28/marzo/2011
*Affaire Pascual, apenas superficial
*Política contra la seguridad nacional
“La relación con México es realmente fuerte. El reto es que los cárteles de las drogas se han fortalecido y el presidente Calderón está, justamente, frustrado”, refirió el presidente estadounidense Barack Obama en entrevista difundida por CNN el pasado 22 de marzo, mientras hacía su recorrido por Centro y Sudamérica. El caso es que el asunto de la “frustración” causó revuelo, así en la prensa mexicana como en la clase política comenzando por el propio Calderón.
Revuelo similar se vio al introducir el tema del noviazgo de la hija del priista Francisco Rojas, con el embajador de facto —hasta que se vaya y sea sustituido por el relevo—, Carlos Pascual, como un elemento de descontento del propio presidente mexicano con el operador espía al servicio del sistema de inteligencia de su país [el Departamento de Estado], con cartas de embajador en jefe, para cerrarle las puertas en Los Pinos y otras dependencias del gobierno federal. El affaire Pascual.
Sumado a los calificativos del mismo presidente Calderón, que apuntan a Pascual de “ignorante”, por un lado, y la pérdida de “confianza” ganada a pulso tras la revelación de los cables de Wikileaks y sus conceptos claramente desarrollados para informar tanto al órgano de inteligencia que dirige Hillary Clinton, como a otras dependencias del gobierno de EU, por otra parte. Todo en el marco de la fallida [esa sí, objeto de críticas internas continuas; justamente por la falta de resultados concretos y/o avances en eso de contener la violencia desatada por el crimen organizado y especialmente el narcotráfico] guerra desatada por el empecinamiento presidencial de seguir por la línea simple y dura de la confrontación.
Sin olvidar que, en el curso de la presente semana [eso señala el reportaje principal de Proceso que circula en estos días], el presidente Obama rechazará una petición del Buró de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), en el sentido que la Casa Blanca emita una “orden ejecutiva” para “obligar a las armerías de los estados fronterizos con México a reportar al ATF todas las ventas masivas de armas que se hagan a una sola persona”. Que las hay.
En otras palabras, que en el asunto de la colaboración —mejor dicho la traída y llevada “corresponsabilidad”— con México en aquello de combatir el flagelo del narcotráfico, no hay tamaño compromiso de EU sino todo lo contrario. Eso de la falta de control de los armeros que hacen negocio millonario al filo de la frontera entre ambos países —particularmente en el estado de Arizona, el primer estado que creó una ley xenofóbica y antiinmigrante— por parte de Obama es tan sólo un indicador. Lo mismo que su negativa al operativo —tanto él como otros funcionarios dicen ser ajenos, no estar al tanto, de Rápido y furioso— del tráfico indiscriminado de armas, absolutamente ilegal y para llenar las arcas de las bandas del crimen organizado mexicano.
Distractores y pruebas irrefutables. 1) Lo que antes de armar el rompecabezas del sistema operativo de los órganos de inteligencia gringos, parecía un artilugio del embajador de EU en México, Carlos Pascual, en eso de traficar armas a beneficio de los cárteles de las drogas mexicanos, llegó más allá porque alcanza al Departamento de Justicia en el más alto nivel, según revelaciones de un exjefe de la mismísima ATF. Es decir, que Rápido y furioso surgió como política de Estado porque anidó —por lo menos— al interior del órgano de “Justicia” de EU. Además, como se publicó el sábado 26 en La Jornada, el operativo se autorizó en Washington. 2) El embajador Pascual hizo su trabajo siguiendo no únicamente sus preceptos como experto en Estados fallidos, sino atendiendo a las políticas de Washington para desestabilizar a México al armar a los generadores de más violencia, a los carteles.
Ante tamañas evidencias, ahora queda más claro que, de creerle a Obama [y demás funcionarios de alto nivel que, como Pilatos, se lavan las manos] de ignorar el sucio operativo Rápido y furioso, más está en manos de la derecha republicana que lo maneja a su antojo, en eso de la avaricia de apoderarse a como dé lugar de las reservas estratégicas y energéticas de México [lo que incluye una invasión militar; lo que sea por su seguridad nacional, y el petróleo y el gas lo son], que haciendo una presidencia autónoma o con buenas y demócratas —moderadas en materia de política internacional— intenciones. Porque la intentona de atizar los disturbios de violencia allende la frontera con México es apenas el comienzo.
Ya antes, cuando apenas salieron los cables de Wikileaks sobre México y los escritos de Pascual, Maniobras del poder anticipaba esa intentona de Pascual de tipificar a México de Estado fallido, así como de calificar los problemas del país como fuera de control, tanto del gobierno de Felipe Calderón como de su estrategia antinarco [por lo demás ciertamente fallida] y, desde luego, su intención de generar controversias entre dependencias como Marina y Ejército. En eso llamó la atención esta columna. Igual advertía sobre la necesidad en atender los problemas directamente; cara a cara presidente a presidente: Calderón frente a Obama. Pero nada.
Y todavía más, que el operador espía, con cartas credenciales de embajador, se ha hecho digno de ser expulsado. Cuantimás ahora, que sigue presente para efectos de la transición. Porque Obama lo sostiene, para que no se vea como el primer funcionario de nivel, afectado por el Escándalo Wikigate, que descubrió el trabajo sucio de las embajadas estadounidenses en cualquier parte del mundo.
Peor tantito, ahora cuando se sabe que el operativo Rápido y furioso surgió al más alto nivel en Washington. Eso amerita algo más que una prometida investigación para castigar a los presuntos responsables, según las palabras de Obama; requiere una protesta también al más alto nivel desde México. Así como la exigencia —incluso la expulsión de Pascual resulta de poca monta, de los chismes ni se diga, comparado con el operativo— de que EU defina de qué se trata. Porque los fines desestabilizadores nacieron “al más alto nivel”. Y Pascual solo hizo su trabajo cumpliendo la encomienda. De ahí el espaldarazo de sus superiores.
Vale preguntar al gobierno de Felipe Calderón, ¿por qué tolerar tanta saña del vecino del norte, si de todas maneras persiste la política de entreguismo en los hechos? EU olvida que todo país, incluido México, está en su derecho de proteger sus reservas energéticas. Con todo y que este gobierno mexicano pone en charola de plata su petróleo y su gas. En el fondo se trata, para México, de un asunto muy delicado que pone en alto riesgo su seguridad nacional.
Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
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