miércoles, 12 de octubre de 2011

El NorthCom y la afganización de México

*La persecución de los intereses de EU, tras la guerra sucia
*Apoyar a narcos con Rápido y furioso, para desestabilizar
*Militarización, apropiación energética y peligro de invasión

El NorthCom lleva a cabo la defensa nacional, el apoyo civil y la cooperación de seguridad para defender y asegurar los Estados Unidos y sus intereses.

El área de operaciones incluye a Estados Unidos, Canadá, México, partes del Caribe y las aguas contiguas en los océanos Atlántico y pacífico. El comandante es responsable de la defensa de la tierra, espacio aéreo y el mar de los Estados Unidos.
Área de comando de responsabilidad abarca los Estados Unidos continentales, Alaska, Canadá, México y de seguridad de otras naciones en su área de responsabilidad.
Documentos oficiales del NorthCom.


¡“Es la extrema derecha, estúpido!”. Porque así opera. Principalmente la de Estados Unidos (EU), el país promotor del interés —el librecambismo decimonónico llevado al extremo con perversa actualidad— como modus operandi del capital financiero-especulativo, e imperialista de una globalización ahora en crisis.

La guerra, como su principal herramienta para obtener riquezas. La invasión a Kuwait el 2 de agosto de 1990 sentó precedentes. Ya por el sometimiento de gobiernos enteros, o en forma de inversiones y préstamos condicionados [el “Consenso de Washington” y los Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional como bucaneros de la colonización neoliberal], pero sobre todo apoderándose mediante invasiones armadas de los estratégicos recursos naturales ajenos. Es la derecha extrema, primordialmente de EU, la que creó costumbre durante toda la segunda posguerra amenazando al resto del mundo con su maquinaria militar-industrial.

Especialmente, arreció, porque los estadounidenses modernizaron sus preceptos de “seguridad nacional”, tras el ardid de los autoatentados [los avionazos no soportan el análisis serio; véase el comentario al respecto en http://maniobrasdelpoder.blogspot.com, “El 11/S, guerra con mentiras”, el informe de “Arquitectos e Ingenieros por la Verdad del 11/S”, sobre la gran estafa imperial de los halcones de Washington] terroríficos a las Torres Gemelas de Nueva York, con el Pentágono como principal actor y Al Qaeda como ¿el enemigo real?, ¿cómplice o chivo expiatorio? [no se olvide que Osama bin Laden fue un aliado de la Agencia Central de Inteligencia, la CIA], que cambiaron los parámetros de la guerra. Porque conviene a los intereses geoestratégicos como imperio en decadencia.

Desde el post11/S, EU le puede declarar la guerra a cualquier país que a su consideración represente una amenaza para su seguridad nacional, como lo hizo contra Irak y Afganistán; sin comprobar nunca las “armas de destrucción masiva” del primero —el pretexto bushiano—, y tampoco el “apoyo militar” a los terroristas musulmanes del segundo, un plantío de amapola desde la invasión. El terrorismo como herramienta y pretexto para invadir países con importantes reservas energéticas. “Los atentados del 11 de septiembre de 2001. (Con) estos ataques se dio un impulso a la formación del Comando Norte de EEUU”, que data de octubre 2002.


México, en la picota

De ahí que el vecino del sur, México, esté en peligro. El país no está lejos de ninguna consideración imperial guerrera —para ello trabaja el sistema de espionaje de EU desde la diplomacia, soterrada o cínicamente—, sobre todo desde el año 2006 a la fecha cuando la presidencia de Felipe Calderón Hinojosa creó los escenarios más propicios para ello, con su guerra sucia y su ilegitimidad electoral.

Fue en ese contexto, porque sucedió “después del fraude electoral de julio de 2006, cuando en plena transición y bajo la batuta del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, Mouriño, Sarukhán y Cordero asistieron en el hotel Fairmnot Banff Springs, de Alberta, Canadá, a un cónclave secreto con ministros, altos ejecutivos —entre ellos los de la petrolera Chevron, Bechtel y Lockheed Martin, la mayor contratista de armas del mundo— y militares de cinco estrellas, incluido el almirante Tim Keating, jefe del Comando Norte”. [“Cordero, la ASPAN”, Carlos Fazio en La Jornada, 19 de septiembre de 2012] El ardid se oficializó en secreto, ¿por qué?

