06/abril/2010
*El Mayo Zambada con Scherer
*¿La siguiente será con El Chapo?
“La corrupción del alma es más vergonzosa que la del cuerpo”. José María Vargas Vila (1840-1933).
La entrevista de Julio Scherer García, el fundador de Proceso, con Ismael El Mayo Zambada tiene muchas lecturas. Seguramente se escaparán varias, pero consideremos por lo menos las siguientes.
1.- Sin lugar a dudas, es una proeza periodística porque no se trata de cualquier sujeto, sino de uno de los capos más activos y buscados del narcotráfico que cualquier periodista querría entrevistar.
2.- No puede haber entrevista con capo alguno, de la importancia de El Mayo, sin que lleve entre líneas algunos mensajes, en este caso para el gobierno federal, para los demás cárteles, para los sectores que combaten el flagelo del narcotráfico y para la sociedad en general.
3.- No es tanto lo que diga el capo, por cierto las declaraciones fueron muy meditadas y cuidadas, sino el propio encuentro lo que tiene su relevancia. No hizo grandes revelaciones, salvo una o dos.
4.- Encontrar a un periodista que diga las cosas con honestidad no es de gratis. Al contrario, es una garantía para cualquiera que se mueva en la clandestinidad, o que quiera revelar asuntos importantes. “He leído sus libros y usted no miente”, le dijo el interlocutor. En cambio, “todos mienten, hasta Proceso”. Es su juicio. Ese reconocimiento le dio a Scherer García la posibilidad. Recuérdese sus libros, sobre todo el de La reina del pacífico (2008), que hizo desde la cárcel a una mujer como Sandra Ávila Beltrán. Considerada como “Una líder histórica en el trasiego de la cocaína de Sudamérica a México” (según la Policía Federal) y sobrina de Miguel Ángel Félix Gallardo, tío de los hermanos Arellano Félix del cártel de Tijuana. Ella se encargaba de las relaciones públicas de la organización precisamente de El Mayo Zambada, según la propia PF.
5.- Guardar el secreto. De ahí la invitación que le abrió las puertas, bajo la primera condición: no revelar dato alguno que proporcione pistas de una posible captura. Es notoria la estrategia. Borrar cualquier huella que permita seguirle los pasos; los varios autos, la espera, los lugares, todo para dejar la sensación de que los capos se escabullen en todo terreno, principalmente en el campo. Eso dijo. Pero recuérdese que el colombiano Pablo Escobar se dio el lujo de fotografiarse con un hijo frente a la Casa Blanca en Washington, DC.
6.- El Mayo rehuyó las preguntas cuanto quiso. Mejor dicho habló de lo que quería hablar. Lo más relevante fue un posible encuentro con El Chapo Guzmán. Como si el mensaje principal del encuentro fuera ese. Dicho en otras palabras: como que se trató de una plática preparatoria para una entrevista posible con El Chapo Guzmán. Como que El Chapo necesita hablar, decir su verdad. Como si El Chapo hubiese sido quien buscara la entrevista con Scherer a través de El Mayo. Dependería, seguro, del trato del periodista, de la intencionalidad, de la honestidad y del manejo de la entrevista que hiciera la revista con El Mayo. Como esperar a ver el resultado de la segunda prueba entrevista. Porque la primera habría sido con La reina del pacífico.
7.- Por eso El Mayo eludió las “muchas preguntas”. Las respondería después. “Otro día. Tiene mi palabra”, dijo. En eso fue muy enfático con el entrevistador. Decir lo que quería. Pero más aún en lo referente a su compadre El Chapo. Abrir las puertas con El Chapo Guzmán. Esa parece, entonces, la intencionalidad final. Y, curiosamente, con eso concluye la entrevista.
Veamos el diálogo de Scherer con el interlocutor:
“—¿Usted se interesa por El Chapo?
“—Sí, claro.
“—¿Querría verlo?
“—Yo lo vine a ver a usted.
“—¿Le gustaría?
“—Por supuesto.
“—Voy a llamarlo y a lo mejor lo ve.
“La conversación llega a su fin…”.
8.- Más que revelador. La próxima entrevista de Julio Scherer pareciera ser, claro está, con El Chapo Guzmán. Ese habría sido el manejo, no del periodista cuanto del entrevistado.
La verdad de El Chapo, será lo que quiera decir. Su versión de la guerra contra el narcotráfico. Seguro que no querrá hablar de su fuga de Puente Grande, durante el sexenio de Vicente Fox en 2001. Tampoco sobre las versiones diversas, incluso desde los propios panistas, de que el gobierno no hace lo necesario para su recaptura allá en Sinaloa. Presunta protección. No. Seguramente dirá que se siente perseguido y que anda, como su “compadre” y tantos más, a salto de mata. De que el Ejército le pisa los talones. Pero eso sí, de que él no es el responsable de tantas muertes de inocentes. De que son otros los causantes. De que él es una blanca paloma. ¿De qué más que de lavar su conciencia?
Una cosa es verdad. La guerra contra el narcotráfico se ha sostenido con una estrategia fallida. Una guerra que está desgastando al Ejército mexicano. Una lucha de la que el gobierno federal ya no sabe cómo salir. Un lastre que Felipe Calderón cargará toda su vida, pero que principalmente marcará la vida de los mexicanos durante muchos años. Una guerra donde todos tienen su propia versión, incluidos los grandes capos.
Una guerra, en fin, en la que la sociedad está poniendo los muertos. Mientras que el gobierno no ata ni desata. Incluso como si la intencionalidad fuera otra que terminar con el flagelo del narcotráfico. ¿Pero de quién? No lo sabemos, pero por lo pronto Estados Unidos está metiendo las narices. Por eso la sospecha de que hubiera gato encerrado.
Porque tampoco es un asunto solo de corrupción, como lo dice el capo entrevistado por Scherer; va más allá de que “el narco está en la sociedad, arraigada como la corrupción”. Es lo que parece al observador menos calificado. Pero ¿con qué finalidad? Se sabrá después. Quizá no cuando sea demasiado tarde, como muchas de las decisiones que se toman desde el poder pero tan a la ligera que no importa que el país esté perdiendo.
Correo: sgb33@hotmail.com
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