Salvador González Briceño
“Lo
que no se puede refutar es que, en tanto más amplio, complejo y abstracto sea
nuestro objeto de estudio y su respectivo marco de investigación, cuanto más
grande es el margen que alcanzamos de su misma comprensión.”
“La
mirada está puesta en Felipe Calderón (presidente de México 2006-2012), porque
el juicio de la historia para él apenas comienza.”
“Es
cuando se descubre, por la fragilidad interna, que buena parte de los sucesos
trágicos tienen hilos negros tendidos desde afuera. Así se explican muchas
cosas. El origen de tanta inoperancia al interior de los gobiernos y sus
políticas, porque están sometidos a fuertes presiones e intereses foráneos. So
riesgo de la seguridad nacional.”
I]
CUESTIÓN DE FORMA
Preámbulo
De las formas primero; del enfoque también.
O para asentar algunos principios de procedimiento. Estudiar para luego comprender
cualquier aspecto de la sociedad, como la seguridad.
En un país y a un periodo de tiempo determinado. Para una solución a presente,
a futuro. Desde la coyuntura hasta la prospectiva.
No hay problema comprensible fuera de su
contexto económico, político, social, histórico y cultural en general. Como ahora
México, inmerso en una globalización impulsada por los países desarrollados:
los Estados Unidos, Gran Bretaña y algunos de la Unión Europea, ahora en franco
retroceso.
Por tanto, para países como México el contexto
es de indefinición. Por seguir lineamientos globales que le han generado un ambiente
de descomposición; es decir, proyectos neoliberales que están desbaratando al
país.
Sucede porque no existe un proyecto de nación; tampoco hay
identidad desde las elites políticas, cuando se apoderan del Estado. De ahí las
puertas, de par en par, a la injerencia extranjera —no sólo a la inversión—. Como
el vecino de México, Estados Unidos, que se entromete en casi todo. Por la
ilegitimidad o la torpeza de los últimos presidentes mexicanos es que adoptan
una actitud de entreguismo y tolerancia a todo. Como ceder en materia de
seguridad nacional, a merced de los intereses foráneos.
La adopción en México de políticas como
la “guerra contra las drogas” decretada desde 1971 por Richard Nixon por
intereses geopolíticos, con iniciativas como “la guerra contra el narcotráfico”
de Felipe Calderón en 2006, atizó la violencia. Como darle de escobazos al
avispero. Con ello vino el trastrocamiento a la vida y los derechos ciudadanos.
De la mano de la impunidad, los miles de asesinatos no tienen a un culpable en
la cárcel. Más los desplazados, los desaparecidos, los secuestrados, etcétera,
todos víctimas.
Desde el punto de vista económico,
cuando la globalización derribó fronteras contra las “barreras proteccionistas”,
los saldos son destructivos. Se profundizaron la desigualdad, la pobreza y la
violación de los derechos humanos en general.
Y sin proyecto de país no hay mayor opción.
Porque tampoco hay miras de mediano y largo plazo. La impunidad, la
ilegitimidad y la globalización minan lo poco que exista de democracia. Ocurre
cuando el poder se ejerce sin atender a la sociedad. Sólo a fines específicos,
los de la élite económica y los extranjeros. Peor si a eso se suma la
violencia.
Dicho sea, entonces, que para mayor
claridad hablar de las formas es referirse también al fondo. El contenido y el
contexto de los problemas van da la mano. Así es con la seguridad.
El objeto de estudio
-1-
Luego entonces, se trata del análisis de
un asunto tanto en términos coyunturales como en el contexto global. Reflexión indispensable.
¿Cómo convertir la seguridad en objeto
de estudio? A primera vista puede decirse que como cualquier otro problema,
como la alimentación, la salud, el empleo, etcétera. Por cierto el comienzo
representa un dilema permanente para las ciencias sociales. Ahora no es tiempo
de polémicas.
Claro que un primer acercamiento al
objeto de estudio nos lo brindan las herramientas periodísticas. Por ejemplo: 1)
leer para enterarse del problema vía los diarios, con extracción de apuntes sobre el tema; 2) realizar las entrevistas con aquellos personajes especializados;
3) emprender recorridos o visitas de
campo para conocer a los involucrados; 4) cruzar
la información a partir del principal objetivo, aprovechar el material que se
tiene de primera mano; 5) precisar el tema para un periodo temporal determinado; 6) desarrollar el estudio en un espacio, una región o país en particular, y de ser necesario
dirigirlo a una determinada comunidad, localidad, familias o personajes. Los
dos últimos puntos son para acotar el
objeto de estudio.