En dicha reunión se abordaron los temas de “la interrelación de los sistemas de defensa, militarización, seguridad nacional, fronteras, migración, producción de equipo militar y control sobre los recursos energéticos de Norteamérica”. [Ibíd.] Pero la ofensiva continuó en varios frentes: declaraciones oficiosas de pregoneros de diversas dependencias del gobierno de EU, ni se diga de los diplomáticos injerencistas —la herencia de Carlos Pascual desnudado por Wikileaks, a manos de Anthony Wayne—, hasta la vocería militarista.

Problema es que así como marcha el combate al narcotráfico, el país no sólo está perdiendo con la fallida estrategia sino que es conducido hacia la balcanización [la agencia de investigación de origen texano-israelí, Stratfor, se ha pronunciado desde hace un año por la balcanización en caso de que México se desvíe de la ruta marcada por el NorthCom o Comando Norte (ver infra)] o, dicho con una perversa actualidad, rumbo a una afganización [y no “colombianización” porque en Colombia el gobierno tiene resultados a favor, sin triunfalismos] que incluye ¡peligrosamente! la desarticulación funcional del Estado mexicano, y cualquier cosa que quede como reducto de “nacionalismo” posrevolucionario, lo cual incluye a las Fuerzas Armadas (FAM). Una ofensiva tanto hacia adentro como desde el exterior.

La afganización comprende, en palabras del asesor de la ONU, Edgardo Buscaglia, los casi mil “bolsones territoriales” que en el país están controlados por la delincuencia organizada. Siguiendo la tipificación para Ciudad Juárez del exzar antidrogas, Barry McCaffrey, de diciembre de 2009 —conforme a Reporte Índigo del 9 de enero de 2010, “México camina hacia la afganización”—, cuando afirmó que la situación “es similar a la de Afganistán”. Y en su estudio sobre aquél país refirió: “Las violaciones de los derechos humanos son endémicas: matanzas extrajudiciales, impunidad oficial, restricciones contra libertad de prensa y religión, y abuso infantil severo y extendido”. Cualquier semejanza es mera coincidencia.

Lo que dijo al respecto fue en su calidad de profesor adjunto de Asuntos Internacionales del Departamento de Ciencias Sociales de la Academia Militar de Estados Unidos en West Point, Nueva York. Que en palabras de Buscaglia se traduce en que McCaffrey, “manifiesta la posición del Pentágono y del Departamento de Defensa norteamericano, que tiene una visión mucho más amplia, más global, de la delincuencia organizada. No tiene esa visión acotada de la DEA”. [Reporte… cit.].

El Senado de México debe exigir explicaciones tanto al gobierno de Calderón como a los propios gringos. También el presidente Calderón a los mexicanos. Porque todo indica que la situación de violencia es tanto desatendida porque la fallida estrategia no se mueve un ápice, como atizada desde el exterior en todo momento en que se apoya a los carteles de las drogas con sofisticado armamento. Con fines claramente desestabilizadores, así sea en estados fronterizos de México.

Desde luego que ayudan tanto el sometimiento de los gobernantes mexicanos hacia EU como las pésimas políticas internas; súmese la descomposición del sistema político mexicano por lastres del pasado versus corrupción e impunidad, que le corroen las entrañas a cualquier proyecto sexenal falto de una perspectiva nacional [¿alguien dice que el Estado-nación ya desapareció?]. Ambas circunstancias, internas y externas, tienen al país hecho un desastre. Sin olvidar que el Estado mexicano ha desatendido la mayoría de sus funciones para con la economía y la sociedad, porque presenta saldos retrógrados.

El contexto explica el desastre de México, a contentillo tanto de los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) —con una política exterior otrora ejemplar, luego tirada por la borda gracias al presidente Carlos Salinas de Gortari, el modernizador y vendepatrias cual resultó en los hechos—, como ahora del Partido Acción Nacional (PAN) que (des)gobierna México a partir del año 2000. Porque ambos partidos han aplicado, permitido o tolerado, una política de sometimiento paulatino y vil a los intereses geopolíticos de EU, desde la década de los 80 del siglo XX. La evaluación negativa del neoliberalismo, de por medio.


Legalizar la intervención

Luego entonces, tras la firma de acuerdos como el TLCAN o NAFTA, que entró en vigor en enero de 1994, fecha del levantamiento chiapaneco zapatista, luego el ASPAN o TLCAN-plus, se suscribió en marzo de 2005 en Waco Texas, por George Bush y el entreguista de Vicente Fox Quesada, con la finalidad dizque de “aumentar la seguridad y realzar la prosperidad”. Sí, pero la seguridad imperial.

Sobre todo con el Plan Mérida, para México y Centroamérica de junio de 2008, donde se abrieron las puertas al intervencionismo y actuación de instancias gringas: el Departamento de Estado, el Departamento de Justicia, el Consejo Nacional de Seguridad, el Pentágono, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el Buró Federal de Investigación (FBI) y la agencia antidrogas (DEA). En el sentido militar se firmó la cereza del pastel: el NorthCom, donde se habrían amarrado convenios secretos en el terreno militar. Y México no quería ser exhibido. El vicencanciller de Tlatelolco, Enrique Berruga, por ejemplo, pidió al gobierno de George Bush, “que manejara con cuidado” el lanzamiento del NorthCom. Por la ¡sensibilidad nacionalista! mexicana, claro está.

Se trata de una prolongación de la Doctrina Monroe de 1823, pero en estos tiempos de globalización caduca para sostener a costa de otros la hegemonía de EU. Donad Rumsfeld dijo, según la prensa canadiense, que el NorthCom para toda América del Norte como su comando geográfico, “es la mayor transformación del Plan de Comando [UCP] desde su creación en 1947”.

Por eso, “la proyección espacial del NorthCom, que abarca Canadá, México, posiciones del Caribe (Cuba incluida) y aguas contiguas en los océanos Pacífico y Atlántico (en particular el Golfo de México), tiene que ver con la geografía, la política, la economía capitalista y lo militar como complemento bélico de la integración vertical de América del Norte; como zona segura de abasto de petróleo, gas natural, agua, uranio y biodiversidad para la economía estadounidense, contenida en el documento ‘(Los) Nuevos Horizontes’, del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales, con sede en Washington, difundido una semana después de los atentados del 11 de septiembre de 2011”. [Fazio, “Cordero, la ASPAN, cit.].

Un NorthCom que surgió tras los autoatentados terroristas del 11/S, es el “responsable” de la defensa interna de Estados Unidos, ante nuevas amenazas como “el terrorismo, el narcotráfico, el tráfico ilegal de personas (¡la inmigración!)”, entre otras y donde México es considerado también “zona protegida”. Fue en el marco de NorthCom que se ha permitido la intromisión directa en territorio mexicano de las agencias CIA, DEA, FBI, etcétera; a más de la “colaboración” del Pentágono en el campo de la capacitación de integrantes de las Fuerzas Armadas mexicanas y policiales estatales y federales del país, para romper el nexo nacionalista de raíz.

Luego entonces, en la forma, los gobiernos de México se han sometido mediante dichos acuerdos económicos, políticos y militares sobre todo a EU (un tanto menos a Canadá), desde Carlos Salinas dixit hasta Felipe Calderón en su fase más crítica de intervencionismo abierto y claramente peligroso atentatorio de la seguridad nacional mexicana. Es decir, mediante acuerdos que revelan políticas más bien agresivas que surgen de la derecha gringa, pero adoptados con sumisión por la derecha mexicana, ya desde los tiempos del presidente Miguel de la Madrid.

México no protestó como sí lo hizo Canadá. “El mundo está en la encrucijada de la crisis más grave de la historia moderna. Los EEUU han puesto en marcha una aventura militar que amenaza el futuro de la humanidad. Se ha formulado los contornos de un proyecto imperial de dominación mundial. Canadá es contiguo al ‘centro imperial’. Control territorial de Canadá es parte de la agenda de los EEUU geopolíticas y militares”. [Ver: “El despliegue de tropas de EEUU dentro de Canadá”, en el sitio web: http://metaexistence.org/uscanada.htm].

Incluso el Toronto Star no publicó lo siguiente: “Negociando discretamente [desde abril de 2002] un acuerdo de largo alcance de cooperación militar, que permite a los militares de los EEUU para cruzar la frontera y el despliegue de tropas en cualquier lugar de Canadá, nuestras provincias, como buques de guerra de la estación y Estados Unidos en aguas territoriales canadienses. Este diseño de Canadá sistema de defensa está siendo discutido a puertas cerradas, no en Canadá, pero en la base de la Fuerza Aérea Peterson en Colorado, en la sede del Comando Norte de EEUU (NORTHCOM)” [sitio cit.].

Continúa la reflexión de Meta Existence Organization: “La creación de NORTHCOM anunció en abril de 2002, constituye una violación flagrante de la soberanía territorial de Canadá y México. El secretario de Defensa Donald Rumsfeld anunció unilateralmente que EEUU Comando Norte tendría jurisdicción sobre toda la región de América del Norte. Canadá y México se presentaron con un hecho consumado ‘accompli’ jurisdicción de los EEUU de Comando Norte de los descritos por el Departamento de Defensa de EEUU, incluye, además de los EEUU continentales, todos de EEUU, México, así como partes del Caribe, las aguas contiguas en los océanos Atlántico y Pacífico a 500 millas de la mexicana, las costas de EEUU y Canadá, así como el Ártico canadiense”. [Ib.].


Militarización versus descomposición

Sólo desde este contexto se explican las diversas circunstancias que están generando la creciente descomposición en México, por la vía de una guerra fallida. Aceleradamente desde el año 2006 a la fecha en que arribó al poder Felipe Calderón. Es ahora cuando crece el consenso también de que se está consolidando muy rápidamente —la guerra sucia como instrumento— una militarización incluso con tintes contrainsurgentes con afrentas a la población, útil además para un Estado que desatiende su responsabilidad social. Doble o triple golpe a los mexicanos.

En otras palabras, que la militarización de México de los últimos años es un fenómeno ligado a los intereses geopolíticos del imperio estadounidense, acelerado por una guerra donde uno de los frentes [los diferentes carteles de las drogas que tienen una disputa entre sí y contra el Estado mexicano por el control territorial] es alimentado desde afuera con apoyo armamentista [en la vieja tesis de “divide y vencerás” con programas como Fast and furious (Rápido y furioso) y Wide reconver (Receptor abierto)], para contribuir a minar tanto la presencia como la fuerza del Estado y conducirlo a la descomposición.

Ambos operativos Rápido y furioso y Receptor abierto —este último según revelaciones recientes de Los Angeles Times— que dejaron “correr” o “caminar” armas a manos de los carteles mexicanos —el primero entre 2009 y 2010, el segundo orquestado antes, entre 2006 y 2007—, y fueron llevados a cabo desde la ATF la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, oficina de seguridad que responde al Departamento de Justicia de EU. Acciones, ambas, de clara intención desestabilizadora del Estado mexicano, como bien lo reconoció recién el Senado de México, pero sin hacer algo más allá y exponiendo a todos los riesgos al país.

Por cierto que, dentro de dicho plan imperial perverso, las FAM —una de las pocas instituciones rescatables del país— están siendo sometidas a un paulatino desgaste desde 2006, porque son utilizadas para un trabajo ajeno —y por demás sucio— que más bien le compete a las policías federales, conforme el mandato constitucional de ser aquéllas las encargadas de resguardar la seguridad nacional del país.

Empero, el simple uso de las FAM en el combate al narcotráfico y la reiterada negativa del gobierno de Calderón a recular en la fallida estrategia [sin otras acciones aleatorias o complementarias, como pegarle al corazón de las finanzas del crimen organizado, combatir el lavado de dinero y juzgar a los cómplices, funcionarios del gobierno coludidos], por no meter a los soldados al cuartel hacen de las suyas o cometen errores que luego devienen violaciones a los derechos humanos, que no son ciertamente pocas.

El problema es que los “daños colaterales” le salen muy costosos, en vidas, a la sociedad que es quien padece las temibles consecuencias. Ni qué decir por los ya casi 60 mil muertos, entre cómplices y víctimas. Pero hay más de mil niños y niñas caídos en esta guerra. Y el impacto social en general es incalculable, como la desarticulación de grandes núcleos familiares y los trastornos sicológicos que se generan. Verbigracia. Según datos recientes, en sólo tres años —de 2007 a 2010— la violencia ha sacado de sus hogares ¡a 230 mil personas! Son los desplazados por la guerra: en varios estados del país, sobre todo del norte como Tamaulipas, Sinaloa, Durango, Chihuahua, Zacatecas, Nuevo León y otros antes pacíficos como Colima y Nayarit.

Recrudecida la violencia, los métodos de desaparición de personas que luego encuentran en fosas clandestinas por decenas en varios estados del país, son apenas un aspecto de la limpieza de contrarios entre los carteles en disputa territorial. Pero el problema va más allá: la aparición del grupo paramilitar Los Matazetas, abrió un debate que apunta a que la presencia de este tipo de corporaciones en México —a semejanza de los escuadrones de la muerte de algunos países centroamericanos que actuaron en el pasado— tienen fines de “limpieza social” o de contrainsurgencia.

Operan, según Buscaglia, al menos unos 167 de esos grupos, “financiados por empresarios empeñados en proteger ‘vida y propiedad’, garantías que ya no puede otorgar el Estado mexicano, y en otros casos son pagados por los propios gobernantes, quienes ante la incapacidad de otorgar seguridad a la gente, pagan a estos grupos armados para limpiar territorios y salvar los mercados de las drogas…”. [Proceso, N° 1822, 2/octubre/2011].

En el fondo se trata, pues, de los intereses geoestratégicos de los EU en la llamada América del Norte. A costa de lo que sea. No importa que sean vidas de mexicanos, como sucedió con los iraquíes o los afganos —por citar los últimos lastres de violencia imperial contra “los enemigos”— cuando llegó el Pentágono con sus aliados. El saldo final de la dichosa guerra de Felipe Calderón todavía está por verse. Entre tanto el país está al borde del colapso. Son las fuerzas que mueven las derechas, republicana y panista, en EU, México, y Canadá también. Al fin que las reservas energéticas del país están a tiro de piedra para el imperio gringo.

Y el tiro de piedra puede convertirse en otra cosa. México tiene la espada de Damocles encima. El peligro de una invasión militar del Pentágono pulula en el ambiente de las relaciones entre ambos países. Recuérdese que los planeadores de la guerra de Afganistán están deseosos de llegar, porque “los militares intentan aplicar en México lo mismo que hicieron en Afganistán”, según revelaciones de un oficial estadounidense a The New York Times. Lo aprendido contra los terroristas de Al Qaeda lo quieren traer a México para combatir a los carteles de las drogas. [Ver: “¡A México!, guerra antiterrorista”, en http://bit.ly/nqwXzV]. Seguro que, al menos los mexicanos rechazan eso, tanto como el entreguismo de sus gobernantes.

Luego entonces, no se olvide que el NorthCom es el proyecto geoestratégico del post11/S terrorista, militarista imperial de EU. Tampoco que el NorthCom va incluso más allá del sector energético. Es la “seguridad nacional” gringa lo único que le interesa a la extrema derecha de EU. El coletazo de una fiera herida, que hoy padece una crisis estructural demasiado profunda.

Correo: maniobrasdelpoder@gmail.com
http://maniobrasdelpoder.blogspot.com


1 comentario:

  1. excelente artículo, y en este momento 2016 como esta la cosa'?

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