09/noviembre/2010
*Captura capos resulta insuficiente
*El gobierno descuida a la sociedad
“La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa”: Albert Einstein (1879-1955).
Está claro que nunca, nadie, le dará la razón al narco. Porque la que ejerce es una actividad ilícita. Y porque en el ejercicio del negocio se carga o destruye a miles de gentes inocentes; generalmente jóvenes a quienes embrutece con las drogas o los arrima a sus filas y por unos cuantos pesos los alquila de sicarios. Matones a sueldo. Un salario que, ilícito como es, no les ofrece a los jóvenes el Estado con un trabajo digno. Salida falsa.
La actividad del narcotráfico cubre aquellas áreas que el Estado descuida, tanto a nivel estatal como municipal. Pero también a escala familiar e individual. Es por eso que no se denuncia dicha actividad. Y no únicamente por ello. También porque el Estado no ofrece las garantías necesarias. La gente se siente sola en este mundo de violencia. Todo por el negocio del tráfico y el consumo de las drogas que ofrece fuertes cantidades en dólares, suficientes para la compra de protección, servidores públicos coludidos y soplones que venden información.
Los policías investigadores no se ven. Pero ojalá y estén trabajando. Que rindan fruto las fuertes sumas del presupuesto nacional que se van para el rubro de Seguridad. En infraestructura, en capacitación, en cuerpos especiales para la investigación. La modernidad no es suficiente, pero sí necesaria, desde los órganos de inteligencia creados por el Estado. Para rastrear las pisadas de los capos hasta sus guaridas [como lo hizo la Marina durante seis meses que estuvo a la caza del sanguinario capo Ezequiel Guillén], hasta sus riquezas acumuladas en alguna parte.
No es posible que se siga sosteniendo a Joaquín El Chapo Guzmán, por Forbes, entre los hombres más ricos del país sin que las instancias de gobierno sepan de su paradero, de sus cuantiosos cargamentos, de sus lavanderías, de sus inversiones, de sus guardaditos en la banca nacional e internacional. Por eso aparece junto a los más adinerados en las páginas de los diarios. ¿Eso se logra sin la debida protección?
Las indagatorias del Estado deben llegar hasta donde sea necesario. Si como el caso de Chihuahua, se tiene que llegar hasta arriba como se rumora por evidencias no tan confiables pero que ponen el dedo en el renglón, pues que se investigue. Será imposible terminar con el flagelo del narcotráfico y del crimen organizado sin el control de todas las variables. Y la mayor de ellas es la colusión, la corrupción de todo tipo de autoridades. Comenzando por los cuerpos policiacos. ¿Qué no?
El activismo derivado en violencia por las agresiones de las bandas de narcotraficantes está poniendo en grave riesgo al país, comenzando por la golpeada sociedad. En el territorio nacional amplias zonas del país están en manos de las bandas criminales. Y al menos si el Estado está presente no se ve, porque los narcos se pasean y “trabajan”, entre la amenaza y el miedo pero en plena libertad. Entre las propias instancias de gobierno a nivel municipal y estatal, porque el problema rebasa la capacidad de contención. Por eso el combate desde las Fuerzas Armadas se hace necesario. Ni las policías municipales, ni las estatales tienen el control; más parecen mantener el descontrol. Eso está obligando a la modificación de leyes para que se dé la coordinación, centralizando el poder de decisión, de las instancias policiales que devendrá en burocracia e ineficacia de acción.
La amenaza para el Estado es porque se impacta al territorio, a las instancias de gobierno y eso mismo afecta la gobernabilidad en esas áreas. Más parecen zonas francas, como las que bien se señala manejan fuerzas organizadas como las Farc colombianas. Ello deriva en tantas calificaciones, muchas de ellas delicadas, como las del Estado fallido. Insisto que esa tesis no me agrada porque da pie al posible intervencionismo desde los Estados Unidos. La consideración de estados fallidos como Irak [y sus riquezas petroleras], sumado al pretexto del ataque al terrorismo, dio pretextos para que Washington interviniera militarmente ese país.
Nadie quiere colocar pretexto alguno a EU para tamaña intentona de amenazar a nuestra seguridad nacional. Menos más allá. Por eso he sugerido que ni se utilice el término de Estado fallido. Cualquier justificación busca el imperio norteamericano para hacer de las suyas tratándose de los recursos energéticos de otros países con posesión de ellos.
Por lo mismo hay que cuidar también al Estado. Comenzando por las personas, aquellos que se ven involucrados en acciones violentas. Las indagatorias sobre las causas de las muertes de posibles implicados o caídos como “daños colaterales” es importantísimo. Atacar la impunidad como un paso necesarísimo. Las investigaciones correspondientes le competen a la autoridad judicial. Al territorio y al gobierno.
Atender los llamados de las gentes en ciudades como Juárez que reclaman justicia, porque son miles los caídos ya en esta mal llamada “guerra” por Felipe Calderón [porque la violencia trae consigo más violencia], muchos de los cuales son causados por actos violentos ajenos, tal vez y eso sería lo que se tiene que determinar, a las propias bandas delictivas. Sin encubrir a nadie. Porque ocurre con las muertes contra periodistas, muchas de ellas no han sido desde el narco sino perpetradas por autoridades locales cuando se ven “descubiertos” en actos ilícitos.
La depuración de las instancias policiales es un cuento de nunca acabar, pero se tiene que insistir. Eso incluye al propio Ejército. ¿O porqué se mencionó al general Jesús Espitia, en el caso del fallido Operativo Conjunto Chihuahua? Esos temas deben enfrentarse en todas las instancias. ¿Qué más? Propuestas hay muchas, lo que no hay es iniciativa de actualización; eso es lo que se critica de la fallida, esa sí, estrategia antinarco porque se basa exclusivamente en el uso de la fuerza. El gobierno se metió en esto y luego no revisa sus operativos. La captura de capos, incluso es insuficiente.
El espacio se agota, pero son dignas de reconocimiento las acciones de inteligencia coordinadas entre Marina y Ejército, en casos como el recién donde el viernes pasado cayó el peligroso capo líder del llamado cartel del Golfo. Quedan muchos capos, peligrosos todos, en la calle haciendo de las suyas y afectando a la sociedad por un millonarísimo negocio protegido. Indagar actos de colusión desde el poder. Esa es tarea de inteligencia; también de determinación política. A todos nos compete cuidar al país, pero que el gobierno haga lo propio.
Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
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