigo se está volteando para los antes beneficiados con dichos procesos privatizadores, que se operaron en un gran número de países [México entre ellos]. El proceso fue para privatizar recursos que antes eran públicos, generó un caudal de concentración y centralización de la riqueza en pocas manos. De ahí que la principal característica de esta etapa neoliberal fuese el surgimiento de muchos nuevos hombres ricos. Pero también de la creación de un gran número de pobres. Ese proceso fue mundial merced a los procesos privatizadores y liberalizadores.
Dado que ahora la crisis es mundial, los países tienen Estados huecos. Estos últimos, acostumbrados a administrar los bienes de los hombres ricos pagando altos sueldos a los principales compinches —la alta burocracia—, la secuencia lógica ha sido el aumento de sus deudas. Aparte que EU como imperio tiene gastos billonarios por su guerra contra el mundo, también es el país más endeudado del planeta. Y eso puede estallar en cualquier momento.
Por lo tanto, en el mundo los principales estados capitalistas carecen de los fondos inclusive mínimos para emprender otro periodo de expansión económica al estilo del New Deal de Roosevelt durante los años 30. Por lo mismo, los únicos mecanismos que ahora tienen en sus manos los gobiernos para salir avante son las restricciones, los recortes y el aumento de las tasas impositivas. El castigo para los pueblos, pero nunca el sacrificio para los ricos.
Esa es la paradoja en estos tiempos. Los Estados carecen de herramientas para impulsar el crecimiento económico; y por lo tanto para crear los empleos que demandan los jóvenes y los que han perdido el trabajo en las últimas décadas. Pero los hombres del dinero no quieren restricciones a sus riquezas, que las quieren intocables. No ven que con la debacle del Estado han acabado con el último reducto para emprender un crecimiento viable. Y que sin la sobrevivencia del Estado atentan contra la suya propia.
Esto no lo ven los hombres ricos del planeta. Comenzando por los mismísimos gringos. Por ello hondean las banderas de la imposición. Presumen que basta con presionar a Obama para que quien pague las deudas del Estado sean los contribuyentes. No ven, o no quieren verlo, que de la subsistencia del Estado dependen también los billones de dólares acumulados en pocas manos. No ven que sin el Estado, ¿quién emprenderá el nuevo ciclo del capitalimperialimo? No hay quién. Los republicanos parecen ignorarlo. O se hacen para que las riquezas se mantengan intocables y sean otros los que paguen.
Corro: maniobrasdelpoder@gmail.com
http://maniobrasdelpoder.blogspot.com
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