16/mayo/2011
*Circo sin pan, el país demanda soluciones
*De la sátira, a la realidad de los pueblos
“…Hace ya mucho tiempo, de cuando no vendíamos nuestro voto a ningún hombre, hemos abandonado nuestros deberes; la gente que alguna vez llevó a cabo comando militar, alta oficina civil, legiones— todo, ahora se limita a sí misma y ansiosamente espera por sólo dos cosas: pan y circo” (panem et circenses). [Juvenal, Satire 10.77-81]. El autor hace referencia a la práctica romana de proveer gratis a los ciudadanos, así como costosas representaciones circenses y otras formas de entretenimiento como medio para ganar poder político a través del populismo.
Así resume Wikipedia el origen y el uso de la frase conocida, como se ve, de antaño: “al pueblo pan y circo”. En forma de Sátira, la obra fue escrita en el Siglo I d. C. Y se usa desde entonces, de un modo u otro, pero con fines de manipulación política y populista por todos los sistemas y formas de gobierno. Se dijo en el Eclesiastés: “No hay nada nuevo bajo el sol” [1.9], en un sentido más amplio. Complicidad de la realidad, eso es todo.
El preludio viene a cuento porque aún ahora ocurre en cualquier país, pobre o desarrollado, donde se elige a gobernantes —jefes de Estado, presidentes, primeros ministros, senadores, diputados, “representantes populares”— títeres o auténticos bufones [cuando no auténticos payasos; sin ofender a los de oficio que alegran la vida a niños y adultos con sus propias regocijos y tristezas], quienes llegan a altos puestos con sólo una imagen de personalidad, altamente distorsionada por la publicidad y los grandes medios masivos de comunicación, más nunca por sus altos compromisos o propuestas de resolver los problemas elementales de los pueblos que —incluso obrando de buena fe— los eligen con su voto.
Visto así, el asunto de la elección de un presidente se convierte en un problema de alto grado para los pueblos, porque pronto salta la suspicacia de: ¿A qué intereses conviene dicha elección? ¿Cuáles son los personajes que están detrás de lo que más bien es proceso legitimador? ¿Por qué los partidos, que se dicen representar a los intereses de los pueblos, se prestan —sobre todo los partidos declarados de izquierda; cinismo vil, como es el caso en México del autollamado representante de, el Partido de la Revolución Democrática— a los juegos del poder? Es claro que por el interés, el dinero y el mismísimo poder, o una probadita de.
Ahí está el dilema. En que los Estados llamados democráticos o republicanos —no así los autócratas y autoritarios que de plano ejercen el derecho a la represión o la persecución—, de todas las corrientes de derecha, centro o izquierda —o la tendencia que sea entre dichas posturas; centro-derecha o centro-izquierda—, sólo sirven para desorientar o confundir a los ciudadanos con sus “programas y proyectos”. Pero lo que es peor: se prestan a ser instrumentos del auténtico poder tanto político como económico. El poder tras el trono. Atrás de los que aparecen en la política se esconden los que mandan. Los hombres que imponen las políticas de conducción de los destinos de los pueblos.
El asunto es cosa seria. Y ocurre en todos los países. En América del Norte, en Europa, en Asia; ni se diga en África o en Latinoamérica. El problema es mucho peor ahora que antes. Al menos los romanos entregaban el circo de la mano del pan. Ahora hay circo sin pan. En todo el mundo, desde los países desarrollados hasta los más pobres, se da la imposición de gobernantes y todo tipo de representación popular con fines ajenos a las promesas electorales.
Los que prometen otras cosas, o que verdaderamente atienden a los fines de los gobernados o realmente tienen un plan de gobierno, difícilmente ganan o si llegan a los espacios de poder pronto son derrocados. Los ejemplos abundan en ambos casos. Lo peor de todo es: los que ganan “limpiamente” y gobiernan bajo el “consenso” general, pronto atienden a los intereses para los que fueron “electos” y no a quienes los eligen.
Resulta simple clasificarlos, y abundan en el peor de los casos. Ahí están los ejemplos de George W. Bush en Estados Unidos, que sacó de la chistera el conejo, las guerras en Irak y en Afganistán; de Silvio Berlusconi en Italia, que atiende a sus propios intereses en materia de telecomunicaciones, desde la alcoba; en México a Vicente Fox, que creó un “gobierno de empresarios y para empresarios” pero ganó con la promesa del “cambio democrático” y gobernó desde las faldas de una Marta [sin la “h”, para así borrar el pasado]; y, últimamente, en Haití el recién electo presidente Michel Martelly.
Porque en Haití ganó “Un ‘matón’ de Duvalier”, como reporta la revista Proceso [N° 1802] de esta semana. Apenas tomó posesión el sábado último, 14 de mayo, un extonton macoute, el así llamado grupo paramilitar creado por los exdictadores —casi 30 años, entre 1957 y 1986— Francis y Jean Claude Duvalier, padre e hijo, que cometieron asesinatos, torturas y desapariciones forzadas durante los oscuros años de control férreo del poder —se les acusa de generar entre 30 y 50 mil víctimas.
Candidato propuesto por el partido Repons Peyizan (Respuesta Campesina), resultó ganador en segunda vuelta por n 39% de votos y tras un proceso que pasó por el retraso provocado por el sismo del 12 de enero de 2010, y el lastre material y humano que provocó, y dejó atrás a dos aspirantes: el mismo Jean Claude y al expresidente Jean-Bertrand Aristide. Martelly, quien dice que sólo le dieron una “credencial” de los oscuros macoutes, es conocido y famoso como cantante de música popular kompa, promete “cambiar” a su país convirtiéndolo en “uno de los países más prósperos del Caribe” mediante la “educación gratuita obligatoria”. “Dicen que no tenemos moral —replicó Sweet Mickey, por su nombre artístico— porque no tenemos educación [sólo tiene bachillerato], pero hoy digo que voy a poner a todos los niños en escuelas gratis. Voy a luchar para que la educación sea obligatoria, porque es la forma de retirar a los niños de las calles”.
No porque la educación no sea uno de los medios, sino porque el atraso del país es monumental y el reto es tremendo; y no se vale levantar expectativas con mentiras. Cierto que se trata de un presidente “electo democráticamente”, pero también que no sabe lo que propone; o mejor dicho incumplirá su reto a ojos vistas. Tan sólo la demanda de vivienda es superior a un millón; y la infraestructura, y las primeras necesidades de las personas, la salud, la incipiente economía, etcétera. ¿Michel Martelly llegó bajo compromisos de quién o quiénes? Tomó posesión con la presencia de William Clinton, el expresidente de EU encargado de labores de reconstrucción y de Alain Juppé, el canciller francés. El mensaje no puede ser más claro; circo sin pan. Los países, de mal en peor; de la sátira a la triste realidad.
Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
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