25/marzo/2011
*Inestabilidad generada por un problema desbordado
*Acuerdo de medios, tarea de todos sin oportunismo
Violencia e inseguridad en México son dos problemas graves que amenazan su estabilidad y viabilidad como país. Y los mexicanos, todos, involucrados en una guerra no solicitada, están cada vez más desesperados, angustiados, temerosos. El origen, un engendro del propio sistema que amenaza desbordarlo; el crimen organizado que, en la modalidad del narcotráfico, lucha por un negocio millonario de alcance internacional, y como tal debe atacarse si realmente se quiere contener.
Los errores cometidos, a estas alturas más que claros, en la estrategia contra los carteles de las drogas han degenerado en otros tantos problemas más que complican la situación. Derivados de origen. Cuando arrancó la guerra contra el crimen organizado y las bandas del narcotráfico en México en el año 2006 —sobre todo en aquellas ciudades fronterizas por donde fluyen las drogas, los dólares y las armas; y los inmigrantes mexicanos y centroamericanos que resultan víctimas de la extorsión y el secuestro—, el ambiente de violencia creció paulatinamente en casi todo el territorio nacional.
Por un lado, la ofensiva del gobierno federal con el empleo casi exclusivo de las Fuerzas Armadas, no ha dado los frutos esperados. Ya porque arreció la lucha entre los carteles por el negocio, sobre todo el control de las rutas hacia el mercado consumidor más grande de mundo: los Estados Unidos. O porque el flagelo no habría florecido sin la complicidad de autoridades de los distintos niveles de gobierno, municipal, estatal y federal. Florecimiento y desbordamiento del fenómeno tanto por la corrupción e impunidad crecientes. Sabido es que uno de los principales y más violentos carteles está conformado por exmiltares, o desertores del Ejército, el denominado grupo Los Zetas.
Al poco tiempo de comenzar la ofensiva gubernamental contra el crimen organizado, la estrategia mostró su ineficacia. La mera confrontación sin investigación impediría atacar el problema en todas sus vertientes, como el lavado de dinero del jugoso negocio, o el flujo de cuantiosos recursos en los mercados financieros. Más tratándose de un fenómeno global.
Es más, todavía hoy el gobierno de Felipe Calderón no se quita el estigma de que el Ejército fue llevado a las calles por un golpe de timón; para buscar la legitimidad no ganada en las urnas en 2006. Más que eso, delicado, si se demuestra, como denunciara ayer Las Abejas, AC, en alusión a que el origen de Los Zetas es la contrainsurgencia en Chiapas; militares capacitados por colegas de escuelas en Estados Unidos [La Jornada, pag. 18]—. Porque deviene en una amenaza contra la sociedad civil. Tiene sentido desde que los gobiernos tanto de Carlos Salinas como de Ernesto Zedillo quisieron meter en cintura al movimiento zapatista en Chiapas para evitar la propagación guerrillera hacia otros estados por el creciente repudio al modelo neoliberal.
Fue la zozobra postelectoral la que desnudó la debilidad de Calderón. Su necesidad de apoyo permitió abrir las puertas al intervencionismo estadounidense desde su sede diplomática en México; tan atenta como vigilante para defender sus intereses a cambio de reconocimiento y un poco de legitimidad. A la postre, resultó elevado el costo político, muy contrario a la seguridad nacional de México.
No se diga la inclinación del PAN a tolerar la participación abierta de EU en los asuntos internos de México, bajo promesas de “corresponsabilidad” en los asuntos comunes, especialmente en lo relacionado con el crimen organizado. Eso condujo hasta las amenazas de Carlos Pascual como embajador espía, quien se creyó con manos libres para orquestar —él sí— toda una estrategia para desestabilizar a México. Esa sí pensada y con todo un apoyo e inteligencia, con recursos ilimitados. Una intromisión que llegó hasta el operativo Rápido y Furioso para abrir el flujo de armas de EU a México, aún a sabiendas que irían a parar a manos de los carteles todos. Eso sonó más a operativo para armar a los enemigos de México, a una intentona para desestabilizar al país, aún desde los estados fronterizos.
La participación todo terreno de EU con Pascual, abrió muchos frentes, todos de clara intromisión en los asuntos internos de México. Como participar en operativos de inteligencia, interceder en la captura de capos y entrometerse en la estrategia misma contra el crimen organizado [atizando un peligroso divisionismo entre los miembros de las Fuerzas Armadas, a favor de Marina]. Porque creyó tener puertas abiertas, Pascual dejó secuelas graves para México.
Un tema que se agrega a los errores de Felipe Calderón por una guerra interna mal planteada. Secuelas graves como en número de muertos que sobrepasa las 34 mil 600 personas.
Tamaños errores de estrategia terminaron por arrastrar a la sociedad hacia un ambiente de creciente zozobra, miedo e inseguridad en todo el país. Eso involucró a todos los sectores, entre ellos a los medios de comunicación. Ayer se firmó un “Acuerdo”, invitados por las televisoras, para la “cobertura informativa de la violencia”. Lo que incluye un decálogo de criterios editoriales, para “no interferir” en el combate a la delincuencia y “no convertirse en vocero involuntario de la delincuencia organizada”. Acción aislada por parte de los convocantes.
El evento se realizó en el marco de la Iniciativa México II y participaron más de 50 medios de comunicación, empresarios e integrantes de la sociedad civil. Desde que los convocantes carecen de calidad moral para iniciativas de ese tamaño, no obstante involucrar a radio y medios impresos. Porque quienes más utilizan los noticiarios haciendo periodismo tipo nota roja son las televisoras. Es importante la participación, pero no ayuda el oportunismo.
Antes que nada, son las televisoras quienes están más comprometidas con un código de ética y comportamiento que no tienen. Porque frente a problemas como el de la violencia y la inseguridad desatada por el crimen organizado, han convertido los noticieros en simple nota roja. Las grandes entrevistas con los capos, que los colocan como héroes, han sido suyas. Los escenarios de sangre y destrucción ocasionada por los narcos han sido reflejados por la señal abierta.
No obstante, es de esperar que iniciativas como esta no queden en meros parches. Sobre todo porque rebasa la participación única de las televisoras del país; Televisa y Tv-Azteca. Lo que hace falta es revisar el fenómeno que está generando tanta violencia como inseguridad. Y de paso generar un gran acuerdo nacional, que el gobierno no ha propuesto, para atacar ese y todos los problemas del país. Titánica tarea. Pues como va, la guerra seguirá abriendo heridas más que soluciones.
Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
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