07/marzo/2011
*Pascual, el embajador “espía” incómodo
*Al olvido, temas de la relación bilateral
Aquello que tras las declaraciones del presidente mexicano Felipe Calderón Hinojosa, a The Washington Post el jueves pasado, parecía la anotación de un gol a su favor, se anuló tan pronto un día después se entrevistó con el árbitro del partido, el presidente de los Estados Unidos, Barack Hussein Obama. Se trata de las demostraciones de inconformidad vertidas por Calderón, en contra de los informes del embajador de EU en México, Carlos Pascual, tan pronto se dieron a conocer los cables que entregó Wikileaks a varios diarios —entre ellos a El País, y sólo posteriormente a La Jornada— como parte del trabajo diplomático del Departamento de Estado.
El problema —una muestra de debilidad del presidente mexicano— fue que Calderón sólo declaró en contra de Pascual a la prensa estadounidense y no en la oficina Oval de la Casa Blanca, de cara con Obama; o lo haría muy tibiamente. Y, se sabría después de la entrevista entre ambos presidentes, Obama estaba dispuesto a resistir cualquier presión provocada por el “daño” Wikileaks. Así lo hizo, pese a las declaraciones de Calderón —el “no me ayudes compadre”—, en referencia al trabajo tendencioso de Pascual.
Apuntaló el espaldarazo del portavoz del Departamento de Estado, Philip Crowley —la señora Hillary Clinton, como titular de la dependencia, no dijo “esta boca es mía”—, fue el que recibió Pascual. Dijo que su embajador, por lo demás especialista en asuntos de Estados fallidos [de ahí la insistencia, desde 2008, en calificar al de México como fallido; porque así conviene a los intereses de EU, en el contexto de su política de “seguridad nacional”]: “Ha trabajado de forma eficaz”, pese a las condiciones “difíciles” que enfrenta en estos momentos de la relación bilateral, y “no hay planes de ajustar su estatus” diplomático. Y Obama puso el mutis en público. En corto y con Calderón, trascendió, diría: “Pascual es nuestro embajador”. Y punto.
Por lo tanto, pese al berrinche de Calderón, Pascual se queda. Continuará su trabajo de “espionaje” en México, con cartas credenciales de estatus diplomático. Una de dos, o le faltaron agallas a Felipe Calderón para protestar lo necesario ante Obama y pedir su cambio [el “sería difícil confiar” en él resultó a todas luces insuficiente] o, asume como ciertas otras de las revelaciones en los cables Wikileaks sobre su debilidad, propia de la ilegitimidad ganada a pulso tras las cuestionadísimas elecciones del 2006.
Luego entonces, Calderón, en lugar de anotarse los goles fue a recibirlos a la Casa Blanca, porque no tuvo al árbitro a su favor ni presionó debidamente. En ese sentido, el trabajo que viene desempeñando el cuerpo de la diplomacia estadounidense en México se fortalece. Pero todavía queda, desde México, no seguir el enredo. De ahora en lo adelante, Pascual merece más que la marginación; el rechazo puede obligar a Obama, de facto, a cambiarlo. Hacer entender a Washington que Pascual se convirtió en un embajador incómodo.
Nadie olvida que por Wikileaks se supo cuando Pascual emitió juicios parciales al tratar temas delicados para la seguridad nacional de México, como el relativo al Ejército mexicano y la Marina, entre otros, y su relación con el combate al narcotráfico, en sus informes. El enojo de Calderón, mostrado ante la prensa de EU, que respaldan los “daños severos” para la relación bilateral y citados por el Washington Post se quedó corto. Como “proporcionar información a una dependencia [a la Semar, que sirvió para cazar a Arturo Beltrán Leyva en Cuernavaca] y no a la otra [la Sedena], e intentar que compitan entre sí”. La “considerable tensión entre la Sedena y la Semar”. [Ver cable del 29 de enero, 10MEXICO083 y mi abordaje del tema en “El injerencismo de Pascual” en http://maniobrasdelpoder.blogspot.com/2010/11/injerencismo-de-pascual.html].
Por cierto que el asunto no quedó sólo en el “alboroto que causó en el equipo de seguridad nacional” del país, por las severas críticas a Sedena, Cisen, SSP, como un tema de descoordinación entre instancias. Su juicio fue más allá. Dijo en el citado cable enviado al Departamento de Estado, que: “Las instituciones de seguridad mexicanas están frecuentemente encerradas en una competencia de suma cero, en la que los éxitos de una dependencia son vistos como un fracaso de la otra. Cada agencia guarda celosamente su información y no existen las operaciones conjuntas. La corrupción oficial está extendida, lo que lleva a que los grupos de funcionarios y jefes del sistema judicial limpios actúen con una mentalidad de compartimentación de información en medio de un cerco”.
Y otros señalamientos, propios de un operador encargado de “intervenir” en los asuntos internos de otros, como México en su caso. Sobre la estrategia de Calderón —criticable, insisto, pero ajena de intereses foráneos— y su descoordinación por un órgano de inteligencia, resultan paradigmáticos. “La estrategia de seguridad del presidente Calderón (Cable 09MEXICO3195) no tiene una estructura de inteligencia capaz de producir información de calidad para operaciones de captura. Nuestros funcionarios nos reportan que las agencias mexicanas operan de manera fracturada, discrecional y dependientes del apoyo estadounidense [sic]”. Claro injerencismo del embajador Pascual en los asuntos internos de México.
Aún con el tema del asesinato del diplomático Julián Zapata de por medio, que abrió el asunto de la portación de armas y —su seguridad en el país— de los agentes estadounidenses en México, Calderón pudo presionar más e inconformarse. ¿Qué tal la tolerancia revelada, también por la prensa estadounidense, que los agentes aduanales permitían el flujo de armas a México? ¿Qué con la investigación donde salió que el arma con la que se ultimó al agente en la carretera 57, San Luis Potosí, era de procedencia estadounidense? ¿Apenas, luego de 17 años de litigio, se conseguirá en verdad que los camiones de carga mexicanos ingresen a las carreteras de EU? ¿Y qué con la inmigración?
Lo que sea, pero Pascual no será, al menos por ahora y en tanto Calderón no presione lo suficiente, la primera víctima de la publicación de los cables diplomáticos de Wikileaks. Todo por la seguridad nacional de Estados Unidos. En tanto la debilidad de Calderón le ha impedido sacar los importantes asuntos de México con el vecino del norte. No importa que la seguridad nacional de México quede a merced del imperio del norte.
Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario