23/febrero/2011
*De la izquierda a la alianza con el PAN
*Los militantes tienen la palabra
En México, como en cualquier país del mundo que se rige por un sistema “democrático” y ha adoptado el pluripartidismo como expresión de las distintas fuerzas y corrientes, los partidos políticos son los “aparatos” que se utilizan para luchar por el poder y asumir los cargos de representación; acceder a las cámaras locales y federales, a las instituciones del gobierno en sus diferentes niveles y, como es de suponerse, a velar por sus ideales y proyectos plasmados en estatutos y declaración de principios.
Lo último es verdad a medias. Porque son las dirigencias partidistas las que se encargan de ambas funciones, y cada cual impone su sello característico. Y no pocos los que dejan de lado los principios y los compromisos asumidos de origen, para responder a los intereses de la coyuntura o emanados del poder. No obstante, como en el caso del sistema político mexicano, cada partido se coloca y asume un rol una vez que se hace acreedor de una parte del presupuesto federal destinado para hacer política.
Aparte de los partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional, que tienden hacia el bipartidismo o la alternancia en el ejercicio del poder presidencial —la llegada del segundo, a una década ya luego de 81 años del control de la vida política nacional por el primero—, el Partido de la Revolución Democrática se incorpora en el espectro de las opciones políticas como tercera fuerza nacional, pese a su reciente formación [creado apenas en 1989, un año después de participar en una emblemática elección]. Los demás conforman la chiquillada que viven del presupuesto y en alianzas para sobrevivir.
Pero hablar del PRD es referirse al partido que le ha toca asumir el papel de la izquierda en el espectro ideológico. Y, por tanto, contrario a los proyectos del PRI y del PAN. Se dice que, por encima de otros como el Partido del Trabajo o el Partido Convergencia que en cierto modo abanderan principios alternativos —los otros rondan en la indefinición ideológica o sólo se acomodan—, el PRD representa a la izquierda en México. O, mejor dicho, a lo que sobrevive de la misma en términos electorales.
Surgido desde las alianzas que le dieron vida y principios —el Partido Mexicano de los Trabajadores, el Partido Socialista Unificado de México, el Partido Patriótico Revolucionario, el Movimiento Revolucionario del Pueblo, Unión de la Izquierda Comunista y posteriormente el Partido Socialistas de los Trabajadores de Heberto Castillo y muchas organizaciones más— a la Corriente Democrática que salió del PRI, para luego encumbrar a Cuauhtémoc Cárdenas hasta la candidatura presidencial en 1988, primero y en 1994 después, habría sido la esperanza de millones de mexicanos que ansiaban cambios de fondo en el régimen presidencial priista. Y luego panista.
No obstante, la inclusión de los partidos de izquierda en el sistema político tenía otra intención. La idea data de 1977 y la propuso Jesús Reyes Heroles. La reforma política que le dio cabida a los partidos radicales —primero el Partido Comunista Mexicano, luego el Popular Socialista y el Auténtico de la Revolución Mexicana—, que le dio la apariencia de pluralidad al régimen político. Pero la intención cuajó: someterlos al control. El resultado: los partidos se burocratizaron.
Pese a su breve historia, el PRD sólo ha servido para enquistar en el poder a unos cuantos personajes, a quienes ya en el cargo no les interesan los principios fundacionales —como sería elevar el nivel de vida y bienestar de los mexicanos—, y sólo se aprovechan de las circunstancias para el beneficio personal en la mayoría de los casos. Dicho sea porque el saldo de las diferentes gestiones, por ejemplo, de los gobiernos perredistas en el Distrito Federal y en algunos estados, no arroja cambios de fondo como sería de esperarse en el ejercicio del poder antes aplicado por el PRI o en menor medida el PAN, tampoco se mira en los propios resultados.
Es decir, que encantados por el poder, los perredistas se han olvidado de sus proyectos ideológicos y políticos. Eso hablando de los dirigentes; o de la mayoría de quienes se han beneficiado con un cargo bajo las siglas del PRD. No así la gente. Tampoco todo aquél comprometido que sigue siendo congruente con una política de alternativa para el régimen opresor actual. Con todo y que muchos dirigentes y organizaciones políticas congruentes no están en el PRD, o si están son críticos al interior.
Así, por la crítica a las posturas de la dirección actual que encabeza Jesús Ortega Martínez —cabeza de Los Chuchos— y sus recientes políticas de buscar una alianza con el PAN —el extremo del espectro ideológico; la derecha que tiene ahora en sus manos el poder presidencial— para las elecciones del Estado de México [como ya se hizo en Oaxaca, Sinaloa y Nayarit], es que el PRD está a punto del rompimiento. La incomodidad la sembró Ortega con las alianzas previas. Pero el colmo lo representa el Edomex.
La estrategia de buscar una alianza PAN-PRD tiene por objetivo inmediato arrebatarle el poder al PRI en esa entidad, pero el mediato apunta hacia el 2012 no tanto para impedir que llegue nuevamente el PRI en pleno ejercicio de alternancia cuanto para que siga el tan denostado PAN en Los Pinos. El problema, entre muchos otros, es que esa es una estrategia precisamente del PAN y no tanto del PRD. La ambición de Los Chuchos de por medio. Y ese es el error de Ortega. Por ello el anuncio del excandidato presidencial Andrés Manuel López Obrador de “pedir licencia”. Y eso meterá mucho ruido en las filas perredistas. Habrá desbandada. Está a la vista para los propios perredistas.
Faltan tres fechas clave para que el futuro del PRD se defina: el 16 de abril como fecha límite para el registro de las coaliciones; el 19 de marzo cuando se dé el relevo de la dirigencia nacional; antes, el 27 de marzo, habrá consulta para que la gente defina si hay o no coalición con el PAN. Es mera trampa. Si la hay no va como candidato Alejandro Encinas, que iría por el PRD o coaligado con el PT y Convergencia. Entonces eso pasará. El candidato será otro, pero el gran perdedor en todo será el PRD. Lástima, porque si de origen se definió de izquierda, hoy pulula entre la perdición ideológica y la corrosión política, gracias a las ambiciones de Los Chuchos mientras lo tengan entre manos. La posible alianza PAN-PRD se llevará el proyecto de izquierda entre los pies. No sólo en el Edomex, sino más allá. Los militantes tienen la palabra.
Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
No podria quebrantrse la izquierda en el pais esto no puedo pasar seria como un complemento para la derecha sin uno no hay otro.
ResponderEliminarPedro Cercados