Así, desde esta perspectiva y una vez
recabada la información necesaria o disponible, se procede a elaborar o
redactar el respectivo informe, como si
dijéramos periodísticamente hablando el reportaje.
En ambos casos se incluye el punto de vista del observador y analista. El involucrado
quien tarde o temprano forma parte de los acontecimientos, como sucede con los “reporteros
de guerra”.
De este modo se consigue un primer
acercamiento al problema de la seguridad.
Al entrar a su contraparte, la inseguridad, cambia la perspectiva porque es
otra variable del mismo estudio. Pero más allá.
-2-
Para salir de la perspectiva inicial, y cuestionarse
sobre qué origina la carencia de seguridad, se modifica el panorama. Se tiene
que ahondar en el análisis. Crecen las necesidades y exigencias de comprensión
del fenómeno. Como si se revisan los orígenes de la pobreza para entender la
alimentación; de las enfermedades para entender la salud; del desempleo para conocer
el empleo, etcétera. La exigencia es un estudio más profundo.
Como se podrá ver, también crecen las complicaciones.
Se entra en dilemas que tienen que ser resueltos ya por las ciencias sociales. Aquí
las reglas y procedimientos son más rigurosos. Participan ahora sí los principios
metodológicos, sobre el cómo hacer una
investigación mayormente exhaustiva; desarrollar
hipótesis; el análisis de las variables; la revisión los datos; las conclusiones,
etcétera.
Todo para alcanzar el mayor rigor
posible, hasta una comprensión “científica” de la cuestión. Seguimos con la
seguridad, pero ahora revisada con el cedazo de la inseguridad.
Aquí, profundizar la investigación implica
el escenario de la historia, por aquello de los antecedentes. También se
requiere precisar las hipótesis y los procedimientos. Se amplían los parámetros
espaciotemporales, al igual que los
actores, los involucrados, las metas. Y las propuestas para los mejores
cambios. Cómo minar a la inseguridad para alcanzar una mayor seguridad.
Aquí se revisa el problema desde una comunidad
hasta un país o grupo de países completos. El objeto y el estudio se complican
pero a la vez son más interesantes; de mayores alcances. Así como crecen los retos
las conclusiones nos brindan una mayor utilidad.
Porque un clima de tranquilidad
contribuye a brindar un mejor desempeño de todas las actividades estatales,
sociales, familiares, personales. Para, en otras palabras, saber qué hacer como
individuos y qué como gobierno y como Estado, para garantizar seguridad. Con
mayores elementos y una mejor comprensión del problema, hay opciones de elaborar
una planeación futura. Con una visión de prospectiva.
-3-
De la mano del inciso anterior entra lo
siguiente, que se puede identificar con un fenómeno de confusión. No desdeñable resulta todo lo contrario.
Ya con la metodología adecuada, todavía se puede caer en
interpretaciones sesgadas, parciales o
limitadas. Quedarse cortos en el
entendimiento, o caer en confusiones; digamos que bajo un cierto grado de
objetividad “cuestionada”. ¿Por qué? Hasta en historia hay disquisiciones,
malentendidos o interpretaciones, según los autores.
Y no hay por qué extrañarse por eso. Sucede
con demasiada frecuencia; incluso entre los estudiosos, los especialistas de
las ciencias sociales. Porque a estas alturas de la investigación llegan con
frecuencia los debates sobre la “objetividad” y la “subjetividad”; hasta se
cuestiona la “cientificidad”. Entran a escena los puntos de vista divergentes; las
polémicas. Incluso se ponen en duda los resultados obtenidos.
Entran a discusión —diálogo de sordos— asuntos
tan diversos como las variables, las estadísticas, las hipótesis, la amplitud y
alcance de los estudios, etcétera. Se cuestionan los procedimientos, el “método”
y su utilidad “científica” para comprender la realidad.
De igual manera, que si se trata de una
interpretación u otra. Este o aquél enfoque. Que si se pertenece a una corriente de pensamiento u otra. De las corrientes
a las etiquetas. Que si se entendió
bien el precepto de equis autor o no. Los bemoles todos.
Este es el terreno fangoso de la investigación
social, donde cualquiera se extravía cuando no cae en complicaciones. Es el
momento donde fácilmente se puede inducir que hay tantos métodos como
investigadores; tantos puntos de vista como analistas; tantas conclusiones como
intereses.
Elementos todos para generar confusión. Que
la hay, pero sobre todo donde impera el interés privado. Son los toques de
parcialidad, de subjetividad, de un análisis tendencioso y hasta de especialidad, para beneficio de unos
pocos. Todo esto, y más, forma parte de los dilemas a que se enfrentan las
ciencias sociales al analizar.
Empero, existe la ventaja que también a
estas alturas entra la valoración de los alcances del estudio en cuestión. Es
cuando las confrontaciones, con otras investigaciones sobre el mismo tema, igualmente
ponen a cada uno en su lugar. Hasta cierto punto se ha logrado el objetivo, a
juzgar por la utilidad alcanzada. El caso es que la investigación está avanzada.
Y la comprensión por la profunda temática también.
-4-
Ocurre con la seguridad que nos ocupa ahora. Ni qué decir del caso específico de
México, donde las personas padecen en carne propia los problemas de una inseguridad desbordada. Como decíamos,
no se puede hablar de cómo alcanzar la primera sin hablar de la segunda y las
circunstancias que la generan. O contribuyen a su deterioro.
Ni qué decir que durante la primera
década del siglo XXI, con los gobernantes de la derecha perteneciente al
Partido Acción Nacional (PAN), el problema se complicó. Pero en la línea del
tiempo, los antecedentes se remontan a la década de los 20 del siglo XX, donde
se rastrea participación tanto de los gobiernos de México como de EU.
Dicho lo anterior, entonces, por lo
pronto diremos que nosotros resolvemos el dilema de procedimiento para
comprender el problema, siguiendo un método que comprenda el contexto
histórico, el político, el económico y sobre todo el social.
De este modo, se procede a jalar los hilos del pasado. Todos los antecedentes
posibles. A estas alturas se sobreentiende el uso práctico de técnicas de
investigación como las siguientes: 1) consultar en los archivos propios; 2) hacer
el rastreo bibliotecario, de información, en todas la fuentes posibles,
archivos, diarios, revistas, anuarios; 3) platicar con todas aquellas personas,
como los viejos de la comunidad, que cuenten con las evidencias indispensables;
4) entrevistar a todo actor involucrado o implicado, siempre que sea posible
hacerlo porque se complica cuando se trata de los cabecillas del narcotráfico,
o de autoridades involucradas; 5) el punto de vista de los especialistas resulta
imprescindible.
Con todo el material disponible se puede
resolver el asunto de la redacción del estudio. Es decir, acorde con el fin
planteado de inicio y la respectiva corroboración de las hipótesis; trazar el
contexto que se requiera para la debida comprensión. En otras palabras,
desarrollar en la exposición el tema con el debido soporte. Incorporando elementos
de la economía, la política y la vertiente “social”, etcétera. Ni qué decir el
contexto internacional, porque la inseguridad se desarrolla y crece como parte
de esta etapa ignominiosa del capitalismo global.
No obstante, todavía bajo este proceder
se tiene el déficit, que de entrada posee el hecho de abordar un solo aspecto de la realidad, como sucede
en este caso, hablando solo de seguridad. Incluso a pesar que tal revisión
incluya muchas variables.
Por eso, aún a estas alturas del estudio
(exposición y desarrollo) podemos estar repitiendo los bemoles referidos en el
inciso 3. Y contar con un trabajo en cierto sentido limitado. Pero eso forma parte de los riesgos de las ciencias
sociales. Con todo y el conocimiento último ni objetivo existen. Sólo el conocimiento relativo. Aquí entra también la polémica señalada.
Además, como si hiciera falta complicar las
cosas, recordemos que se trata de los varios tipos de seguridad, individual o
colectiva. Es decir: personal, pública, interna, nacional, hasta los peligros
de la seguridad internacional y la moderna ciberseguridad, que exigen, desde
luego, ampliar los enfoques y el método. Todas, por supuesto, con sus respectivas
indagatorias y sus categorías propias.
Como quiera, no nos extrañemos. Porque con
todo, a estas alturas ciertamente nos hemos acercado a una buena comprensión del
problema. Incluso es ahora cuando se puede proceder a elaborar líneas de acción;
orientaciones para las políticas públicas, para el gobierno y el Estado, a fin
de resolver el problema en cuestión. Aún con todas las limitantes posibles.
Para concluir
El caso es que el uso de las herramientas
que proporcionan las ciencias sociales se hace indispensable.
