14/enero/2011
*Entre el manoseo de cifras y el olvido
*La hipoteca de la soberanía nacional
“La estadística es una ciencia que demuestra que si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, los dos tenemos uno”: George Bernard Shaw (1856-1950).
En tanto el gobierno federal trata de camuflar que no está perdiendo la guerra contra el narcotráfico, apostándole a las bondades de la estadística o la política del avestruz, organismos del exterior insisten en la gravedad del asunto en sus evaluaciones sobre lo sucedido en México, como expresó el representante regional de la Oficina de las Naciones Unidas Contra el Delito y las Drogas, Antonio Mazzitelli: “La violencia en México permanecerá por tiempo indefinido”, porque es “un problema el control del territorio”.
Más no sólo Mazzitelli, porque hay otras posturas que ponen el dedo en la llaga sobre lo que está ocurriendo en el país, no obstante la evidencia de las más de 30 mil muertes ocasionadas por los carteles de las drogas —así sea fruto de la pugna entre ellos por las plazas en los diferentes estados del país—, no únicamente en los tres estados señalados por el secretario técnico del Consejo Nacional de Seguridad Pública, Alejandro Poiré, Chihuahua, Sinaloa y Tamaulipas, donde dice él, la violencia se presenta como “fenómeno focalizado” en zonas específicas.
O según sus declaraciones de ayer de que en esos estados se presenta el 50% de los delitos, en referencia a lo sucedido en 2010. No obstante fueron ejecuciones en 89% de los 15 mil 273 homicidios del año pasado, el más violento del cuatrienio del (des)gobierno de Felipe Calderón. Por “evidencia consistente”, presumió Poiré en conferencia de prensa referenciada ayer por La Jornada arrojando cifras al viento como canicas dispersas, los “eventos” se “sucedieron en 90 municipios del país en 2007, cifra que disminuyó a 59 en 2008 y se convirtió en 70 y 73 en los dos años siguientes [2009 y 2010], respectivamente”.
Un fenómeno que se explica, según él, por los conflictos entre los distintos grupos criminales que han transformado su actividad, al pasar “del trasiego a la producción y distribución de sustancias ilegales, e incursionaron en [otras] actividades delictivas…”. El consuelo es que, según el propio gobierno, hubo “cinco trimestres (I-2007 al II-2010) de incremento gradual en el número de homicidios, seguido de uno de estabilidad en el IV trimestre de 2010, que cerró con una caída significativa”. Porque bajó de 90 municipios (en 2007) a 59 (2008) y 79 (a 2009), porque disminuyó en Baja California y ya para 2010 desaparecieron. Así es el artilugio estadístico, a pesar de las acciones —desde luego inexistentes, o que ni se ven— de la policía federal en un año tan violento como el pasado con un problema de violencia tan focalizado.
Por si fuera poco, el mismo presidente Calderón se unió al camuflaje. En esos encuentros donde pretende que todo resulte a modo, llamados “Diálogos por la Seguridad”, las cosas no le salieron bien con la memoria. A cuestionamiento expreso del director del Consejo Cívico e Institucional de Nuevo León, Miguel Treviño Hoyos, cuando reclamó: “Señor Presidente, si ya eligió usted el concepto de guerra para definir lo que estamos viviendo, no puedo imaginar tarea más importante para el comandante supremo que asegurar la unidad de propósitos y la coordinación de todas las instancias públicas que participan en ella”.
A lo que Calderón reviró: “Yo no he usado, y sí le puedo invitar a que, incluso, revise todas mis expresiones públicas y privadas. Usted dice: usted eligió el concepto de guerra. No. Yo no lo elegí”. Refirió usar sólo el término lucha por la seguridad pública. Pero como lo recuerdan los reporteros Gustavo Castillo y Alonso Urrutia en la misma nota de ayer, utilizó el término el 5 de diciembre de 2006, el 20 de noviembre de 2007 y el 12 de septiembre de 2008, por lo menos.
Pero resulta que, también un alto funcionario de Estados Unidos en conferencia con corresponsales extranjeros este martes, para hablar sobre la estrategia de seguridad nacional de su país, el almirante Michael Mullen, quien es el jefe del Estado Mayor, no sólo dijo que las cifras de muertos en México son un muy triste y trágico indicativo de la severidad de la guerra antinarcóticos, y que están trabajando mucho más que otros años con “todo el gobierno y con sus militares”, sino que le da la bienvenida a solicitudes de apoyo estadounidense hechas por sus contrapartes de México [el propio “liderazgo militar mexicano”] para la lucha antinarcóticos. Porque, agregó, hay aspectos de esta guerra contra las drogas y cómo la combatimos muy similares al tipo de cosas que hemos visto en las guerras en que hemos estado. El problema es que con EU se hipoteca la soberanía nacional.
Ahora, después de Wikileaks, ya se sabe que no es la primera vez que el gobierno mexicano pide ayuda, también permite a cambio de eso una mayor presencia del aparato de espionaje del país vecino, del imperio del norte. Por eso desde ahora, ya un funcionario de primer orden lo admite en declaraciones con la prensa extranjera, cuando en México se está tratando de camuflar desde el propio gobierno federal una dichosa guerra que, a todas luces, está perdiendo pero se empecina en seguir por los mismos cauces y, peor aún, trata de esconder con un manejo imprudente de cifras con fines claramente electoreros, además de generar confusión.
En tanto también la firma estadounidense que realiza estudios de inteligencia Stratfor [www.stratfor.com], y es una de las principales consultorías sobre el tema de la seguridad, afirma que hubo un aumento entre 60 y 70% de homicidios en 2010 con respecto al año anterior, pero desde diciembre de 2006, cuando el gobierno de Felipe Calderón lanzó una ofensiva militar contra el narcotráfico, se contabilizan más de 30, 200 muertos, casi la mitad de ellos en 2010, refiere cifras oficiales.
De igual manera Stratfor augura que la violencia del año pasado fue a consecuencia de una guerra sin cuartel entre Los Zetas y la Nueva Federación que encabeza el cartel de Sinaloa con El Chapo Guzmán al frente. Y por cierto señala, entre otras cosas, que habrá un fortalecimiento y “puede convertirse en la entidad dominante del crimen organizado en todo México”; se refiere a la fortaleza de El Chapo y al cartel de Sinaloa en este 2011.
Tanto adentro, la sociedad civil lo ve como afuera las instancias internacionales también. Menos el gobierno federal que ahora, ante tamaños errores, está tratando de ocultar una realidad que a todas luces es inocultable. Pero ni los descalificativos ni las cuentas alegres cuentan como votos en las urnas. Bueno, y ni siquiera el miedo porque la sociedad se manifiesta abiertamente.
Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
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