05/septiembre/2011
*La opacidad de logros es general
*La clase política sin acuerdos base
Gobierno sin logros, sexenio de caos. Porque a casi cinco años de gobierno, el balance no le favorece a Felipe Calderón. Tampoco hay metas sin proyectos. Y el actual titular del poder ejecutivo nunca ha mostrado más que propuestas de papel; o buenas intenciones frente a la pantalla de la televisión, más como método de propaganda que en cumplimiento de fines.
El aludido presume que sus logros se ven opacos frente a la abrumadora realidad de la inseguridad. Dicho sea un día después del Informe escrito presentado el pasado 1° de septiembre, en un discurso a modo y ofrecido ante un escenario de fieles seguidores [más bien, el evento sirvió de pasarela política para los presuspirantes del PAN a la candidatura presidencial del 2012].
Pero la realidad es que carece de metas en todo. Por eso, la discusión del Quinto Informe, entre los legisladores que se sumarán tras la apertura del nuevo periodo de sesiones del Congreso, seguramente dará pié a severas críticas. Porque de entrada es falso que la preocupación por la inseguridad oculte el resto de logros en todo lo demás.
Porque no hay tales logros. Y el país lo siente y vive en carne propia. El asunto del combate a la inseguridad motivada por la proliferación del crimen organizado, ha metido al país de lleno en una guerra. Una guerra que nadie pidió sino el propio presidente alentó, más como un golpe de timón para legitimarse en el poder que para contener el avance de temas delicadísimos como el narcotráfico [de ser esta la meta no se habría procedido tan desatinadamente].
Y el saldo de la guerra es atentatorio de la vida de los mexicanos en muchos sentidos. No sólo los más de 50 mil caídos, cuanto el resto de secuelas derivadas de un clima de guerra [la desintegración de las familias, la desatención médica y sicológica, etcétera], que se padece en todo el país, principalmente en los estados del norte fronterizo con Estados Unidos. Lo que traerá consecuencias todavía impredecibles. Como el juicio político a Calderón; si no es que las cosas van más lejos porque, como lo señaló el juez Baltasar Garzón, en México se han cometido “crímenes de lesa humanidad” y alguien tiene qué responder por eso. Queda como un gran pendiente para un futuro no lejano.
Así, como no hay más metas sexenales que la dichosa guerra, tampoco hay logros. Nada más recuérdese que las dependencias que ejercen más presupuesto no son por ejemplo Economía, apoyo al campo o a la industria, pesca, minería siquiera Pemex, sino el ramo judicial. En especial el policiaco-militar. Porque la prioridad de este gobierno no es la economía, la generación de empleos, el apoyo a la producción industrial o del campo, siquiera energético o de otro tipo cuanto el énfasis está en la llevada y traída guerra.
Por eso, frente a una guerra fallida, ¿qué otros logros puede presentar el presidente Calderón en su Informe por escrito, el que llevó Francisco Blake al Congreso? La economía no pasa de tasas de crecimiento pírrico [del 0.48% en cuatro años del PIB per cápita], porque sigue a pie juntillas el precepto neoliberal auspiciado por Washington. La privatización de Pemex es una muestra conspicua de la política económica del actual sexenio. La generación de empleos, que tanto canturrea un inepto titular del Trabajo, de 751 mil permanentes en los cuatro años, no es nada comparable con la demanda del millón 300 que demanda el mercado laboral año con año. El saldo del “presidente del empleo”.
El entreguismo hacia el exterior, desde luego que solo a EU, es de un consentimiento tan servil como reprobable. La política hacia afuera no sirve y carece de cualquier precepto de autonomía e independencia en cuanto al respeto a la soberanía, la autodeterminación y la no intervención. Nada qué ver con el pasado [¿por qué todo lo pasado fue mejor?].
En política el país está tan entrampado como el propio presidente con su partido, con montones de asuntos pendientes y cosas irresueltas. Sin la calidad moral ni el liderazgo suficiente —mínimo siquiera—, Felipe Calderón no atina hacer avanzar el país hacia un posible acuerdo siquiera con los gobiernos de los estados que más lo padecen, para desenmarañar el problema de la seguridad.
Pero claro está que el país reclama más que acuerdos mínimos. Exige propuestas sólidas y de fondo. Pero estas sólo pueden ser planteadas por políticos con visión de largo plazo; con altas miras y no visión de miope [sin ofender a los enfermos]. No hay no habrá en lo que resta del sexenio una propuesta de solución a fondo de los graves temas que tienen al país postrado en la ignominia y el atraso.
No lo han hecho los panistas como tampoco lo han evitado los priistas que lo generaron; ni en su momento ni después. Se trata de la elevada dependencia del país de las fuertes ligas con Estados Unidos. Porque gran parte de los males radican en la mala, pésima relación de México con su vecino del norte. La negociación de acuerdos y tratados que ponen de rodillas a México ante el imperio gringo no tiene precedentes más que de sujeción esclava de un país por otro más poderoso.
Pero en fin. El caso es que el Quinto Informe de gobierno de Calderón dará mucho de qué hablar al poder legislativo, o brindará material de sobra para que los “representantes populares” se explayen todos los temas. Para presionar al gobierno a dar explicaciones que no tiene para muchas materias; más lo que resulte con tantos pendientes.
Por lo pronto, el “día del presidente” se acabó en el sistema político mexicano. Claro que anuló una pisca de democracia al presentarse éste a la realidad tanto de la calle con las protestas de los independientes, como los cuestionamientos de los legisladores de los demás partidos que el propio.
Además, que no hay más el culto personal al protagonista principal previo al Informe: seguir la pista del presidente, desde el desayuno, la salida de Palacio hacia la sede de los poderes, el recorrido en automóvil al descubierto y el confeti, la entrevista personal, el discurso central desde tribuna, la salida triunfal y el famoso besamanos, etcétera.
Sigue tan campante, eso sí, la pasarela de los aspirantes a la candidatura presidencial por el PAN. Y se aprovecha cualquier marco para eso, como el discurso de Calderón de “un día después”. Pronto habrá definiciones en ese sentido, si no del PAN porque esperará a lo que suceda con el candidato del PRD [¡para ir en alianza si es un independiente o incluso Cuauhtémoc Cárdenas, ¿otra vez?!], sí de los demás partidos. Lo peor es que, aún sin logros, Calderón sigue gobernando. Al menos no por mucho tiempo.
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