Todavía más: debe quedar claro que en
tanto más amplio, complejo y abstracto sea nuestro objeto de estudio y su
respectivo marco de investigación, cuanto más grande es el margen que
alcanzamos de su comprensión.
Igual que si nos fijamos como objeto de
estudio el modelo de país, porque entran todas las variables posibles; nada qué
ver con un solo aspecto tan específico, como el señalado de la seguridad o
cualquier otro.
Con todo y por ahora, está en pie el
procedimiento de lo general a lo particular. El que seguimos con estos temas.
[Hay que decir que no se trata “de lo abstracto a lo concreto”, el eslogan se
refiere a la herencia metodológica marxista que implica otros elementos para el
análisis. Una referencia claramente incomprendida, cuando es traída a colación].
II]
MÉXICO, ¿Y LA SEGURIDAD?
La antítesis
Cabe entonces el propósito siguiente: Para
resolver los dilemas que impiden la seguridad
de la sociedad mexicana de principios de siglo XXI, se hace indispensable su debida
comprensión para, de ahí, proceder a desarrollar y —contribuir en— proponer lineamientos
de políticas públicas. Las más adecuadas para que sean aplicadas como políticas
de Estado. A partir de ahora, como queda en claro supra, se vuelve obligatorio investigar
la antítesis de la seguridad que es la inseguridad,
más lo que implica en toda su expresión.
Cabe cuestionar, como para desarrollar
la o las hipótesis correspondientes —de ahí la complejidad que deriva también
del problema convertido en objeto de estudio—: ¿Por qué se desbordó la
inseguridad en México? Los orígenes. ¿Qué acciones permitieron o aceleraron
tamaña descomposición al interior de la sociedad, que impiden un margen aceptable
de seguridad? El fenómeno del narcotráfico en México. Las bandas del crimen
organizado, entre las que se encuentran los narcos. Y la guerra declarada por
Felipe Calderón por un solo frente.
Nunca se atacó el corazón, por ejemplo,
de las finanzas. Entre otras razones, porque los recursos millonarios
procedentes tanto del narcotráfico como del producto de los otros delitos que
comete el crimen organizado tienen destinatario; pasan a formar parte de los
circuitos financieros del mercado global. Y eso es vital en tiempos de crisis
capitalista mundial. Por eso mismo se dice que el fenómeno del crimen
organizado forma parte de los síndromes de descomposición o salvamento del
sistema de producción y financiero imperial, con EU al frente.
Igualmente las preguntas: ¿Quién o quiénes
han fracasado en la contención de todo aquello que, peor aún, deriva en
zozobra, incertidumbre y miedo, por las amenazas reales del crimen organizado? ¿El
Estado, los gobiernos, las policías federales, estatales y municipales? ¿Cómo ha
fallado la estrategia para enfrentar a los narcos? ¿Por qué se habla de la guerra fallida contra el narcotráfico?
¿Qué intereses defiende EU, y qué explica tamaña política de seguridad nacional de intervencionismo
en los asuntos de México?
¿Qué está haciendo el gobierno de EU y
sus aparatos de inteligencia con presencia en el país? ¿No está México
amenazado en su seguridad, por la política de ofensiva de su vecino, quien se
ocupa abiertamente solo de sus intereses? ¿Qué hay del narcotráfico, por
ejemplo, como fenómeno global? ¿Cómo y por qué está en riesgo la seguridad
nacional de México? ¿Qué con la geopolítica estadounidense?
Esas y otras preocupaciones están como
brazas en la piel de los mexicanos, por la tan vulnerada seguridad de los últimos
años, zozobra e inestabilidad social derivada. ¿Es la herencia de Felipe
Calderón?
Hay que partir de que el crimen
organizado mexicano usufructúa enormes ganancias, como el multimillonario negocio
del narcotráfico —hasta el 40 por ciento del PIB nacional—. Si tan solo por
este último capta entre el 45 y el 48 por ciento de sus ingresos, por los demás
delitos como tráfico y trata de personas, secuestro, extorsión, fraude
electrónico, contrabando, piratería, tráfico de armas, etcétera, capta el
restante entre 52 y 55 por ciento de ingresos. Junto a la trata de personas
están la pornografía, la venta de órganos, las “cuotas” por la protección o
“derecho de piso”, la inmigración de centroamericanos que pasan por México.
Entre otros.
El negocio del tráfico de armas donde está
metido EU, como en el resto de los negocios, por ser el mayor consumidor de
drogas y uno de los principales en lavado de dinero del mundo. Y, en general,
la venta de todo tipo de drogas del mercado global, entre las que se encuentran
las más baratas y de mayor daño como resultan las metanfetaminas.
Sin olvidar que la impunidad y la
corrupción están atrás, como añejas prácticas enquistadas en la sociedad
mexicana. Por corrupción se colude a funcionarios, por impunidad no se
investigan los asesinatos derivados de la violencia.
Así, mientras el gobierno de Calderón fue
omiso a otras propuestas con otros métodos que la confrontación, la
incertidumbre en la sociedad se potencializó a raíz de la violencia. No le
bastó al presidente el número de muertos, ni los desaparecidos, los desplazados
o la migración interna, los niños abandonados, las familias afectadas. Nada.
Solo creyó que se legitimó.
Pero, ¿qué con propuestas tan acabadas
como las desarrolladas por la UNAM? ¿Qué con los convenios internacionales firmados
por México como la Convención de Palermo, entre otras propuestas?
La sociedad tiene la expectativa que,
toda vez el retorno del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al poder
presidencial en México, lo menos que espera es un replanteamiento de la estrategia fallida de Calderón. La única
aplicada por los gobiernos de la derecha del PAN. Para Felipe Calderón
(presidente de México 2006-2012) falta el juicio de la historia que apenas comienza.
Como se puede apreciar, hay más preguntas
que respuestas sobre estos temas. Un reto que desborda a cualquier individuo o
equipo de investigadores. Caben los antecedentes de los analistas, la
experiencia acumulada sobre el flagelo, la práctica de este tipo de indagatorias;
el oficio periodístico, el rol del economista, del abogado; así como “el oficio
del sociólogo”, entre otros.
A estas alturas, ciertamente que el problema
se complicó, pero también se volvió tanto más interesante como necesario y
obligado. Más lo será si las
conclusiones llevan a que es urgente replantear incluso, de la mano del
modelo de desarrollo, el proyecto de nación, que incluye a la política —al sistema
político, claro está—. Porque México requiere redefinir el rumbo. Para eso sí
que serían útiles los “pactos por México”. Porque todo lo que no salga del
parámetro del TLCAN y los demás planes procedentes de EU son y seguirán siendo
intervencionistas. Y la seguridad nacional de México amenazada por todos los
instrumentos que tiene caminando EU ante su vecino del sur.
Inseguridad, amenaza
creciente
Luego entonces, para hablar de la
seguridad y cómo recuperarla se tiene que analizar su contraparte. El contexto es
de guerra declarada, por el gobierno
federal a las bandas del crimen organizado encarándolas únicamente vía la
confrontación directa, con las Fuerzas Armadas de México (FAM) haciendo en las
calles tareas propias de las policías federal (PF), la estatal y la municipal.
El trasfondo de la inseguridad radica en
la estrategia incorrecta por incompleta, o inadecuada que a la postre resultó fallida. Tan sólo cuatro indicadores: 1)
El número de muertos que oscila entre los 88 mil 361 reconocidos al corte de
junio de 2012, pasando por los 150 mil que anunciara tres meses antes, en
marzo, el Secretario de Defensa de EU, Leon Panetta, con motivo de la Primera
Reunión Trilateral de Ministros de Defensa de Norteamérica; sin contar con los
desaparecidos, hasta 25 mil desaparecidos, según datos de The Washington Post; 2) El clima de violencia general, porque se ha
propagado por todo el territorio nacional por las disputas tanto de plazas y
pasos de droga como por el mercado interno mismo; 3) Qué decir del desgrane de
los grandes carteles: había siete en el 2006 y se pasó al menos a 11, hacia el
final de 2012, tan sólo el sexenio de Calderón. El procurador del nuevo
gobierno federal supone el surgimiento de hasta entre ¡60 y 80 bandas del
crimen!; 4) Los delitos cometidos por el crimen organizado, no sólo los
cometidos por las bandas del narcotráfico.
En la coyuntura presente de México,
nadie duda que todo cuanto acontece en la vida social se entrecruza con la inseguridad
generada por los grupos delincuenciales, que amenazan la convivencia política y
económica en casi todo el territorio nacional, por los delitos señalados. Pero
también porque infiltró al sistema político; que no de ahora, porque los
antecedentes señalan a principios del siglo XX mexicano. Siempre bajo la
cortesía de EU.
Amenazas todas para la vida y la
seguridad de las personas. Una situación de peligro que se desbordó en el país sobre
todo durante el curso de un sexenio. En este entramado devienen circunstancias
todas que alimentan, soportan, constituyen y hasta condicionan a la seguridad.
