24/febrero/2011
*Reservas petroleras, motivo de invasión
*“Terroristas que deben ser ejecutados”: Kadafi
La revuelta árabe encontró un dique político doble en el camino. Uno se llama Muammar Kadafi en Libia, importante país petrolero en el norte de África; el otro, el peligroso porque al mundo occidental, con Estados Unidos a la cabeza, le interesa la estabilidad del mercado energético global. Es decir, que la oleada árabe llegó directamente a toparse con el nudo gordiano, con los intereses vitales de la economía mundial. Y se ha reflejado ya en el incremento de los precios del barril de petróleo, particularmente el Brent.
El problema es que el conflicto muy difícilmente pasará de ahí. Es decir, que si bien llegara a caer Kadafi, occidente no toleraría que el pueblo libio decidiera su futuro sin su participación, o intromisión directa bajo presencia militar. El petróleo y el gas son un fuerte motivo, más en manos de un pueblo dividido en diversas tribus que detentan el control regional. Por eso mismo cabe la posibilidad de la intervención, bajo el argumento de la violación de los derechos humanos que está cometiendo Kadafi contra su pueblo. Exactamente igual como ha ocurrido en Irak o Afganistán, donde EU llegó para quedarse.
En otras palabras, el problema para los libios es interno, pero también externo. El régimen de Kadafi que ciertamente lleva 42 años en el poder y se aferra a él. Pero por su discurso del martes pasado, su reacción pronto se tornó violenta. Él está dispuesto a morir en la raya. No importa que eso sea lo último que haga incendiando a su país hasta conducirlo a una guerra civil. Así ocurre desde el momento en que decidió utilizar la fuerza bruta como respuesta a los millones de manifestantes que no lo quieren.
Kadafi sabe que sólo la represión permitirá su temporal continuidad; que estará en el poder en tanto contenga la protesta local. O en cuanto no llegue la presencia militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte o la Organización de las Naciones Unidas, como han advertido algunos analistas internacionales. Eso impedirá el avance democrático y libertario regional, al igual que en Libia. Al mismo tiempo es el dique geopolítico con el que se ha topado la movilización árabe de los últimos meses que está costando las cabezas de algunos autócratas y dictadores, como el tunecino Ben Alí y el último faraón Mubarak en la región.
Pero también Muammar Kadafi sabe que su propia violencia le brinda el pretexto idóneo al exterior para la ocupación militar. Así se presente bajo la finalidad de controlar la situación de los derechos humanos y en realidad llegue no para pacificar sino para garantizar el abasto del petróleo. No vale que los propios saudíes asuman que el abasto está garantizado, pese al conflicto libio, incluso para la contención de los precios del petróleo.
Por sus últimas apariciones públicas del dictadorzuelo Kadafi, no es de esperarse más diálogo que el de las bayonetas; el uso de la fuerza y la represión contra los miles de manifestantes. Como quedó en claro tras los primeros bombardeos a las protestas. Los datos acumulan por lo menos 295 muertos, una cantidad indefinida de desaparecidos y otros tantos heridos.
La advertencia de Kadafi fue: “Preferible morir como mártir [sic] que dejar el país”, tras calificar a los manifestantes de “niños fáciles de manipular y terroristas que deben ser ejecutados”. Una postura que recrudece la violencia emprendida por sus cuerpos policiacos y sus agentes “mercenarios extranjeros”. El ultimátum que lanzó el martes 22 fue: “Si necesitamos usar la fuerza, lo haremos. Si no entregan las armas, anunciaremos la marcha sagrada. Llamaré a millones de un desierto a otro para que limpien Libia casa por casa”. Temible.
Por ello, los agentes disparan contra “todo lo que se mueve”, sembrando muertos y heridos en las calles de Trípoli. En tanto Kadafi les atribuye a las potencias extranjeras, al lavado de cerebro, a los narcotraficantes y a la revuelta regional el inicio de las revueltas. Pero nadie lo soporta. Un gobierno en las mismas manos durante décadas se vicia inevitablemente. Así sea un presidente, un dictador o una monarquía. Así sea en un país desarrollado, pero principalmente en los países “en desarrollo”.
Pero las potencias extranjeras quieren asegurar el abasto de petróleo; el control de los precios del barril. Pero en el caso libio, los países ricos irán por las enormes reservas que posee como activo exportador de la región. Por lo mismo la situación en Libia está en peligro, porque puede costar todavía más vidas. Ya se sabe que Kadafi vocifera con amenazas. Porque sabe que no tiene el control en varias regiones donde no manda.
Hacia adentro, Kadafi depende no tanto del control de las elites militares como en Tunez y Egipto, cuanto de las estructuras de poder tribales. El mismo control que le ha permitido la estancia en el poder le puede costar ahora su caída. Kadafi sabe que cuenta con la pequeña tribu Qathathafa, o la de mayor presencia Wafalla. Pero la virulencia propia del régimen cambiará los signos de lealtad de unas y otras.
Según “Alia Brahimi, jefa del programa de África del Norte de la London School of Economics —dijo ayer El País—: ‘Creo que vamos a ver deserciones en algunas de las principales tribus si eso ya está ocurriendo. Gadafi ha perdido el control del este del país, donde nunca fue popular y nunca logró consolidar su poder’”. “De hecho, el 20 de febrero —agrega la nota—, Akram Al Waefalli, uno de los líderes de la tribu Warfalla, dijo a Al Yazira: ‘Le decimos al hermano (Gadafi) que ya no es hermano, le decimos que abandone el país’”.
Sólo hay una esperanza para los libios de que el conflicto termine pronto. Que en tanto los mercenarios de Kadafi siguen haciendo el trabajo sucio de matar a los manifestantes que lo detestan, él vocifera a sabiendas de que carece del control de la situación. Pero la amenaza de occidente está creciendo. Como uno de los tres principales productores de crudo en el mundo, es un importante socio comercial de occidente.
Con reservas registradas de 44,300 millones de barriles de petróleo, Libia cuenta entre sus principales clientes con Italia dado el 40% de las exportaciones. Seguido de Alemania con el 12%. Y el energético representa el 95% de los ingresos del régimen de Kadafi. Ese es un apetitoso platillo para la industria y voracidad occidental, como para dejarlo en manos tribales. Pero el pueblo está en todo su derecho, tanto de sacudirse al dictador como a determinar qué hacer con sus propias riquezas.
Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
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