28/febrero/2011
*Falta de voluntad política de la clase política
*Más allá de todo: el país en juego, no se les olvide
En ocasiones hace falta ser muy prácticos y llevar las ideas a los hechos, para modificar la realidad en aras del bienestar general. No es sencillo porque lleva tiempo y su consabida complejidad, pero nunca es imposible. Sólo hace falta, eso sí, por encima de todo colocar el interés general sobre el particular o de los grupos de poder. En este caso de México; pero es lo mismo con cualquiera otro país.
Dicho sea por la importancia de la ocasión, ahora. En estos años reacios de la vida pública nacional, amenazada en su estabilidad, en su gobernabilidad, en su continuidad, en su desarrollo, en su seguridad interior y externa, etcétera. Pues resulta que, más allá de causar sorpresa o enojo, declaraciones abiertas —y las secuelas correspondientes; convertidas en dimes y diretes entre priistas y panistas— como las que hizo el miércoles pasado el exgobernador de Nuevo León, Sócrates Rizzo [prototipo de gobernador priista en los tiempos de Carlos Salinas de Gortari], sobre el tema del crimen organizado durante la época del Partido Revolucionario Institucional, genera indignación entre la sociedad.
E indignación porque, coludida o no, y a sabiendas de que lo hecho hasta ahora por la consabida guerra contra el crimen organizado no consigue las presuntas metas propuestas —que la sociedad viva en plena tranquilidad y sin el temor que le ha impuesto la violencia durante los últimos años—, la clase política tampoco hace lo conducente para enfrentar con visos de solución, de una vez por todas y antes que el país se nos deshaga entre las manos, un problema que tanto lastima a la misma sociedad y representa la mayor amenaza, igual para la seguridad pública que para la seguridad nacional de México.
Y la clase política son todos. Todos los actores políticos que pueden tomar decisiones, o determinaciones sobre la importancia y urgencia tanto de gobernar al país como de salvarlo cuanto antes, porque cualquier retraso —aún a sabiendas que todo sexenio tiene sus tiempos; y a estas alturas del gobierno calderonista las ocupaciones tienen tintes meramente electoreros por las ambiciones de continuidad panista en el poder presidencial— generará un número todavía mayor de muertes, muchas de ellas inocentes.
Por lo tanto, es responsabilidad, desde la Presidencia de la República para abajo. ¿O de abajo para arriba? Desde las instancias de gobierno federal (Segob, PGR, SSP, Poder Judicial en general, etcétera), los poderes legislativos (Congreso de la Unión, entidades estatales, ALDF), partidos políticos (todos, no sólo Partido Acción Nacional, PRI o Partido de la Revolución Democrática, sino el resto de la chiquillada), gobernadores (todos de cualquiera de los tres partidos mayoritarios, pero sobre todo los del PRI y el PAN); otros grupos de poder como los empresarios organizados (en el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios del Consejo Coordinador Empresarial, la Asociación de Banqueros de México; y otros: la Concamin, Concanaco, etcétera) y las iglesias (por qué no comenzando por los jerarcas de la Iglesia católica, pero no únicamente ellos), los sindicatos (sin el temor de los líderes corruptos, o “charros” a perder sus privilegios por su cercanía con el poder), los medios de comunicación (más los que le apuestan a la independencia del poder y no dependen de él para la subsistencia; todos los que luchan por la libertad de expresión y el ejercicio profesional de los medios, bajo el compromiso con la sociedad primero que todo), las universidades públicas todas (incluso las privadas, por qué no), y sobre todo la participación principalísima de la sociedad organizada en todas sus expresiones. La población en general que nunca es, pero debe ser escuchada porque es la que padece directamente los problemas. O desde aquí hacia arriba.
Cierto que en un régimen presidencialista, como el que le heredó el PRI al país, es al presidente en turno a quien le compete la definición principal; o según nos tiene acostumbrados el ejercicio presidencial, en cuanto a los lineamientos de gobierno y a la toma de decisiones importantes. Pero también queda claro que, a una década del ejercicio presidencial del PAN, los panistas no han sabido, no han querido o tampoco han podido, tomar al toro por los cuernos. E ir al fondo del problema. Con todo y que eso incluya las purgas correspondientes en todos los niveles de gobierno, en donde opere la colusión con delincuentes ya por participación, encubrimiento o protección, etcétera. Atacar de raíz la corrupción, así como la impunidad. No es fácil, pero por eso es tarea de todos, siempre y cuando la mira esté puesta en altas metas. Y no en defender intereses mezquinos.
Cabe entonces preguntarse, aún a estas alturas del sexenio de Felipe Calderón, ¿por qué el Presidente de la República no ha elaborado los lineamientos óptimos para salvar al país, en lugar de insistir en una confrontación que lo único conseguido hasta hoy es más violencia? Así lo deja entrever el reportaje de Proceso de esta semana, donde se habla de la “unificación pactada” como salida viable al problema del crimen organizado, en opinión del secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, con motivo de la reseña del tercer encuentro del funcionario con legisladores, acorde con el Reporte confidencial, generado en septiembre del 2010.
El secretario apunta: 1) Que, “es previsible”, que la “presión permanente” del Estado mexicano contra los carteles de las drogas no solamente podría ocasionar más violencia contra funcionarios, cuerpos de seguridad y Fuerzas Armadas, sino que los grupos criminales también podrían incrementar sus acciones de “cooptación” de las autoridades. 2) Que la intensidad de la acción gubernamental obligue a la “unificación pactada” de los grupos criminales y que realizan sus actividades como antes, “sin violencia, en forma soterrada”.
¿“Unificación pactada”? ¿Es a lo que se refirió Rizzo con sus explosivas declaraciones, donde generó ácidas reacciones, tanto en lo revelado por Wikileaks como en sus pláticas? ¿Verdades a medias o camufladas? Refirió al financiamiento del narco a las campañas políticas a puestos de elección popular; luego la tolerancia y protección desde los gobiernos del PRI a los carteles de la droga y, algo delicado, el posible soborno a presentadores y comentaristas periodísticos. Luego dijo que sólo se refería al control férreo desde el presidencialismo autoritario, y que a partir de eso funcionaba el sistema, sin generar violencia.
Pero el miércoles se refirió a que: “De alguna manera se tenía resuelto el conflicto del tránsito (de drogas)… había un control y había un Estado fuerte y un presidente fuerte y una Procuraduría fuerte, y había un control férreo del Ejército, y entonces de alguna manera decían; ‘tú pasas por aquí, tú por aquí, pero no me toques aquí estos lugares’; algo pasó”. (La Jornada, 26/II/2011). Y luego la respuesta del PAN. Pero el problema ahora es de todos. No para la “unificación pactada”, sino para trabajar, todos, un gran pacto nacional. Ese es el reto; de grandes metas.
Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario