16/agosto/2011
*“Carta de entendimiento”; Calderón firmó sentencia
*Por seguridad nacional, se impone estrategia gringa
Lamentable, la situación de México en estos días. Estados Unidos impone sus intereses geopolíticos y como país desarrollado invade, soterrada primero —vía el espionaje— y descaradamente después —con la presencia física—, con sus órganos de inteligencia hasta entrometerse en los asuntos de política interna mexicana, siempre bajo el consentimiento de un gobierno totalmente entreguista como resultó el de Felipe Calderón.
Claro está que entre los estrategas estadounidenses impera la visión de un México donde se vive una guerra no convencional, atizada por un presidente que emprendió la batalla contra el crimen organizado sencillamente sin una estrategia bien armada, planificada e inteligente, múltiple. Y donde el combate solo fue directo, utilizando contra los carteles de las drogas a las Fuerzas Armadas —una institución por demás creada para fungir como protectora precisamente de la seguridad nacional, más no para hacer tareas que le corresponden a las fuerzas policiacas federales—, y ahora sólo cosecha miles de víctimas [ya suman más de 50 mil].
La guerra, vista como un instrumento más de la política exterior de EU que le genera grandes dividendos a sus empresas prestadoras de servicios en el mundo —sin importar el coste de vidas humanas—, y como ahora que se siembra en terreno fértil para una intervención directa en asuntos de cualquier índole local. Como resultó a la postre, desde que se presume Calderón hizo acuerdos con Barack Obama en 2007, como la firma de una “carta de entendimiento” que allanó el camino para tamaña intromisión.
Precisamente a raíz de ello es que los organismos de inteligencia como la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la agencia antidrogas (DEA) y el Pentágono, se hicieron los aparecidos con agentes presentes en instalaciones en territorio nacional —en Reforma 265 en el Distrito Federal, su centro de operaciones; y en Escobedo, Nuevo León— para hacer su trabajo de “asistencia técnica”, y “apoyando” a las policías mexicana en las tareas de combatir a los carteles de las drogas.
¿Qué hacen las mismas instancias de inteligencia estadounidenses para contener el flujo de armas desde su propio país hacia México por varios estados de la frontera común? ¿Cuándo controlarán la venta desde sus propias armerías sembradas a lo largo de la frontera común? ¿Qué para promover acciones como Rápido y furioso, que alimentaron con armas de grueso calibre a los carteles de las drogas aquí, so pretexto de su detección y detención, pero más bien para atizar con leña un fuego que resultó para sobrecalentar la violencia en el norte de México?
Pero hay más. ¿En dónde quedaron las promesas de Obama y su secretaria de Estado, Hillary Clinton, de colaborar con el gobierno de México bajo el principio de la corresponsabilidad para el combate al crimen organizado? ¿Qué hace el gobierno de EU, si realmente le interesa a las instancias de inteligencia coadyuvar con México, para controlar tanto demanda interna como el consumo en su país? ¿Por qué la CIA, la DEA y el Pentágono no se dan a la tarea de desarticular, en todo caso, a las bandas del crimen organizado en su propio territorio?
Pero no. Pues si lo que les interesa a los estadounidenses es precisamente aprovecharse de la situación de guerra mal llevada y que se padece en México, para sus fines geopolíticos y geoestratégicos. EU va por el negocio, porque ataca por todos los medios —política exterior, diplomacia, espionaje y movilidad de tropas— en función de sus intereses nacionales, económicos e imperiales.
Porque a EU le interesa el petróleo y el gas mexicanos. De colofón el negocio que significa el tráfico de las armas que compran los carteles mexicanos. El negocio de las drogas es millonario, y muchos de los fondos que se generan van a parar a su sistema financiero [incluso se lava dinero en sus bancos; véase mi nota “Wachovia Bank, lavadero del narco”, del 06 de abril de 2011]. Más los negocios ilícitos que se pongan enfrente. Y si para eso hay que intervenir en la política mexicana, pues lo hacen.
Al fin que para eso sirve un gobierno ilegítimo ávido de reconocimiento internacional de un triunfo que no ganó con votos en el 2006. No de gratis se dice en México que con Calderón Washington logró lo que no pudo en décadas; el sueño dorado de contar con espías trabajando en el propio territorio mexicano, en el corazón del país, el propio DF. Intervencionismo directo. Y tamaña intervención ha llegado al grado que los funcionarios que sirven de informantes a las agencias de inteligencia de EU, tiene que pasar sus exámenes de confianza para ser validados como “interlocutores”; entre ellos los titulares de la SSP federal y la mismísima PGR.
Es decir que la CIA, la DEA y el Pentágono se han metido hasta la cocina, porque además de fungir como informantes sobre el paradero de los capos de las drogas proporcionando datos específicos como números telefónicos, colaboran como supervisores de los operativos de las corporaciones mexicanas. Aparte de proporcionarles el equipo técnico necesario y capacitar en labores de “inteligencia”.
De ahí también que los estrategas de EU estén proponiendo que la dichosa Iniciativa Mérida quede en el pasado, y sea sustituido por otro plan que vaya Más allá de la Iniciativa Mérida, con otras ambiciones de por medio. Mayor injerencismo de EU en México. Como mayor apoyo para seguir sosteniendo la guerra. Recuérdese que apenas hace unos días el Pentágono precisó al diario El Universal, que EU ha incrementado los apoyos a México de 2007 al 2011, en ¡373%, al pasar de 15 millones 508 mil dólares, a 71 millones 674 mil dólares en 2011!, para “entrenamientos, modernización de equipos, construcción, inteligencia y otros varios tipos de ayuda no letal para militares y fuerzas policiacas”.
En fin, que se trata de una geoestrategia de avanzada, la del gobierno estadounidense, contra México. En tanto, con un cero a la izquierda para Presidencia, apenas los legisladores mexicanos —senadores de la República— se conforman con pedir que Calderón aclare aquello de la “carta de entendimiento”, porque es ilegal de “pleno derecho” [¿acaso alguien no se había dado cuenta de eso?]. Mientras tanto, la violación de la seguridad nacional de México por el intervencionismo de EU en los asuntos internos camina a pasos acelerados [“agigantados”, dirían los clásicos]. Y la paga quien menos la debe y debería ser protegida; la sociedad mexicana, como dijo recién el juez Baltasar Garzón.
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