10/mayo/2011
*La pugna interna por la candidatura presidencial
*Abierta, “la lucha por el poder”: Carlos Ramírez
Para gobernar sin ley, una de dos, o el Estado se usa con toda la fuerza del poder; o con todo el poder de la fuerza: SGB.
Ciertamente —como lo describe el periodista Carlos Ramírez en su nota “PRI, el fantasma de Roberto Madrazo”, en el N° 2 de la edición digital del 18 Brumario [de fecha lunes 9 de mayo, página 12 y ss.] que puede verse en www.grupotransicion.com.mx, página donde gentilmente también se difunde Maniobras del poder—, lo que se mira en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) tiene que ver ya con la rebatinga por la candidatura presidencial rumbo al 2012 de ese partido; es decir, “la lucha por el poder” que ya comenzó.
En la definición del principal partido político opositor al partido gobernante —el de Felipe Calderón, el Partido Acción Nacional—, se mueven por lo menos dos contrincantes: Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones. Tal y como comentamos en este espacio tiempo atrás, el líder del Senado y priista Beltrones, esperaría el momento más oportuno para hacerse visible como aspirante presidencial por el PRI, en franca competencia ahora abierta con Peña Nieto quien aparecía como el único y mejor posicionado gracias a las comedias de la televisión y a los millones de pesos tirados al bolsillo de Televisa, aún a costa del erario público mexiquense.
Y como en política no hay nada escrito, a partir de ahora, tanto de las maniobras del poder como de las alianzas tejidas por los dos —es decir, la fuerza acumulada por ambos suspirantes—, de todo ello dependerá la apropiación de la candidatura. En otras palabras, que a Peña Nieto se le complican los escenarios futuros porque desde ya tendrá enfrente a un político de viejo cuño, mañoso y bien cimentado en los rústicos y operativos esquemas del dinosáurico PRI. Lo que significa, como bien lo asienta Ramírez, que ese partido da muestras, también, de una división interna porque se trata de dos cabezas visibles de sendos grupos en pugna por tan importante definición partidaria.
Desde luego que será un estira y afloja con tintes nuevos al interior del PRI. Por dos motivos: 1) Hoy no existe el gran elector para ellos, como en su tiempo lo fue el Presidente de la República quien tiraba línea; el antecesor decidía sobre el sucesor y así indefinidamente (las elecciones, como un simple mecanismo legitimador). 2) El sistema corporativo, si bien cooptado merced a la compra de unos líderes charros siempre bajo el control partidista para impedir esa suerte de “revuelta de las masas”, ya no tiene al palomeador de antaño, como lo fuera el enquistado líder de la CTM, Fidel Velásquez, para quien “el que se mueva no sale en la foto”; y el bueno recibía la plancha del “sector obrero organizado” (por eso era el seguro ganador). Ninguna de amabas circunstancias las tiene hoy consigo el PRI, y los aspirantes lo saben.
Ni los gobernadores, cual es el caso [como tantos más] del exgobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández Flores, ahora flamante secretario técnico del consejo político nacional de su partido, más bien cobijado para evitar indagatorias “sobre la forma en que los cárteles de la droga tomaron el control económico, político, social y de seguridad” de dicho estado. Tampoco el expresidente Carlos Salinas de Gortari tiene ahora el poder de decidir; empeñado en lavarse las manos y culpar a Ernesto Zedillo de la crisis del 94-95, pese a que ninguna crisis de ese tamaño se gesta de la noche a la mañana; un conflicto por demás claramente interpartidista. Todo dependerá, más bien, de la fuerza que muestre cada uno, Peña-Beltrones, y ese será el saldo de la pugna entre ambos candidatos y sus grupos al interior del PRI.
Por eso a Peña Nieto, Beltrones le movió el tapete. Y el PRI entró en la fase de “la confrontación interna”, como califica Carlos Ramírez. Donde “Peña tiene las encuestas pero no la cohesión partidista”. La pugna encontró salida en el poder legislativo. “La iniciativa de reforma política que aprobó Beltrones en el Senado fue parada en seco por la bancada de Peña Nieto en la Cámara de Diputados”.
Pero eso no es todo: “La comida [en un restaurante de Polanco entre los dos; también estuvo presente Emilio Gamboa] fue el preludio para que Peña, derrotado, aceptara la realización de un periodo extraordinario de sesiones en la Cámara de Diputados para desahogar la reforma política aprobada en el Senado. Y ahí el tema más candente es el de las candidaturas ciudadanas, porque algunos operadores del grupo Peña han circulado en privado la versión de que Beltrones podría lanzarse como candidato independiente y dividir más al PRI”. No obstante, el tema de las candidaturas independientes presenta otras lecturas, como la que tiene que ver con el PAN, quien se vería beneficiado en caso de lanzar a un candidato no panista y amarrar así la alianza con el PRD, apostándoles a ganar el consenso ciudadano rumbo al 2012 para no ceder el poder presidencial al PRI.
Sin embargo, como alude Ramírez, “En este contexto la comida de Peña con Beltrones fue un indicio de debilidad política y de reconocimiento de Beltrones como presunto precandidato presidencial. Lo paradójico fue que una comida [por lo demás, la trampa de Beltrones en la que cayeron los priistas peñistas en San Lázaro] de supuesta reconciliación sólo dejó las evidencias de que el PRI sigue fracturado y que la decisión de Peña de no soltar la candidatura presidencial está en el fondo de las desavenencias”.
El dicho comportamiento de la fracción de Peña en la Cámara de Diputados, ciertamente, descubrió al todavía gobernador del Edomex como un opositor a las reformas impulsadas por Beltrones. Y lo puso en tela de juicio a juzgar por un comportamiento autoritario y retrógrado “al viejo estilo del PRI”. No sólo eso, a la luz pública brinca que Beltrones es más propositivo que Peña, porque impulsa propuestas que buscan atender algunos de los problemas urgentes del país. Aunque no sean de fondo; pero ni eso tiene Peña Nieto.
En fin, que se trata de una lucha que ya comenzó al interior del PRI por la candidatura presidencial de ese partido. Y es claro que “el que tiene más saliva traga más pinole”. Por lo pronto Peña ya perdió el copete; y lo demás es lo de menos. Lo importante es que, pese al candidato, todavía falta que el PRI tenga la oportunidad de ganar el 2012 con el PAN. Con todo y encuestas. Porque el PAN arremeterá con todo; cometerá todas las trampas que sean necesarias para no dejar los privilegios de ocupar Los Pinos. Repartirse la riqueza de un país no es cualquier cosa, aunque no haya aprendido a gobernar durante dos sexenios. Pero ni eso entrará en juego el 2012.
Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
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