Por ello en la actualidad se ha convertido en una prioridad; tanto de atención
como de estudio. Claro está que el fenómeno nos conduce hasta la seguridad nacional del país, no de EU sino
de México que está abiertamente amenazada.
El dilema se complica porque, además del
intento de Felipe Calderón de legitimarse no solo desatendió otras medidas
aleatorias, también erró desde el diagnóstico del problema cuando decidió muy
prematuramente la guerra contra el narcotráfico.
De modo tal que, fuera de las Fuerzas
Armadas, el resto de los operadores del gobierno, las instancias federales,
estatales y municipales y todo el aparato judicial y policiaco, quedaron atrapados
en una sospechosa red de colusión o impunidad. También en los estados
gobernados por el PRI creció la amenaza.
Son problema, lo señalamos ya, la corrupción
y la impunidad. La primera se ha generalizado infiltrando por décadas desde la
estructura del Estado a todo el entramado social. La codicia que se alimenta por
los montos millonarios derivados del manejo del crimen organizado. La
protección y el soborno, por amenaza o colusión, por voluntad o como víctima
también.
Por otra parte, resulta que para la
sociedad y el Estado, el problema —esa hidra de las mil cabezas— del crimen
organizado representa una zozobra que amenaza la gobernabilidad.
El dominio territorial que tienen las
bandas del narcotráfico deriva en el agudizamiento de la violencia. Comunidades
enteras convertidas en tierra de nadie, porque no hay la protección debida. La frágil
seguridad frente a una inseguridad amenazante.
México, seguridad nacional endeble
Todo se complica, de la mano de la incidencia
extranjera y la inoperancia de los gobiernos mexicanos, como le sucedió a México
con los presidentes del PAN. Cierto que con el neoliberalismo de la
globalización llegaron el injerencismo externo y la ausencia de directrices
nacionales. Pero se agudizó con la derecha panista. Por eso pareció como que la
realidad se volvió contra sí misma. No fue la realidad, como los propios
gobiernos.
Se desató la violencia y la inseguridad
también. La seguridad se trastoca desde todos los órdenes. Qué decir de la
gobernabilidad, que falla desde el instante mismo en que las políticas públicas
no responden a un proyecto de nación. Pues tampoco hay políticas propias para
cada problema.
De la mano está que, con la violencia en
las calles, México ya mostró al resto del mundo sus debilidades. Pero primordialmente
a los EU. Porque el país está a tiro de piedra de un vecino que amenaza
constantemente en aras de sus intereses geopolíticos imperiales.
Es cuando se descubre, por la fragilidad
interna, que buena parte los sucesos trágicos tienen hilos negros desde afuera.
Así se explican muchas cosas. El origen de tanta inoperancia al interior de los
gobiernos y sus políticas, porque están sometidos a fuertes presiones e intereses
foráneos. So riesgo de la seguridad nacional.
Seguridad en jaque. Más cuando se trata
de gobernantes que requieren el reconocimiento por su cuestionada legitimidad
que no se consiguen los votos suficientes en las urnas. El caso de Felipe
Calderón, antes de Carlos Salinas.
De ese modo, el llamado de atención es
para encender los focos rojos, porque un país cualquiera en las circunstancias
de México está en peligro. La vulnerabilidad de todas las expresiones de la
seguridad es frágil. Por eso la urgencia de tomar cartas en el asunto.
Ante tamaña amenaza a la seguridad
nacional no se pueden poner oídos sordos, tampoco aplicar la política del
avestruz. Por eso el llamado a replantearse el proyecto de nación. Incluyente,
desde todos los foros.
Por razones de método
Luego entonces, ante el reto de cómo
abordar la seguridad, cabe recordar que la realidad es tan compleja como diversa.
Y que con frecuencia los analistas tienen frente a sí un cúmulo de conceptos
que, en cualquier caso, resultan extraños a la realidad que intentan expresar. Como
también caer en el riesgo de perderse en la complejidad que representa el
objeto en cuestión.
Del mismo modo que no faltan quienes, así
con la preparación debida, alquilan la pluma para sorprender y confundir incautos
distorsionando el análisis.
No siendo el tema propiamente, aquí
basta señalarlo; pero de ello estriba, también en cierta medida, la falta de
resultados. De ahí que éstos dependan más de la pericia del investigador que de
la “metodología”. Mal presagio, para problemas que tanto lastiman a una
sociedad como la mexicana. Tremendo reto.