23/abril/2010
*Estafas de los hombres del poder
*Preocupación por el país; El Peje
“Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”: John Fitzgerald Kennedy (1917-1963).
No es la primera vez que Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el candidato presidencial en la elección del 2006 en México, que abanderó a la Coalición por Bien de Todos (Partido de la Revolución Democrática, Partido del Trabajo y Convergencia), dice que el país está siendo gobernado por una camarilla muy selecta de mafiosos. Es decir, los hombres más ricos de México. Porque ellos son los dueños del país y ellos lo controlan todo. O casi todo.
Que los pocos hacen y deshacen con la economía y con la política. Y que los políticos de los principales partidos PRIAN (Partido Revolucionario Institucional y Partido Acción Nacional), responden a sus intereses como simples empleados; incluso el calificativo alcanza hasta los legisladores, al menos los más influyentes de sendas cámaras: Diputados y Senadores. Todo en beneficio propio. Tan solo por estos señalamientos hay quienes tiran a El Peje de a loco. Pero eso no pasa de la descalificación.
El caso es que por mucha negativa, lo contrario no lo soporta ni la realidad ni el análisis más simple. Bueno, ni siquiera las estadísticas del INEGI. Salvo los más serviles que no lo quieren ver. Pero todo apunta, ciertamente, hacia dicho control gansteril del país. Y de los recursos, los negocios más rentables, las más grandes empresas. Y desde ahí, desde el control económico hacia todo lo demás. Para eso utilizan el Estado. Y la fuerza del Estado. Y la política como simple medio y la democracia como parapeto, mera justificación. Y de las elecciones ni se diga, pero para una elección democrática deben cambiar las reglas del control.
Claro está que dicha camarilla se enquistó en el poder durante los últimos sexenios mozos del control presidencial que ejerció el PRI, al final de sus últimos 71 años. Sí, pues los gobiernos de la trilogía De la Madrid-Salinas-Zedillo fueron los responsables de tamaña edificación mafiosa. Y no únicamente con el PAN, a quien ya sólo le tocó apaciguar las tormentosas aguas de la inestabilidad política priista, tras el asesinato del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio en marzo de 1994. Esos años tormentosos del sistema político del presidencialismo priista.
Pero también el PAN ha profundizado el uso mafioso del poder. Pero el ejercicio mafioso del poder creció. Y quien lo consolidó, está y ha estado en vela y detrás de semejante Frankenstein es Carlos Salinas de Gortari, desde su sexenio para acá. Tanto política como económicamente. Salinas profundizó las trapacerías iniciadas por De la Madrid de arrebatarle las empresas paraestatales al Estado, para entregárselas a unos cuantos empresarios con todos los privilegios; baratas y con facilidades de pago. O hasta sin el pago de impuesto correspondiente.
El pretexto fue dizque achicar el Estado para hacerlo más eficiente, en aras del libre mercado que lo resolvería todo como la “mano invisible” de la economía clásica burguesa: Smith y Ricardo. Y los neoclásicos (los marginalistas y el equilibrio entre oferta y demanda; y los modernos: los monetaristas y neokeynesianos. Por ahí andan los monetaristas también. La misma gata, pero revolcada. Un enredijo que va de la utilidad o el beneficio hasta lo racional, pero que esconde la lucha de clases de Marx) que inspiraron el espíritu de Washington en el famoso Consenso que lleva su nombre.
De ahí surgieron los brotes que hicieron las “recomendaciones” a los países en desarrollo como México y toda América Latina. Son los organismos financieros internacionales que responden, claro está, a los intereses de Estados Unidos como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el propio Departamento del Tesoro.
El análisis puede seguir esa línea, hasta llegar a que o bien todo se ha articulado para beneficiar a unos cuantos o para cumplir con los intereses del vecino del norte, los Estados Unidos. Porque en el fondo de todo este planteamiento está que los últimos benefactores ni siquiera son los integrantes de la camarilla nacional sino la extranjera. Y en esto el análisis de Andrés Manuel se queda corto todavía.
Pero vayamos a otra tesis de El Peje. Y es que para todas sus trapacerías, la mafia del poder cuenta con el emporio Televisa. Sí. La televisión (donde también participa Tv Azteca, para un dominio duopólico del espectro televisivo nacional) que le heredó Emilio Azcárraga Vidaurreta (1895-1972) al hijo Emilio Azcárraga Jean, es el instrumento de dominación ideológica y de control que tiene el poder para sus fines.
Por eso, el emporio televisivo se ha convertido él sólo en un brazo de dicho poder, sino en un poder alterno, o un poder fáctico que a estas alturas cuenta con el potencial de poner o de quitar a quien quiere. Engrandecer a unos u ocultar a otros. Y los que no están en la televisión no son parte del gusto nacional y como si no existieran; sea en los ámbitos artísticos, cultural o de la propia política. De ahí el encumbramiento del próximo candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, hoy flamante gobernador del Estado de México.
Por eso también las leyes de telecomunicaciones que incluyen el espectro televisivo salen de las oficinas de Azcárraga, y sólo son palomeadas en el Congreso. Vale la tesis de AMLO, que los legisladores son simples peleles.
Por eso, lo que dice la televisión es lo que vale. Por ello también, para replantearse otro proyecto de nación distinto que se preocupe y ocupe de las necesidades de los mexicanos, será muy importante desarticular esa perversa manipulación de las conciencias que representan las televisoras.
Y otra prueba más de que en México padecemos el ejercicio de un Estado mafioso, es porque la camarilla que controla el poder actúa al estilo de las mafias. Con códigos secretos para todo (al estilo El Yunque; véanse los libros de Álvaro Delgado: El Yunque. La ultraderecha en el poder [1993], y El Ejército de Dios. Nuevas revelaciones sobre la extrema derecha en México [2004]). Hacer negocios a toda costa. Y el Estado no es más que un simple instrumento para el ejercicio de ese poder.
Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
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